viernes, 24 de abril de 2020

Día del Idioma. "Lenguaje inclusivo", "latiguillos" o disidencias lingüísticas

Los cambios del lenguaje no generan cambios sociales, pero los cambios sociales sí pueden generar cambios en el lenguaje

La Palabra es el molde en el que vaciamos las ideas que salen de la boca y de las manos de los humanos de distinta condición: Rubén Dario, Víctor Hugo, el obrero, el embolador; García Márquez, Vargas Vila; la señora de la tienda, la secretaria; Ramón del Valle Inclán, D`Annuncio; el vendedor de comistrajos, la puta esquinera; Maeterlink, Fernando Vallejo, el ladrón, el político, el corrupto –que son el mismo-; el niño, del anciano y hasta del lenguaje mímico y de señas utilizado por los sordomudos. 

Además de ser la herramienta para la exquisitez de la métrica, de la elocuencia, del temperamento, de la crítica y hasta para describir la impotencia y la mediocridad, la Palabra también es rebelde, es superior a las normas que pretenden definirla y gobernarla. Me propusieron un debate sobre este aspecto.

En el día del Idioma Español es oportuno y conveniente referirnos al uso afectado del Idioma por parte de personas influenciadas por supuestas "autoridades" que ocupan posiciones sociales o políticas "destacadas": el esnob, que ha desembocado en las llamadas disidencias lingüísticas, como una salida para huirle al sexismo, por la creencia de que si no se modifican algunas expresiones se puede caer en la discriminación.

El género gramatical no tiene nada qué ver con el sexo y el uso genérico del masculino para designar los dos sexos es una expresión elaborada por los hablantes y en consecuencia no tiene sentido forzar las estructuras lingüísticas por creer que la sola utilización de las formas puede cambiar la exclusión social de las mujeres y de las personas agrupadas en los colectivos LGBTI. 
La tristemente célebre providencia judicial que conminó a la administración del Distrito Especial de Bogotá, hace tres años, a utilizar el "todos y todas" acentuó la utilización de formas incorrectas para estar a la moda, más que una contribución a la igualdad. El lenguaje no se regula en las academias y mucho menos en los juzgados. El lenguaje lo regulan los hablantes. El monumento a los colonos, en Florencia, Caquetá, será siempre "los muñecos" y los habitantes de este departamento serán siempre caqueteños porque es el uso y no las normas las que regulan el lenguaje. En Neiva, el puente sobre la quebrada Rioloro, en la carrera 7 con avenida circunvalar, será siempre "puente torcido" y en Armenia, Quindío, a la avenida "Los Camellos" no le podrán imponer otro nombre aunque hayan retirado el monumento del enorme mamífero artiodáctilo en el cruce de la citada avenida con la carrera 19. Lo mismo sucede con los apodos, hasta el punto de que muchas personas no son reconocidas sino por su remoquete. 
Por qué tenemos que pasar al género femenino los nombres de algunas profesiones???
¿Me tocará imponerme un apodo y declarar en lo sucesivo que soy un periodisto, porque periodistas son solo las colegas??
Jorge fue víctima de la guerra...sujeto masculino, adjetivo femenino
Mónica es un alud...sujeto femenino, adjetivo masculino.
Francia Márquez es un símbolo de la lucha contra la discriminación...sujeto femenino, adjetivo masculino.
Además, por economía del lenguaje, porque en aras de la no discriminación tendríamos que utilizar frases largas. El abuso sexual es un delito frecuente y entonces un titular para mencionarlo, sin discriminar al  género, sería más o menos así:
Un violador y una violadora de niños y de niñas fue capturado por policíos y policías...sencillo, violador fue capturado por la policía.
En estos angustiosos momentos derivados del impacto cruel de la pandemia, no hemos escuchado críticas ni peticiones para el uso del "lenguaje inclusivo" por el uso cotidiano de los términos contagiados y muertos. Sería demasiado penoso escuchar la lectura de boletines en los que se dijera, por ejemplo: "hoy hubo 500 nuevos contagiados y 400 contagiadas; y 150 muertos y 140 muertas".
El uso correcto del idioma no es discriminatorio y, además, las prácticas discriminatorias no se  acabarán con el uso que proponen personas como el juez de la tutela. Es más productiva la lucha contra las condiciones que generan la exclusión y la discriminación, que el debate por el uso del llamado "lenguaje inclusivo" pero -por la influencia de los grandes Medios de comunicación-  las prioridades se han modificado de tal manera que son más importantes los jugadores de la Selección Colombia, que los líderes sociales que acompañan a las comunidades en sus dolores cotidianos.
Las condiciones de igualdad no se garantizan por el uso de formas idiomáticas sino por la actitud de la gente, principalmente de los dueños del poder. Es evidente que sí existen expresiones verbales sexistas pero los ingredientes semánticos, morfológicos, sintácticos que no hagan relación explícita entre  género y sexo, no son sexistas.
El entorno natural de esta discusión es el campo político puesto que, exclusivamente, el cambio social puede generar un cambio en el lenguaje...y no al revés. Porque el lenguaje es una expresión del pensamiento y de las costumbres de la sociedad. Tenemos que cambiar primero las condiciones de desigualdad, exclusión y discriminación de las  mujeres y eliminar los estereotipos y paradigmas impuestos por una sociedad machista, reproducidos de manera constante por los modelos educativos. Es el prototipo social el que impone la desigualdad, no el lenguaje.
Esos "latiguillos" gramaticales son producto de las peripecias mentales de algunos académicos que se creen depositarios de la gran lira semántica pero olvidan que las causas del irrespeto y la violencia contra las mujeres y grupos minoritarios no están en el uso del lenguaje sino en la naturaleza excluyente de las clases dominantes.
Un hombre y una mujer que cometan delitos contra el uso correcto del idioma serán apóstatas de la ortografía, de la semántica, de la fonética, del estilo, de la sintaxis. Yquienes no luchen para romper las actuales relaciones de exclusión e injusticia contra todos los colombianos, serán traidores antes que impostores de nuevas formas de comunicación que no corresponden con el modelo social.







