lunes, 24 de octubre de 2022

Universidad de la Amazonia, cosechas sin temperamento

 



Empujado por la crisis permanente que atraviesa la universidad de la Amazonia, y a propósito de la elección de su rector, prevista para este 28 de octubre, tomé el periscopio familiar para hacer una observación de ese centro élite de la academia amazónica, inspirado en la necesidad de formar hombres encumbrados capaces de hacer un paralelo con la intelectualidad de otras zonas del país y en momentos en que el mundo entero se rinde ante el valor inconmensurable de los servicios ambientales, ecosistémicos y de soporte a la vida de la región que le da su nombre.



Lo que veo a través de estos prismas instalados en la granja de descanso en Solano, capital de la Amazonia caqueteña, es una reproducción del  pálido y mediocre progreso de la madre nutricia de la región amazónica, en la que ha desaparecido el alma de esos pueblos, en donde abundan los muertos heroicos que siguen la lucha desde sus tumbas sin encontrar académicos que propicien la revalidación de su pensamiento y de sus virtudes para ponerlas al servicio del pueblo.

La aristocracia mental que se atornilló en la universidad solo ha servido para conducirla hacia su prosperidad física y a la formación de generaciones cuyo academicismo ha desembocado en una intelectualidad dirigida a la resolución de sus problemas particulares, a la cosecha de “triunfos” personales, a la materialización de exitosos proyectos de vida, entendido el éxito como la habilidad para buscar el metal, el dinero y las mercancías. Y la capacidad para joder al otro.

Lo que veo es la fisonomía promedio de un centro de educación superior y por ninguna parte encuentro personas o grupos de conductores, de reflectores brillantes capaces de convertirse en eje del desarrollo social, económico y político de la región. Esa flora exquisita del pensamiento que pueda atraer la atención del mundo hacia sus riquezas hídricas, hacia su flora y fauna exóticas, hacia la quietud de su selva. Que seduzca la mirada y conquiste la admiración de los colombianos y el reconocimiento internacional.

Aunque giré mi periscopio, no encuentro a los pensadores, a los poetas, a los artistas, a los administradores,  a los científicos, a los investigadores que, egresados de la Uniamazonía, le den dirección a una región caracterizada por el contubernio vergonzoso de la audacia y la ignorancia. Una sociedad “dirigida” por el “Patrón de patrones”,  que busca la cura de su propia insuficiencia; un pueblo que tuvo como alcaldesa a una exreina del bambuco y a un candoroso pastor de la iglesia, léase, del negocio, de la tristemente célebre María Luisa Piraquive, como gobernador. Que tiene, del mismo modo, a las dos cabezas visibles de los partidos tradicionales, condenados por graves delitos, después de que las luchas populares sacudieron al pueblo de la tenaza hegemónica godoturbayista.


Un departamento en donde la resignación y la sumisión bufa sustituyeron la beligerancia de las épocas de lucha popular que  recordamos con nostalgia Su espíritu combativo ha sido transformado en una melancólica, desentonada y ridícula banda  de aplausos. Un pueblo olvidado y en el que la corrupción y la incapacidad de sus dirigentes ha campeado a lo largo de sus más de 42 mil kilómetros de extensión.

Y es la Uniamazonnia responsable de estas ausencias y de otras, expresadas por ejemplo en la vigencia de congresistas acerebrados, cuyos votos han sido conquistados a fuerza de retóricas basadas en doctrinas hipotéticas y en sus virtudes comerciales, cuando no comprados con los dineros de la corrupción. Los principales frutos de la cosecha de la universidad son los filósofos de la conveniencia, los inventores de la moral como antídoto contra el inconformismo, los licenciados en reproducción de los valores de la ideología dominante, los profesionales de la mentira, los abogados de sentencias inapelables que matan la controversia constructiva y, en fin, de los autosuficientes de mirada agresiva con la que tapan su incapacidad.

Veo, del mismo modo, excepcionales muestras de profesionales honestos egresados de la Uniamazonia, brillantes exponentes del genio y el ingenio caqueteños en distintas partes del país. Pero, “¿qué puede hacer un hombre dónde ha muerto un pueblo?”.

Veo, en el interior de la universidad, muy pocos sobrevivientes de aquellos grupos que entre los estudiantes y docentes propusieron con vehemencia otras orientaciones, incapaces de  sostener un esfuerzo, a causa del sectarismo que dispersa los sacrificios de los espíritus inquietos y rebeldes. O por el miedo ante el despotismo que sucedió al nepotismo característico de algunas administraciones dentro del roscograma que ha manejado nuestra Alma Mater.  Son demasiado débiles para provocar los cambios que necesita la universidad.

Veo que muchos luchan sin éxito –como el movimiento que puso al recordado estudiante  Albeiro  al borde de la muerte por su heroísmo frente a la indolencia del entonces rector Leonidas Rico, a quien las mieles del poder modificaron su universo cultural hasta el punto de convertirse en el único directivo que ha puesto las bestias del ESMAD en los predios universitarios para golpear a los estudiantes, traicionando una tradición de hombre de izquierda y dirigente sindical del magisterio.  


Mientras en la universidad de la Amazonia no se abran los espacios para la confrontación y el debate saludables, y el unanimismo sea el común denominador en la toma de las decisiones que la enrumban, las próximas promociones de egresados no serán más que soberbios dioses de la academia.

Los integrantes del Consejo Superior de la Unimazonia tienen una gran responsabilidad, a propósito de la elección del nuevo rector, pero, específicamente, le corresponde al presidente Petro, a  través de los delegados del alto gobierno, cortar de raíz los votos de “viveza” y de confabulación, votos de rapiña que históricamente han frenado el desarrollo del Alma Mater de la Amazonia.

En ese limbo de componendas y “muñequeo”, en donde muy pocos se alzan contra la corrupción y la impunidad; en ese laberinto donde crece un rebaño dominado por el ejercicio tormentoso y criminal de la politiquería, le corresponde al nuevo gobierno proponer con autoridad el comienzo de un nuevo proceso en el seno de la Uniamazonia.