domingo, 19 de junio de 2016

Acevedo, el aroma del café alienta su renacimiento



El casco urbano y los centros poblados de San Adolfo y San Marcos fueron otras de las regiones severamente golpeadas por el conflicto en el Huila, que ahora se encuentran a la expectativa por el futuro del proceso de paz y sus beneficios en materia de obras.
Un vapor de tumbas recién cerradas me dio en la cara cuando bajándome del taxi en el parque principal de Acevedo, Huila, miré una señora en muletas y recordé que en este municipio la violencia dejó un rastro profundo de muerte  y desolación. Fue aquí, también, donde las FARC perpetraron dos acciones singularmente brutales: la explosión del primer “burro-bomba” y el ataque “experimental” con armas químicas, contra la estación de policía de San Adolfo.
El primero no fue un burro sino un caballo, que estalló cerca de un puesto de control del ejército en la vereda La Estrella, matando dos adultos y un menor de 14 años, y el segundo provocó la muerte lenta y dolorosa de algunos policías que absorbieron cianuro en sus trincheras, disparado con lanza-granadas.
Un minuto después, el desfile folclórico infantil que abrió las fiestas de San Pedro, me impidió el ingreso al hotel y durante una hora disfruté  con el tierno bullicio de esos lirios cándidos que florecen en el huerto de paz en el que se ha convertido la región, cuyos mayores descorren, de a poco, el velo que ocultó durante muchos años el camino de la armonía y el progreso.


Perdón y olvido
Atrás quedaron los episodios que como una mancha sobresalen en la historia de este pueblo luchador como los indígenas Andakí,  que habitaron su territorio y fueron protagonistas importantes de la resistencia contra los españoles. Y como el tribuno del pueblo, José Acevedo y Gómez, de quien tomó su nombre, a quien los mismos indígenas protegieron de las fuerzas de Pablo Morillo, hasta su muerte, en un paraje del sendero que comunica con el municipio de Belén de los Andaquíes, Caquetá.
Como sus antepasados, los habitantes de Acevedo resistieron la ola destructiva del conflicto y hoy, 15 años después de los hechos más dolorosos, sus espíritus rejuvenecen con las brisas del olvido y las conversaciones de paz; sus corazones se abrieron al perdón y a los reflejos del nuevo día, su creatividad se avivó y en los cafetales, su principal cultivo, brilla el verde de sus hojas y de sus granos en maduración.
De acuerdo con los pronósticos, la cosecha de este año será una de las mejores de la reciente historia del municipio y entre los cultivadores se vive un ambiente de optimismo por lo que “puede ser el desquite después de tanto sufrimiento”, en palabras del dirigente campesino Alirio Cuéllar Motta. “Todavía estamos cogiendo algunas pepas de la mitaca, lo cual es un aviso prometedor de lo que será la cosecha de octubre, usted puede ver los cafetales”, dijo.


Convivencia, agricultura y turismo
Los aspectos más favorables no están solamente en la agricultura. También, en materia de convivencia y en obras de desarrollo, proyectadas por el gobierno local a partir de la condición de municipio beneficiario de las obras propuestas para la etapa del posconflicto.
El clima benévolo, de unos 19-21 en el pueblo y entre 14-18 en los sectores altos de la cordillera, el valle del río Suaza, el parque nacional natural donde se encuentra la reconocida Cueva de los Guácharos y la simpatía de sus habitantes, son recursos no explotados turísticamente por causa de las condiciones de orden público que caracterizaron la región y se encuentran dentro de las prioridades que la alcaldesa Luzdey Artunduaga presentó en su programa  de gobierno y en sus petitorios a las autoridades nacionales para que destinen recursos suficientes para la implementación de un sendero turístico.
El parque nacional natural Cueva de los Guácharos es una de las 56 áreas protegidas del sistema de Parques Nacionales Naturales de Colombia y la más antigua, creada en 1960. El parque cubre una superficie de 90 km², 81% de los cuales son de Acevedo y el resto del departamento del Caquetá, en zonas de cuencas tributarias de los ríos Magdalena y Caquetá.
De conformidad con la propuesta, el sendero ecoturístico seguirá las huellas del camino histórico trazado por los indios andaquí, que sirvió para el ingreso de los primeros colonizadores del Caquetá, y por donde caminó durante su refugio el prócer José Acevedo y Gómez, hasta su muerte, en 1817, pasando, lógicamente, por la cueva de los guácharos.
El concejal Jorge Arturo Polanía, de la etnia andaquí, hijo de la gobernadora del cabildo, Olga María Perlaza, trabaja en un proyecto de libro en el que pretende recuperar la historia de la región, desde sus ancestros, sus mitos y leyendas, así como los hechos de la reciente violencia, con el detalle y balance de la barbarie que vivieron los acevedunos.
Polanía sostiene haber encontrado evidencias según las cuales La Gaitana no se suicidó tirándose al río magdalena, en Pericongo, acosada por las fuerzas enemigas, sino que huyó a través de un túnel entre Timaná y Acevedo, en donde murió junto a los anayacos.


Infraestructura
La denominada falla de Timana, que afecta una extensa zona del costado occidental de la cordillera oriental, atenta de manera permanente contra el estado de la vía desde el cruce San Martín, de la carretera Suaza-Florencia, hasta Acevedo. “Son 900 metros fatales, con permanentes cambios imposibles de prever y difíciles de corregir”, manifestó un ingeniero del municipio.
Ya se encuentra adjudicado el contrato para la pavimentación de 7 kilómetros entre La Victoria y San Marcos, en la vía a San Adolfo, dentro de un proyecto de rehabilitación de ese tramo, eje del corredor hacia la cueva de los guácharos, destino turístico “bandera” del municipio.


