martes, 27 de junio de 2017

Dramas y anécdotas de la cotidianidad en Solano, Caquetá


En una finca donde pernoctamos hace unas pocas semanas, uno de los raspachines salpicaba de sangre su pañuelo al estornudar. Preocupados, sus compañeros le dijeron que se fuera para el pueblo porque esa sintomatología podría corresponder a un problema grave. El hombre, entre inocente y despreocupado, dijo que no podía ir al médico porque estaba enfermo.
En la inspección de Mononguete encontramos un gallo con dos cabezas y en la inspecciòn de Campoalegre, una gallina con 3 patas. En el casco urbano, nacieron dos pollitos que comparten una pata y las señoras de mayor edad aseguran que provienen de un huevo de dos yemas, insuficientemente incubado. Los colonos, indígenas y campesinos atribuyen estos fenómenos a las fumigaciones con glifosato que "nuestro" gobierno ha permitido para congraciarse con su patrón del norte, a pesar de los daños irreparables causados a la naturaleza.
Y en un caso parecido al del raspachín enfermo, un muchacho de 10 años nos dijo que su papá le había regalado libros, cuadernos y enciclopedias pero que no iba a la escuela porque "para qué si no se leer".
Pero un episodio que nos impresionó porque refleja la nociva influencia del conflicto armado en los niños y que se siente con mayor fuerza en estas regiones que han sido escenario de la guerra, lo vivimos en una escuelita muy hermosa, la típica escuela campesina, en el filo de una pequeña colina, de color azul encendido, con corredores amplios que le dan la vuelta y un patio grande en donde se siente desde lejos el cacareo  de las gallinas y el canto del gallo padrón. Mientras hablábamos con la profesora, uno de sus alumnos de 7 años, llegó llorando  y se quejó ante la maestra porque, según dijo, habiendo matado a su compañero, éste no se quería morir. 
En una zona donde se vivió la intensidad del conflicto, en donde el avión fantasma y los helicópteros artillados descargan ráfagas y bombas dirigidas con rayos lásser que enrojecen los cielos en la noche o cuando los policías disparan sus armas pocos minutos después de la suspensiòn del servicio de energía en el casco urbano del municipio de Solano, en lo que llaman entrenamiento o medición de la disposición de combate, los niños juegan sucesivamente a soldados o guerrilleros y convierten palos y piedras en fusiles y bombas...se "matan" los unos con los otros y el niño de la historia, naturalmente, se enojó porque dándole a mansalva a su adversario, tenía que haberse muerto de manera instantánea, pero el muchacho seguía caminando. La profesora los reunió y después de una charla que dirigimos conjuntamente, los alumnos se pusieron a disparar de nuevo, pero frases de convivencia, oraciones de tolerancia y ráfagas de reflexiones sobre la necesidad de luchar constantemente por la paz del país.
Pero el drama cotidiano que viven los campesinos y colonos obligados por el abandono oficial y por su pobreza, es el aprendizaje para sobrevivir de los cultivos ilícitos...estigmatizados, perseguidos y satanizados por las autoridades, son conscientes de los riesgos que implica esa actividad pero ante la falta de alternativas, deben asumirlos aunque les cueste la vida o la libertad. El caso de Arley, un niño "apenas gateadorcito", como dicen las abuelas, sintetiza ese drama y tales riesgos. Sus papás le hicieron una torta, la mandaron a decorar, le pusieron una velita dorada en el centro para celebrarle su primer aniversario. Pero también remojaron con furadán, tal vez el más poderoso matamalezas existente en el mercado, varios trozos de pan para acabar con los ratones de la pequeña parcela. Las trampas fueron colocadas en los habituales corredores de los roedores que en su lucha por alcanzarlos, dejaron caer al piso algunos pedacitos que fueron consumidos por el niño...el bebé fue traslado de urgencia a la capital del departamento y a la finca llegaron muchos vecinos no a la fiesta de cumpleaños sino a una rogativa por la recuperación del pequeño y encendieron muchas velas en una plegaria que se prolongó por varios días. Este tipo de riesgos y los asociados con el conflicto como caer en una mina o ser señalados como guerrilleros o "sapos", tienen que correr los campesinos para conseguir un caldo de papa que se toman como única comida diaria. Y pensar que en las ciudades existen perros, gatos, caballos y otros animales  que viven mejor que muchos compatriotas...cosas de la desigualdad...hasta cuándo????