miércoles, 22 de abril de 2020

Día del Idioma Español. La palabra puede dibujar la vida y la muerte , sin sentirlas

Así como las casas se construyen con ladrillos, con las palabras construimos los "verboductos", mágicos, sonoros, embriagadores, descriptivos, soñadores, y también alcantarillas putrefactas, mentirosas y ferozmente destructivas. Porque la palabra es el molde en el que vaciamos las ideas.
La palabra es poderosa, construye, destruye, puede ser mentirosa o verdadera y con ella podemos sobrevivir después de la muerte pues el hombre pasa, la palabra queda. Las palabras son inmortales y, deslizándose desde el cerebro del niño, de la abuela, del artista, del sabio, del ignorante, del premio Nobel de Literatura, caen al papel, a los computadores, a los micrófonos y entonces se producen las distintas formas comunicativas.
El silencio, es su antípoda, porque es una sombra aprobatoria del bien y del mal. La indiferencia no es nada, es un miedo, es una traición al punto de vista, a la opinión personal. Por eso es que los tibios ayudan a la propagación del crimen. Y cuando ese silencio proviene de quienes tenemos  la capacidad para interpretar los símbolos de la realidad, es un crimen cometido con alevosía  contra la humanidad entera
El único silencio justificable es el provocado por la parca, es el silencio inmaculado de la eternidad, cuando comienza la inmortalidad de lo que dijimos y escribimos antes de ingresar al seno de las tinieblas. El diálogo silencioso y perpetuo con lo desconocido, sin rodilleras, sin azote, sin conveniencias, sin maquillajes, sin amigos, sin enemigos. La muerte es, por eso, la Libertad absoluta.
Pero solo en las manos y en la boca de aquellos que sienten el dolor ajeno, la Palabra es bella y elocuente. Y en quienes luchan por la Libertad y por la Justicia social, la Palabra es reveladora, apasionada, solidaria y gloriosa.
El apostolado de la palabra es y será siempre la simiente de la vida porque ella crea, propone, dinamiza la vida de los pueblos y los salva de la infamia de la mentira y del engaño. Los trabajadores de la palabra debemos ser fieles defensores de la verdad y con nuestra capacidad perceptiva, con nuestra fuerza moral, convertirnos en voceros de la gran conmoción dolorosa del colectivo que en medio de la pandemia del coronavirus recibe anestésicos para el hambre y para la reflexión, disfrazados con grandes ojos, labios sonrientes y corazones generosos.
La Palabra debe ser un acto que convenza, un ejemplo que fecunde. Nuestras palabras siempre deben corresponder con lo que pensamos y lo que hacemos siempre debe coincidir con lo que decimos. De lo contrario, nuestra Palabra sería tan traidora como el silencio cómplice.
Porque somos hombres de palabra, escribámosla correctamente.
Porque somos hombres de palabra, hablémosla con propiedad.
Porque somos hombres de palabra, pongámosla en el muro de la eternidad.
Porque somos hombres de palabra, ¡hagámosla cumplir!