Los ojos del pasado
Los petroglifos, las figuras hechas por incisión en rocas  son diseños simbólicos grabados por nuestros ancestros prehistóricos, considerados como el más cercano antecedente de los símbolos previos a la escritura. Son los ojos del pasado que nos miran recelosos y cuestionadores, a través de sus derroteros de estilos mágicos, no descifrados todavía. Son como prefacios ilustrativos de la mañana de la especie humana sobre la tierra.
En la vereda Tijiñá, no muy lejos de la quebrada del mismo nombre, a 20 minutos del pueblo, existen numerosas piedras marcadas, muchas de ellas con sus pinturas en decadencia, entre la hierba y la maleza, en un imperdonable irrespeto por la tradición. Uno de los más famosos es el conocido como “los 9 soles”, que aparentemente muestra el sistema solar, muchos siglos antes de Copérnico, Galileo Galilei y Kepler.
Para algunos académicos, las imágenes grabadas sobre piedras no constituyen un lenguaje ni implican un mensaje escrito, a diferencia de los jeroglíficos, las pictografías y otros métodos. Lo que hacen los petroglifos es plasmar dibujos que permiten exhibir una escena o narrar, en cierta forma, una historia. Personalmente, los interpreto como un lenguaje porque son emisiones de señales para un destinatario, aunque el hombre soberano de la tecnología no los pueda leer.


San Adolfo, tras la reconquista de la cueva
Con el rumor de las aguas del río Suaza que bajan atropelladas saltando de piedra en piedra, y el perfume de sus cafetos y plataneras, la vía que va desde Acevedo a San Adolfo es un largo mirador que nos permite apreciar la belleza y feracidad del valle, vigilado por guaduales que baten sus hojas diminutas y se inclinan reverentes por la furia del viento.
Los habitantes más antiguos de Versalles sostienen que Jorge Villamil compuso su tema “Los guaduales” durante una visita a esa vereda  y hasta le mostraron al periodista el sitio exacto en donde estuvo el ilustre compositor. No he visto en ningún otro lugar de Colombia una sucesión de guaduales como la del valle del río Suaza pues en el eje cafetero esta especie de bambú muy grueso y alto, con púas y canutos, crece por secciones de mediana extensión y a ellas los indios Quimbaya las llamaron “cañas gordas”.


Al llegar al caserío, inevitablemente tenemos que volver los ojos al pasado por los testimonios atropellados de la población que se apresura a contar su tristeza, a mostrar las heridas no cicatrizadas que le dejó la violencia guerrillera.
-Este cuartel de la policía es nuevo. El otro fue destruido durante la última “toma”, en 2001, que incluyó los ataques con cianuro”, narró un policía que estaba en la garita de vigilancia.
Huyendo de esas historias escabrosas y tristes, llegamos a la residencia del gestor cultural y guía turístico, Beda Dorado y su esposa, Zuleima Papamija, para quienes es urgente que el municipio de Acevedo se apropie y monopolice la intervención del parque natural Cueva de los guácharos, tras una decisión reciente de Parques Nacionales que le confirmó su dominio sobre la reserva después de muchos años de que su vecino, el municipio de Palestina, liderara la explotación turística, aprovechando que tiene acceso por su territorio.
Propuso, además, que con el apoyo del gobierno nacional se mejoren los numerosos balnearios naturales a la orilla del río Suaza, desde las propias faldas donde brotan cascadas espectaculares como cabelleras de ancianas.
El cerro “Punta”, donde nace el río Suaza y otros pequeños afluentes que lo nutren más abajo, es una monumental fábrica de agua y un excelente mirador, inclusive con vista infinita hacia el departamento del Caquetá y  sus entrañas laberínticas forman otras  cuevas adyacentes a la de los guácharos. Robledales y otras especies representan la mayor parte de su flora y es el hábitat del mono maicero,  el mono churuco, la marimonda, el venado, la danta de páramo y algunas especies de osos pequeños.


La señora Zuleima Papamajoy es otra víctima de la guerrilla y recordó que su padre, Alcibíades Papamija, fue asesinado pocos días después de que en desarrollo de una asamblea obligatoria de habitantes, que convocaban las FARC durante su “reinado”, les “cantó la tabla” sobre sus abusos. “Después de su asesinato, todo el mundo huyó y aquí no quedaron sino los fantasmas”, recordó. La señora Papamija es, igualmente, la responsable del manejo de los puntos “Vive Digital” establecidos por el minTIC  como aporte al proceso de conectividad en distintas zonas del país y como su esposo, es guía turística.

La alcaldesa precisó que la vía desde La Victoria hasta San Adolfo es una carretera departamental y le pidió al gobernador Gonzáles Villa ordenar su mantenimiento permanente.
El corazón, la mirada, los suspiros y los anhelos de los habitantes de Acevedo y sus veredas están puestos en el posconflicto, con la ilusión de un mundo nuevo amenizado por los himnos de sus pájaros emblemáticos, los guácharos, que desde sus encrucijadas oscuras también confían en la preservación de su nicho biológico.
Aferrados a sus palos de cafeto, con la vista puesta en el  nuevo amanecer, los acevedunos piensan y esperan  que con el posconflicto comience su verdadero renacimiento, la convivencia y el progreso.











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