viernes, 23 de junio de 2017

Animales virtuosos por el río Caquetá

A lo largo de un recorrido por el río Caquetá, encontré 4 animales famosos por sus virtudes asociadas con la vida y con la muerte. Aunque 3 de ellos han sido reconocidos en otras regiones del Colombia, son muy abundantes en el exótico, variado y espectacular zoológico de la selva caqueteña.
La Conga, una hormiga muy peligrosa, capaz de causar con una sola picadura un dolor muscular y una fiebre intensa durante una semana,  considerada como la reina de las hormigas, presenta un singular y cinematográfico caso de transformación en el que la muerte es el comienzo de una nueva vida. Este insecto himenóptero, muy querido por la población indígena y temido por los blancos y negros, tiene una especial predilección por las semillas del yaré, el bejuco utilizado por colonos y campesinos para remplazar al alambre. Las semillas germinan en su abdomen, producen la muerte de la hormiga, que se fija en el arbusto huésped de la planta parásita y pocos días después se pueden observar las raicillas que salen por los ojos, por la boca y paralelas a las patas de la conga. Los indígenas utilizan el yaré -no confundirlo con el yagé- para amarrar las bigas de sus malocas, para la construcción de utensilios de cocina y en distintas actividades de artesanía.
También existe en la región una mariposa de llamativos colores, distintos en el reverso de sus alas, muy voraz, cuyo macho se distingue por exhibir un bellísimo azul tornasolado, del cual también nace otra parásita muy común en la región. El espectáculo que ofrece la germinación de la planta al brotar por los ojos reales y por los ojos pintados de este insecto, es sencillamente abrumador por el contraste de colores que forman un arco iris flotante con los movimientos producidos por el viento suave.
A pocos metros de la desembocadura del río Caguán al Caquetá, y en la parcela de un extraño hombre promiscuo e incestuoso, que tuvo 20 hijos en dos mujeres hermanas y en las hijas de sus hijas, los gallos que salen de las distintas camadas no pisan a sus hermanas, en un contraste con las relaciones del citado colono. Es increíble, pero los descendientes de Chelo, el cojo, como se llama el personaje, tienen que conseguir los huevos para la reproducción entre los vecinos lejanos porque tampoco permiten la presencia de gallos traídos de otros corrales.
Finalmente, la boa, conocida como "el monstruo de Solano", famosa porque se ha tragado atropelladamente y sin mascar, a muchas personas y animales en presencia de bañistas y transportadores, fue vista de nuevo hace pocos días en el antiguo puerto principal, hoy muelle de la inspección fluvial. El último engullido fue un trabajador adscrito al servicio de erradicación de la malaria, quien cayó de un yate y entró directamente a las fauces de la enorme serpiente. Este monstruo de la muerte se mueve constantemente entre la bocana del Orteguaza y el muelle de ese municipio y su vivienda es una insondable cueva que ya comenzó a provocar un serio fenómeno erosivo por cuenta del cual el muelle local podría desaparecer.
PD: a propósito de la conga, a un estudiante de la escuela La Esperanza, a solo una hora a pie del perímetro urbano de Solano, le preguntaron cuál es el insecto que pone los huevos más grandes?
-La conga", respondió el muchacho...
-Explíqueme por qué la conga", le dijo la profesora extrañada por la inusual respuesta...
-Pues a mi papá lo picó una conga y se le pusieron muy grandes", replicó en medio de la ingenuidad y sin sonrojarse por la respuesta.