domingo, 12 de abril de 2020

Un día en cuarentena



El canto de los pájaros y los gallos, el bramido de las vacas, la agitación del viento y la nariz fría de Teo en mi frente, me despertaron a las 5:30 de la mañana y antes de ponerme de pié vi el aviso del control social que en un lado dice coronavirus y en el otro, cuarentena. Un aviso lapidario con perfume de tragedia.
En estos momentos, cuando la naturaleza indignada con el hombre que se cree su dueño, lo contempla burlona en su soledad, surgen momentos caóticos, aparecen las dudas y tambalean  las teorías científicas, geopolíticas, sociales y también las asociadas con el comportamiento humano durante un confinamiento.
Con el auge de la tecnología y las redes sociales, brotaron los apóstoles de la especulación, la hechicería, la superstición y el miedo, en un mundo ignorante manoseado por la ideología dominante y proclive a la subordinación y a las explicaciones inmateriales e ilógicas de los fenómenos naturales
En medio del desamparo aterrador fomentado por los grandes Medios de comunicación hablados y audiovisuales que por causa del encierro rescataron a sus oyentes que estaban fugitivos por la lambonería, las mentiras y las manipulaciones, a la mayoría de colombianos les tocó apretarse en esas casas y apartamentos diminutos, como cajas de fósforos, financiadas por el Estado. Pero, qué puede importarle al gobierno y a las clases dominantes la humillación del encierro en esos calabozos donde muere la dignidad nacional?. A otros nos tocó el confinamiento entre cafetales, guamos, guaduales, arroyos, naranjos y pájaros.
Después de un baño con agua caliente y un café especial preparado por mi sobrino, el "loco" Javier, cuyo aroma despierta una voluptuosidad casi morbosa, enciendo el televisor y me encuentro con la imagen del presidente Duque, una rara mezcla de histrión y bacán, quien lee en el telepronter una retórica ajena con las estadísticas de la evolución de la pandemia en el país.
De verdad -le digo a mi cuñado Alberto, "el Pato" Ramírez- estamos en un país en decadencia, y no precisamente por el Covid-19 sino por el tipo de personas que lo desgobiernan con su farsa, que no saben qué es lo que quieren, ni hacia dónde se dirigen. Una agrupación híbrida de corruptos y falsos académicos que por cuenta de coronavirus alcanzan protagonismo.
A las 7 y media, un rayo provoca el apagón que me libera del despiste presidencial y entonces voy a la cocina, abro la nevera y saco huevos, cebolla tomate y arepas para el desayuno de los 5 individuos que nos movemos entre las vacilaciones, los sustos,  el mamagallismo,  las esperanzas y en general entre todas las manifestaciones que distinguen la cobardía, en una pequeña parcela del municipio de Salento, Quindío, muy cerca del poblado Boquía, por donde pasó el libertador Bolívar en su último viaje hacia Santa Marta.
Apenas acabo de poner la "chocolatera" cuando llega el lechero con 5 litros acabados de ordeñar. La fragancia de la leche cruda me pone en el ordeñadero y entonces los recuerdos desfilan entre la boñiga y los accidentes con los animales cachudos en el corral...cachudos pero no de los inocentes, sino de los buenos.
Mi hermana Martha sale de sus alcoba y me interroga:
-Esto será duradero?
-Lo de Duque?
-No, tan bobo, lo de la cuarentena...
