jueves, 2 de junio de 2016

¡¡Hasta luego, padre Arnulfo!!



Sentí una ráfaga de exterminio que cruzó deslumbrando la pantalla de mi computador cuando el profesor Alfonso Guevara, sin saludarme siquiera, me escribió en la pequeña casilla de diálogos de facebook:
-Chucho, ¿ya sabes que murió el padre Arnulfo Trujillo?
Bajé las manos del teclado y vi la parca tétrica dibujada en la pantalla borrosa y hasta escuché su risa burlona, de triunfo, que retumbó en mis orejas, mientras una onda de disgusto e impotencia recorrió todo mi cuerpo.
Y transportado con la velocidad de la misma ráfaga, vi el cuerpo y el alma de afirmación permanente del padre Arnulfo, en el apogeo de su primavera vital, piadosa, pura y, fundamentalmente, cristiana de verdad, cuando lo conocí a mi llegada al Caquetá, hace 42 años.
Mi pensamiento cruzó todos esos años en unos segundos y también vi la sombra de su paciencia y sosiego, el asilo de la paz que le dieron los años tras el recorrido por la vida…como lo encontré en agosto pasado cuando hablamos durante largo rato en su casa de Morelia, en compañía de Jorge Pulecio y Neruda Díaz.
Fue con Usted, padre Trujillo, con quien tuve la primera explicación de la injusticia social que impera en el país y de la consecuente violencia que no para porque en todos los momentos de la historia siempre han existido y existirán personas dispuestas a luchar contra la desigualdad.
Fue en las oficinas de la entonces Coordinación de Educación del Caquetá donde lo vi por primera vez y me pareció extraño que no estuviera rodeado de muebles seculares, retratos al óleo y espejos opacos, como todos los despachos clericales que conocí hasta entonces.
Con su voz parsimoniosa, de poeta y de profeta al mismo tiempo, me dijo:
-La docencia no es solo la implementación de un currículo, tiene que ir más allá de los conocimientos y meterse, con los alumnos y padres de familia, en la comprensión de los fenómenos sociales.
Sentí un choque formidable, no por lo que me dijo, sino porque me lo decía un sacerdote bien distinto al estereotipo casi inmutable que me impusieron mis padres y que conocí como estudiante del seminario menor de Armenia.
Con el tiempo, como activista sindical y político de izquierda, comprobé que el padre Arnulfo retaba a los poderosos con la fuerza de todos los huracanes y tempestades de la selva amazónica y los responsabilizaba de la injusticia social. Pero también, con sus frases lentas pero llenas de sabiduría, estimulaba  y exhortaba a la gente, a los campesinos principalmente, para defenderse, para que opusieran resistencia a las injusticas mediante la organización y la defensa de sus derechos.
Una tarde, después de un taller sobre participación comunitaria, le dije:
-Padre, sus palabras, como los pájaros del Caquetá, tienen todos los colores porque entre el rosado de la oración vienen los rojos de la lucha y los negros de la opresión.
-No me le meta comunismo a estas charlas que son estrictamente cristianas, me respondió mientras con la mano derecha levantaba sus gafas.

Estrictamente cristianas, si, entendí después durante una reunión de catequesis e interpretación de los textos bíblicos.
-Si todos los cristianos fueran como Usted, ya seríamos libres de la opresión…habría triunfado la revolución, me atreví a decirle.
Con un impulso silvestre, como la vegetación de la selva, el padre Arnulfo estuvo en todos los escenarios del conflicto con propuestas concretas y fue un visionario que pronosticó el fracaso del proceso rebelde que se dio en el Caquetá  en los finales de la década de los 70´s y comienzo de los 80´s, porque “en la combinación de las distintas formas de lucha se han incluido métodos crueles e inhumanos, como matar un policía indefenso apostado en una esquina, secuestrar a una persona porque no apoyó la lucha armada o asesinar a un campesino acusado de colaborar con las autoridades”.
El debate fue su combate. Su espíritu tranquilo y conciliador, pero contundente y racional, botaba ideas con la fluidez sorprendente que llegó a desarmar a sus contradictores y a provocar el enojo de los radicales. Pero sus polémicas apasionadas también tuvieron el perfume de la autocrítica y la reconciliación. Fue generoso, porque era fuerte.
Veía en el fondo de los acontecimientos con una claridad excepcional y con independencia, valor y sinceridad exponía sus puntos de vista. Y aunque no estuviera de acuerdo, apoyaba las decisiones que tomaba el colectivo, que en los últimos años fueron las comunidades de Belén y Morelia.
Su evangelización no fue invasiva, sino participativa y propositiva, con la cual se ganó el aprecio y la admiración de un pueblo que lo llora pero que convertirá ese dolor en fuerza para mantener la organización que le permita sobrevivir en estos tiempos de injusticia y aceleración de la opresión.
Padre Trujillo, tú no has muerto, solo te has ido abrazado al fantasma del honor, con los labios abiertos al beso de la eternidad.
Cuando volví en mí, después del aturdimiento, miré de nuevo el cuadrito de diálogos:
-Chucho, estás ahí?
-Leíste mi mensaje?
-Hola, Chucho…que se murió el padre Arnulfo Trujillo!!!!
Llamé por teléfono a Luis Ángel Sánchez y a Jorge Pulecio:
-Se apagó la voz pausada que resonó más alto que el espanto de la violencia…acaba de morir el padre Arnulfo Trujillo…y les colgué antes de que sintieran mi respiración entrecortada porque los sollozos del alma son secretos.




2 comentarios:

  1. Cuando muere una persona de las calidades del sacerdote Arnulfo Trujillo, la humanidad se contrae. Cuando podemos leer un artículo como este, que escribe Chucho Cataño nuestra humanidad se ensancha.

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  2. Mientras no existan personas que sacrifiquen sus intereses es imposible hacer la paz. Bolívar decía que era imposible hacer patria. Lenin que era imposible la revolución. El Padre Trujillo mantuvo siempre en paz, la promulgó, la catequizó, era su religión la convivencia el desinteres, era su enseñanza, su mayor baluarte el no hacer daño en nada y en nadie, fue su cardinal de vida el enseñarnos con pocas palabras y su comportamiento la forma de entender el mundo y al ser humano. Con su silencio muchas veces nos enseñó mas..... Delo que decía su ejemplar escritura y sus precisas palabras. Adios Padre Trujillo que viaje tranquilo por las auroras Celestiales después de tan grande ejemplo de vida....... La ultima vez que nos vimos, me dijo: como fuera de bueno reunirnos y comentar un poco que fue de nuestras vidas, tengo una parcelia en la cabeceras del Sarabando iva en un carrito zuzuki con un bulto de abono y otras; yo le dije: porque somos restos de una guerra que nunca debiera haber existido. Que bueno fuera verlos para tomarnos unos tintos respirar de verdad ante todo uds que tiene una vida llena de ocupaciones.....aquellos que todavía participan de un desorden mas grande al que existía antes de la guerra.... y que los muertos lo hubieran podido vivir...pudiéramos vernos con tantos amigos......Requien eterno al P. T....que buena nota Chucho..abrazzoooos eusajo.

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