jueves, 13 de febrero de 2020

La magia de la Radio, como herramienta para la construcción de Paz, debe reinventarse




La cercanía, la inmediatez, la imaginación y la inspiración de quienes la realizan, hacen de la Radio un instrumento casi mágico para el  tratamiento constructivo de las diferencias, el cultivo de la tolerancia y la promoción de la convivencia.
A pesar del auge de la  tecnología y las redes sociales, la Radio es el medio de comunicación más dinámico y atractivo que sobrevive gracias al vínculo siembre renovado e imperturbable entre los actores de este medio de comunicación, los emisores, y sus oyentes, en campos y ciudades. La magia de las palabras que se meten por entre un micrófono, saltan a un equipo transmisor, ascienden por una antena desde donde saltan al  vacío y se convierten en patrimonio colectivo, logra que, sin autorización, se metan, gloriosas o tristes, falsas o verdaderas, a todas partes y provoquen, además, situaciones comunicativas muy particulares porque el oyente tiene que imaginarse todo a partir de lo que escucha. Un oyente de radio nunca será un individuo solitario porque por esa magia siempre tendrá una compañía.
El ama casa que prepara los alimentos, los conductores de buses, busetas, colectivos y taxis; los lustrabotas -embellecedores de calzado, se autodenominan ahora-, el obrero, el estudiante, el campesino en el surco, todos, pueden escuchar la radio sin abandonar su actividad principal.

Hasta hace pocos años, quienes produjeron la radio, se proclamaban como los ojos, los oídos y la voz de sus oyentes, demostraron que  la Palabra lo es todo, que la Palabra es la vida, y renovaron permanentemente su pasión por el micrófono como instrumento ideal de la comunicación que permite el diálogo para el tratamiento de las diferencias cotidianas, para la consolidación de la convivencia en regiones que históricamente han sido escenarios del conflicto.
Pero la Radio entró en decadencia vertiginosa, golpeada por el auge de las redes sociales que recogieron toda su magia, o mejor, expresaron espontáneamente la imaginación, la creatividad, el buen humor y en general las condiciones que caracterizaron a la buena Radio. Además, a las cabinas de las emisoras llegaron personas sin voz, sin aliento, sin preparación, sin pasión por el oficio y entonces la crisis no es de la Radio misma sino de quienes la hacen. Es triste, pero evidente, que muchas emisoras de radio se convirtieron en flautas que suenan con el aire de las pautas publicitarias del gobierno y de los grupos económicos. A los gobernantes, les maquillan constantemente sus perfiles y a los segundos les ayudan a vender sus productos. Los Periódicos también entraron en crisis y, como la Radio, su decadencia no es por su condición sino por quienes hacen periodismo.

Pero en el fondo de la crisis de los Medios está la concentración del capital económico, que va de la mano  con el llamado capital informacional, mediante el cual el Estado elabora, concentra y maquilla la  información, con la ayuda de los grandes Medios de comunicación. Solo los peces gordos sobreviven..
 En un sondeo con personas que hacen Radio, la mayoría de los consultados admitieron que aunque en la actualidad existen más Medios, hay menos comunicación entre la  gente y en muchos casos, la Radio y las redes sociales, se utilizan para difundir ingredientes contrarios a la convivencia.
Estuvieron de acuerdo en que por las condiciones económicas y formas de contratación, los realizadores de Radio ocupan la mayor parte del tiempo en la búsqueda de anunciantes para garantizar la subsistencia, lo cual, muchas veces incide en la calidad de la producción.
Con todo, muchos radiodifusores, se aferran al concepto clásico de la belleza de la palabra oral en los labios de quienes la pronuncian con espontaneidad, con claridad, con amenidad y siempre en función de los intereses del colectivo, como un contrapoder que lleva la vocería de aquellos que regularmente no son escuchados.
La Palabra de la gente que hace la Radio cotidiana en la provincia, en pueblos y veredas, es reveladora, apasionada, solidaria y gloriosa. Pero, del mismo modo, la Palabra debe ser un acto que convenza, un ejemplo que fecunde. Nuestras palabras siempre deben corresponder con lo que pensamos y lo que hacemos siempre debe coincidir con lo que decimos. De lo contrario, nuestra Palabra sería tan traidora como el silencio cómplice.

Las nuevas condiciones para el ejercicio de la Radio abrieron el camino para las propuestas de la Radio alternativa que ya es más que una ilusión, es una esperanza para un país dominado por el crimen y la fuerza.

El periodismo alternativo desde la Radio es, pues, una opción que nos permite cortarle la carótida a la politiquería en la información y romper esa cadena que condena a los comunicadores a su dependencia del gobierno, de los poderosos, del comercio y de la politiquería.

