viernes, 1 de diciembre de 2023

Pefiles. Misael Perilla Vaca, por fuera de todos los convencionalismos, capaz de conmoverse con las bellezas de la Naturaleza y con los problemas de la gente


Otro que coronó el séptimo piso, un amigo de los genuinos que llegaron a esa selva llamada Caquetá llenos de esperanza
Luis Ángel Sánchez

Desde un minifundio boyacense, muy cerca de la confluencia de los ríos Fuche y Mueche, con los dolores de la violencia y gérmenes de resistencia inscritos con sangre en su ADN por los machetes usados en las luchas de sus mayores, llegó Misael al Caquetá, jalonado por su hermano Gerardo, un visionario social, reclutador y preparador de luchadores durante el auge de la protesta social en la década de los años setenta en el Caquetá.

En su obra Casa Vieja, un  poema en prosa y en verso, que resume su vida y sus percepciones, Misael escribió:

De mi pueblo yo me vine

porque me quedó pequeño

como fue ya hace tiempo

ya soy boyacocaqueteño.

Sumido en la dura perplejidad de no saber cuál es más desalentadora, si la opresión de la llamada clase dirigente o la indiferencia de los oprimidos, bajo la guía rigurosa de su hermano y un grupo de muchachos abrazados a la utopía de la justicia de un país para todos, metido en la lectura y en la práctica social, el joven Misael se transformó en uno de los más fervientes trabajadores de la organización y capacitación social, fundamentales para construir una resistencia al despotismo y al olvido oficial de las regiones apartadas del país.

En una zona convulsionada y bajo la terrible vigencia del llamado Estatuto de Seguridad, pero con un proceso de lucha en crecimiento, sin perder sus condiciones de hombre emotivo y sensitivo con la Naturaleza, Misael también pulió su vena artística. En las reuniones, asambleas, en las protestas y en las recochas grupales, mostró sus producciones literarias que pronto le merecieron un reconocimiento colectivo. El libro citado, Casa Vieja es un estandarte de la creatividad y la imaginación. Personalmente, creo que ha sido insuficientemente analizado por los críticos literarios del departamento. Es un jardín de belleza y de insolencia, desde el corazón de la inconformidad. 


En Misael se funden el pensador, el poeta y el activista social, en una armonía perfecta, su capacidad de réplica es instantánea, son fogonazos, chispas incendiarias o reflexiones y análisis. Su talento siempre encontró en los contornos ingredientes para reforzar sus creaciones, lo que llaman ondas vibratorias que circundan a las personas. Porque hizo de un colectivo excepcional que, del mismo modo, no ha sido evaluado con rigor y del cual no existen relatos escritos a pesar de la inocultable influencia ejercida en el proceso de lucha, en la historia del Caquetá. 

Su vida cotidiana es simple pero al mismo tiempo elocuente y su gracia misteriosa, con el ritmo, que es la flecha del poeta, es un don especial imaginativo y sensitivo a la vez. Porque si una persona no es sensitiva y solidaria no pasa de ser un simple creador de ritmos verbales como es la costumbre. Construcciones gramaticales para adornar, sin producir imágenes vitales que muestren la realidad, agiten los sueños pero que también dejen la huella, el compromiso del autor con lo que define, escribe o canta.



La esencia de la palabra es cambiar la actitud de las personas que aprendieron a vivir en la opresión y en la explotación, es decir, dibujar una realidad, contarla y luchar por modificarla.
Muchos escritores se quedan en el trabajo meramente lingüístico de la descripción, engolosinan a los lectores con figuras literarias pero no dan el paso del protagonismo con sus acciones. Como los futbolistas destacados que viven del aplauso de las masas pero muy rara vez los vemos proponiendo acciones en favor de  esas masas o protestando por los abusos contra ellas..

Estas palabras escritas desde el corazón tienen el propósito de mostrar el perfil de un hombre ejemplar que se pulió, siguió el camino aprendido de la simplicidad, la unidad y la organización, como elementos fundamentales para remover ideas y llevarlas a costas ideológicas muy lejanas a partir de acciones correspondientes con el discurso. Me parece que en el caso de Misael es más elocuente su ejemplo, su responsabilidad absoluta que la ha dado a todos sus actos una significación ética, que nunca se dejó pervertir por el fanatismo, el sectarismo, el radicalismo y todos los ismos afines a la izquierda, tan nocivos en los proceso de lucha. Nos enseñó -y nos regañó- a quienes en ocasiones miramos la realidad a partir de prevenciones políticas o religiosas.

Ah, pero me olvidaba que su repentismo, además de sacar sonrisas, también hace pensar y hoy renuevo la invitación para que releamos a Casa Vieja , como dije, subvalorado por la falta de una crítica rigurosa por parte de los académicos especialiazados en esos temas.


Llegué donde don José

con mi vieja la María

su señora cómo yama

le dije yama María


Donde Luis me fui a comer

con mi amiga la Leonor

él me dijo cómo yama

yo le dije sí señor



Hace apenas unos meses le pregunté:

-Hermano, ¿por qué le gusta tanto la soledad?

-Porque en la soledad está la Libertad: ni se gobierna, ni se obedece, Catañito


Misael es un hombre genial, un curioso de todo; es también uno de los sobrevivientes más representativos y auténticos de una época de la historia del Caquetá considerada como la semilla que casi medio siglo después brotó desde el fango y los cementerios convertida en una flor de esperanza.

Como la serenidad se adquiere cuando la fuerza declina, tanto Misael como sus familiares y amigos históricos, de alguna manera, ya fatigados por mirar las luchas pasadas, vemos cómo nuestros descendientes se mueven por caminos nuevos, menos escabrosos que los nuestros, elaboran y pulen sus sueños a partir de una realidad política que ayudamos a construir. Porque, orgullosamente, tenemos que mostrar la Constitución del 91 como uno de los sueños por los que pusimos nuestras energías y nuestros muertos.

Entre las sombras de nuestros laureles marchitos por el tiempo reverdecen las luchas y se abren las semillas fecundadas por la movilización popular de los años setentas en Caquetá, en la que los pensamientos y acciones de Misasel Perilla Vaca avivaron la hoguera del inconformismo.



En el último párrafo del libro
Casa Vieja, Misael manifestó su aprecio por Chucho Cataño, y no ocultó el dolor por la indisciplina que me sacudió violentamente por la época de la publicación de sus textos. Mi mensaje de aliento y confianza en que podrá salir victorioso, escribió el compañero Misael. 

Ese día lloré como un niño, nunca se lo dije

Pero como dice Vito Corleone en El Padrino, al enemigo hay que tenerlo cerca para dominarlo, me abracé a mi dolor y lo vencí…Días después, Misael me vio victorioso y desde entonces renovamos la lucha que  compartimos en nuestra juventud. El vicio en general es una manifestación imperiosa, es un mandato del instinto y de esa manera es como debemos administrarlo. 

Los estereotipos negativos hacia la vejez y la muerte, que nos han vendido desde siempre, pueden generar fobias, como asociar la ancianidad con la enfermedad y con la muerte inminente. Setenta años no son nada y aunque vivamos cuadrando caja con los recuerdos, pienso que el mayor logro de nuestra vejez es estar vivos en un país particularmente violento, inequitativo, dominado y desgobernado por unos pocos clanes corruptos, infames y criminales.

No olvidemos que el genio no envejece y la palabra es eterna, llavecitas.