miércoles, 21 de junio de 2017

Capuchino en una fonda cafetera urbana de Circasia, Quindío


En las montañas, en los valles incendiados por el calor, en las cañadas y hasta en los solares de pequeños pueblos del eje cafetero, se respira, se transpira, se prepara y se disfruta el aroma de este grano, cuyos productos generaron una cultura que identifica y distingue a la región. Y la bebida que se prepara por infusión de esta semilla, tostada y molida, es un emblema colombiano en el mundo.
El asentamiento de los productores cafeteros se hizo después de un duelo inmenso con la naturaleza, a punta de hacha y machete, apoyados por la mula terca y fuerte, y por su persistencia de gotera, por su fuerza y por sus arrestos.
Esta tarde, cuando en Circasia, Quindío, entramos a una fonda urbana, “El café del guadual”, nos encontramos frente a la síntesis del péndulo eterno de la cultura cafetera que oscila suspendido en los hilos del trabajo y la honradez, con los altibajos y brincos tan comunes como su geografía.
Las alegrías por los triunfos y los hechos siniestramente tristes de la violencia, o los saltos bruscos de los precios del grano, se reflejan en las estampas pegadas en sus paredes, en los monigotes construidos por los niños y por recolectores analfabetas, y en los cuadros y elementos desnivelados que cuelgan  por todo el local.
Cuando la tierra gime por los temblores o cuando las chapoleras bellísimas recolectan el grano, se siente el calor del tinto que devora los temores, derrota las amarguras y celebra las conquistas. A un capuchino, que nos sirvieron en un pocillo de esmalte con peladuras, al estilo campesino, le pintaron con la crema una rama de cafeto, como otra síntesis de la imaginación y creatividad de la gente del Quindío.
Y en esa asociación de cosas vinculadas al trabajo cafetero, vimos hasta la maleta grande, de color marrón, para el momento del abandono, de la partida voluntaria o forzosa, para el comienzo de la ruta incierta porque los caficultores –y los recolectores, principalmente, son trashumantes por instinto.
El canasto para la recolección del grano en la mata, el costal 3 rayas, la tolva o cono invertido en donde se echan los granos para descascarar; la tostadora, el molino, la máquina para preparar el café y los pocillos históricos servidos sobre mesas de madera y taburetes de vaqueta, comparten el paisaje de la actividad cafetera resumida en este paradero sencillo pero enormemente significativo.
Campesinos soñadores, o tenebrosos, bebedores, sinceros o ficticios, escondidos en tiendas, cantinas y fondas en medio de la bruma de las montañas; contertulios con las frases de Vargas Vila a flor de labios o con las canciones de Olimpo Cárdenas reventando sus gargantas o rumiando sus sueños, entre luces trémulas, se ven, del mismo modo, en las fotos amarillentas.
Una época que ya no tiene fuerzas para volver porque los de hoy no tenemos conciencia para recordarla pues estamos asustados por este tiempo deforme y azaroso en el que vivimos. Son vestigios de lo que fue, con gérmenes no cultivados de lo que será.
El sombrero para protegerse del sol y de la lluvia y para cubrir sus pensamientos; el carriel, para guardar los documentos, el dinero, los tabacos, los cigarrillos y las fotos de  la mamá, de la amada y o la puta quien, consintiéndolos hipócritamente, les quita el billete los domingos; la ruana, que mantiene el calorcito al final de la jornada, los acompaña en los viajes al pueblo  y cobija sus anhelos, casi siempre frustrados; el apero,  para montarse en el caballo prestado del patrón en las ferias populares que los hace sentir como Atila cuando en su bestia pasaba atropellando la libertad y el derecho; el poncho, los alpargates, el zurriago, la mulera, los zamarros, el rejo y la enjalma para sus labores de arriería cuyos madrazos reverberan  todavía en las hondonadas y desde las crestas de las colinas montañeras. Ah, y hasta la mica o bacinilla para las necesidades nocturnas o para “cagarse en la suerte de los enemigos”, como me dijo uno de los visitantes, hacen parte de los elementos de la raza cafetera.
Saboreando el capuchino, mamá Alicia y mis hermanas Adiela, Martha y Liliana, se transportaron a los tiempos de infancia en la inspección de El Caimo, vereda Golconda, fincas Leticia y El Silencio en donde sentimos con pasión la cultura cafetera que nos marcó con una impronta imborrable como personas de lucha y simpatía.
Cuando pedimos la cuenta, volvimos al presente porque además de los capuchinos desocupamos la vitrina de las almojábanas y las tortas. Después de una carcajada entre bestial y sagrada desde ese recinto del pasado, sentí miedo de mirar el porvenir porque las grandes ideas y los grandes hombres han  desaparecido.

Casa en  Circasia que conserva la arquitectura histórica de esa poblaciónCasa en Circasia que conserva la arquitectura histórica de esa población
Al pie de un costal 3 rayas, lleno de caféAl pie de un costal 3 rayas, lleno de café
Con la crema, le pintaron una rama de cafeto al capuchinoCon la crema, le pintaron una rama de cafeto al capuchino

viernes, 16 de junio de 2017

¡Hasta luego, Mariluz!!