Un periodismo alternativo que, además, por su carácter horizontal, se retroalimenta de manera constante y pone la controversia fraternal como elemento fundamental en la dinámica informativa que, del mismo modo, genera grupos de estudio y trabajo que no solo contribuyen al registro verdadero de los hechos, sino que también impulsa procedimientos dirigidos a transformar la realidad en donde se ejercita.
El periodista alternativo es, asimismo, un generador de ideas, un inquieto creativo de circunstancias, un inventor de nuevas formas de mostrar los hechos y de explicar sus implicaciones, un analista permanente y a su vez autocrítico que corrige las fallas en un aprendizaje permanente.


La Palabra es el molde en el que vaciamos las ideas. Un molde mágico y sonoro, y la Radio seguirá siendo el verboducto para transportar los pensamientos. 



miércoles, 12 de febrero de 2020

Adiós, a mis “Hasta luego”





Muchos, muchísimos familiares y allegados míos se han apagado, hasta el punto de que ya es más larga la lista de amigos muertos que la de los vivos y vividores. Camino por entre una larga avenida de cruces, semejante al colosal cementerio de Arlington, en donde la simetría de cruces en todas las direcciones impresiona por su rigurosidad y por el origen de esos muertos, que es la guerra.
Muchos volcanes apagados, algunos de dos cráteres, se saludan, extintos bajo la misma causa, la violencia, y las llamas de sus secretos son como las rosas negras del silencio, que también son las flores del dolor y en muchos casos de la complicidad. Otros bajo el hacha de las enfermedades, pero todos van por el camino del gran silencio, el silencio del olvido.
Y como la diversa desigualdad es una condición que vivimos todos los colombianos, hay muertos envueltos en los laureles del éxito, entendido como la capacidad para derrotar al amigo, al vecino, al compañero de aula y montarse en el ascensor social. Murieron, del mismo modo, los amigos tempestuosos, los triviales, los cantores, los poetas, deportistas, los docentes que valen más que los poetas, los luchadores sociales, los que le dieron la espalda al dolor colectivo, los ruiseñores del poder.
A unos les hicieron suntuosos funerales y otros, como el poeta y maestro argentino Almafuerte, llegaron al cementerio escoltados por los niños a los que enseñaba.
Con manos, labios y palabras trémulas, a muchos de ellos les dije “Hasta luego” desde mi blog, siguiendo una tendencia muy generalizada en nuestro medio como es la reproducción y admiración, a veces preciosista, de las tristezas, de las nostalgias derivadas de la muerte de las personas.
Huyendo de esa tendencia, de la atracción que sentimos hacia la muerte y hacia todos los aspectos relacionados con ella, de esa necrofilia que une a las familias de los difuntos, he decidido detener los gemidos, los panegíricos y los ecos del llanto por la muerte de un amigo. Mis “Hasta luego”, como voces de los muertos, serán remplazados por vigorosas “Historias de Vida” con las que mostraré y cantaré los vuelos de mis amigos y exhibiré sus laureles antes que se marchiten con la muerte porque, más temprano que tarde, ese muerto estará solo y le llegará el olvido.
“En vida, mi hermano, en vida”, es un concepto de Pablo Neruda que se ha hecho popular para expresar la importancia de los reconocimientos en vivo, que describan los hechos más  importantes compartidos por las personas que se cruzaron y se mezclaron en el paseo terrenal.
Trabajo en la elaboración de la lista. Y comenzaré muy pronto porque prefiero estrechar la mano calurosa de muchos sobrevivientes de la violencia, de la injusticia y de la politiquería, antes que darle una mirada triste en su féretro y escribir unos recuerdos sin interlocutor.
Quiero charlar, quiero explotar, quiero gozar, quiero llorar pero de alegría; quiero “conspirar” con el buen humor; quiero revivir, quiero escribir sobre la trascendencia política de una generación que lideró el auge de masas para luchar contra uno de los gobiernos más represivos de la historia y que acompañó importantes reivindicaciones para el pueblo caqueteño, como la interconexión eléctrica.
Muchos de esos guerreros y conquistadores sobrevivientes que ocupan un espacio importante, determinante, en la historia personal y en la de mis territorios queridos, Quindío, Huila y Caquetá, estarán aquí muy pronto y como la lírica es “el vestido visible de las cosas invisibles”, vamos a darle a la amistad la dimensión que tiene en la.vida…del mundo de los muertos que yacen en el fondo del alma, vamos al mundo de los huracanes vivientes, llavecitas.