miércoles, 12 de julio de 2023

Paula Andrea Galindo Murillo, la reina de un pueblo huérfano pero feliz

 

En medio del huracán de fiestas que a finales de junio sacude al llamado *Tolima Grande*, entre decoraciones pintorescas, folclóricas y espontáneas; en una fiesta de los colores, la música, el baile, el alcohol y los caballos, el pueblo de Solano se olvidó de sus problemas, de su pobreza, del desgobierno y hasta de los muchachos que persisten en la reimplantación de su modelo social que por décadas funcionó en las regiones olvidadas de Colombia.

Hasta las campanas de la iglesia se callaron y los servicios en los otros templos se aplazaron para dar paso a la lámpara sagrada de la danza, el jaleo, la parranda, el tumulto, la beba y el reinado. Porque Colombia es el país de los reinados. Incluidos el de la coca y el de la corrupción, que son permanentes.


El último día del golgorio, el pueblo reunido en el parque principal, como una inmensa mancha multicolor, en una apoteosis de entusiasmo, enloquecido con las canciones despechadas de la paisa Areliz Henao, eligió su reina, para holocausto del bacanal, la que será la candidata de este puerto al reinado departamental en Florencia, que a su vez escogerá la candidata del Caquetá al Festival y Reinado Nacional del Bambuco, el papá de las fiestas que cada vez tienen menos de folclóricas.

Paula Andrea Galindo Murillo, estudiante de psicología, inteligente, hermosa y simpática es como una primavera de promesas y esta mañana de miércoles me dijo que todavía estaba ensordecida por los aplausos que su talento arrancó al público la noche del domingo último, durante la velada de elección y coronación.

Mientras los ecos del bullicio suenan en los oídos de la Reina Paula Andrea, los habitantes del pueblo  se encontraron de nuevo con la realidad: vieron los altos niveles de turbiedad del agua impotable que les llega durante 3 horas, día de por medio; el restaurante escolar fuera de servicio porque no aparecen los alimentos del PAE; los padres de familia haciendo colas para entregar los alimentos. El día cívico decretado para pasar la resaca transcurrió en un apagón que duró un día y medio, y el operador dominante de la telefonía celular no tuvo señal durante el mismo tiempo porque, como a la pobre viejecita, no tiene dinero para reparar su plata generadora de energía.


Vieron, del mismo modo, a su alcalde desgastado, ya con el sol a la espalda, a quien rechiflaron y acusaron de mentiroso durante una de sus salidas a caballo. Varios politiqueros que ya prendieron motores de cara al botín de los próximos 4 años también estuvieron de cacería.

Y, desde luego, los campesinos, colonos e indígenas, que constituyen la mayor población, casi no pueden regresar a sus parcelas porque el invierno tiene descompuestas las trochas que ellos mismos construyeron pero que el Estado no ha incorporado al sistema vial Nacional y por tanto no ha sido posible su reparación, adecuación y mantenimiento. Y que el *Patrón de Patrones*, gobernador de Caquetá, reivindicó como obra suya.

Bueno, pese a los dolores del pueblo y de su gente, Paula Andrea es la Reina y como tal le corresponde ser vocera de sus paisanos no solo ante los organismos asociados con el folclor y la cultura, sino también ante los organismos seccionales y nacionales, para mostrar las necesidades de la región y denunciar los abusos que por acción y omisión se cometen, aparentemente sin que nadie lo sepa.

Paula Andrea puede convertirse en la primea Reina distinta, que se deslinde de los patrones clásicos que se les atribuyen a ellas y se meta en asuntos que realmente son de interés popular. La voz de una Reina será siempre escuchada por el gobierno y hasta por los políticos.

Porque las telas de los grandes sueños también pueden ser tejidas por las manos de una Reina, Paula Andrea.