¿Acaso el dolor es una parte de nosotros mismos?
La reflexión transforma el dolor, pero  somos masoquistas y a veces, con los recuerdos, sufrimos por haberlo superado
La muerte pone en evidencia la tormentosa impotencia de todos los esfuerzos que hacemos en la vida y entonces no sabemos cómo vengarnos de la parca.
Cada amigo que se va es un campanazo sobre la cercanía de las sombras de la noche que están a punto de atraparnos.
Cuando en septiembre de 2016 compartimos varios días con los miembros de la colonia de caqueteños en Ibagué, fuimos reiterativos en el abordaje del tema de los recuerdos como una manifestación inconsciente del miedo que le tenemos al pórtico de la vejez, ya próximo, por el cual ingresamos a los jardines de los años postreros.
Y en medio de esta paz triste y precaria que vive Colombia, revivimos los vuelos apasionados de la juventud, como una coraza protectora del terror que le tenemos a la parca.
Y sobre ese valle feliz de griterías, todos supimos que el ala misteriosa de la muerte se extendía entre nosotros, ya por las edades, por las enfermedades, por las contingencias cotidianas, por los accidentes, por el cierre del ciclo generacional.
Hermanos en la alegría, en el ensueño de los recuerdos, en el espectáculo de nuestras vidas, hoy la parca nos demostró que la vida es un columpio desde el cual no podemos saber lo que ocurrirá en los próximos minutos. Las sorpresas, los hechos imprevistos e inexplicables hacen parte de llavero que llevamos en el bolsillo o en la mano. El vértigo del dolor y del mal está ahí pero no lo vemos porque no resuena con la intensidad de las alegrías.

Nunca estaremos suficientemente preparados para el rompimiento de los lazos afectivos que nos unen con muchas personas, en especial con aquellas más cercanas porque muchas veces nos ponemos lejos de la visión de los dolores ajenos y caemos en la insolidaridad derivada de la ingratitud.
La decoración del encuentro de Ibagué fue engalanada por la sonrisa fresca de Mariluz, quien durante varios meses trabajó con intensidad al interior del comité organizador, a pesar de las limitaciones físicas ya impuestas por la enfermedad,  para asegurar el éxito de ese proyecto que creció hasta lograr la presencia de más de 130 caqueteños. En el salón, su rostro encantador como el de una niña, con una extraña belleza y su personalidad funcionando como un imán que atrajo a los asistentes, se ganaron la admiración y el respeto. De hecho, los asistentes le rindieron homenaje con un largo aplauso a instancias del propio comité organizador que destacó su esfuerzo en el proceso de organización del encuentro..
Hoy concluimos que se trataba de una tempestad escondida por las nubes de la falsa serenidad que no dejaba ver a la parca emboscada en el recodo de la mitad del año.
Sin embargo, debo confesarlo, Yo adiviné que esos ojos inquietos de Mariluz habían llorado pues existen almas que no pueden escapar ni un solo momento a las miserias de la vida. Fui a uno de los baños y con una cerveza en la mano también estuve a punto de entrar en llanto. No por sus limitaciones, sino por su valor, por su fraternidad espiritual, a pesar de la penas y dolores que crecían en su interior.
Me guardé ese momento de aflicción que reviví hace una semana cuando Toño Marín me informó sobre la agudización de las condiciones de salud de la querida esposa de Bernardo. Fue un secreto inviolado hasta este momento, tras una corta visita al apartamento de la familia Marín-López, en Ibagué, en compañía de Luis Angel Sánchez, "Eusajo".
Convencidos del fatal e inapelable desenlace, nos miramos durante horas al fondo de nuestros corazones. De manera no deliberada, hablamos como con los ojos vendados, espantados por una realidad que no admitimos, en la sala de su apartamento, esperando a la muerte intrusa que no habíamos invitado.
Fue como una rara fraternidad con la parca que por momentos me hizo pensar en la fraternidad con la violencia que hemos practicado por años en este país casi inviable.
Todas la virtudes, toda la bondad, toda la resistencia del mundo entrarán con Mariluz a la eterrnidad y florecerán sobre ella como un manojo de lirios abiertos para perfumar el sendero que inevitablemente tomaremos -más temprano que tarde- quienes le hemos sobrevivido.
La mano asesina de la parca mandó un batacazo muy cercano, el hedor de su paso nos estremece y sus garras flotan todavía en los contornos. ¡Pongámonos de pie para verla pasar...y para vencer el dolor!!
¡¡Hasta luego, Mariluz!!!