-Este duelo entre la Naturaleza y las glorias del hombre, entre los ultrajes y el Medio Ambiente que resiste; entre los poderosos, los soberbios, los individualistas, los científicos y los analistas de la geopolítica, será una transición dolorosa anormal, como un castigo.
-Pero tranquila que esta sombra no será eterna, le repetí, porque, de verdad, de los 5 confinados, ella es la más trágica y a cada momento se refiere a la gravedad y deja ver su pesimismo y su miedo, pero también su capacidad organizativa y preventiva entre los "desordenados" del grupo, que somos los demás.
Después del desayuno se volvió rutinario la presentación de un balance personal de la situación, el informe general sobre los últimos hechos, las noticias de la familia y amigos más cercanos y, desde luego, el análisis de esta coyuntura de amenaza. Caracterizados por nuestros espíritus contestatarios, sensibles al dolor colectivo, formados en el debate pero del mismo modo implacables en la crítica a las clases dominantes y corruptas que han gobernador al país, cada uno puso su punto de vista, con la impronta de la rebeldía instintiva. Ah, y unidos por una condición especial, el uso del lenguaje coloquial que para muchos es irrespetuoso e irreverente pero para nosotros es la más sencilla, clara, frentera y breve forma comunicativa.
-Los lloriqueos por las muertes de los médicos son "chimbadas" llenas de hipocresía...por qué a cambio no les dan dotaciones adecuadas?, manifestó Javier.
-Los médicos y los Maestros son muy importantes para la sociedad pero mientras los profesores se movilizan, los "doctores" apenas miran por las ventanas de sus consultorios, opinó Alberto , y nos regaló una de sus quintas:
"En cuarentena seguimos
la distancia conservando
y nuestra manos lavando
porque de casa no salimos
con este virus rodando"
-Estoy muy triste por la muerte de los médicos...y esto apenas comienza, dijo Martha, con evidentes señales de miedo.
-Mas grave que esta puta pandemia es el cáncer de Petro, observé levantándome de la silla.
-La elocuencia de su palabra, la vehemencia de su carácter y el conocimiento del país han ayudado a levantar a Colombia y sus ideas han sido el alimento para la lucha contra la corrupción, la discriminación, la injusticia y el despotismo, les dije.
Después del almuerzo, y también como un ritual, tocamos a todo el mundo, entre madrazos y caracterizaciones graciosas y realmente irrespetuosas...el Presidente y su incompetencia, los funcionarios que se roban las ayudas para los más pobres, la situación de los millones de compatriotas que se levantan la comida con el rebusque, las maricadas que nos llegan por el whatsapp, los analistas que le atribuyen el virus a una siembra selectiva por parte de los chinos, el Papa solitario que muestra sus riquezas mientras millones de personas mueren por el hambre, la "ñeñepolítica", el silencio del Fiscal con su amigo presidente y hasta los memes más dolorosos por cuenta del coronavirus.

La tarde nos deja tiempo, también, para la lectura y escritura mientras que Martha y Geraldine bordan en silencio sobre unas toallas que aspiran a poner en los baños dentro de 5 años cuando cese el miedo que siembran desde el gobierno y las iglesias. 
Por la noche, también como rutina impajaritable, la televisión es el programa obligatorio. Por decisión mayoritaria, me tocó regresar a las lágrimas de las telebobelas pero también gozo con las buenas peliculas a través de Direct Tv.
Me voy a la cama con más enredos que un bulto de anzuelos:
-El coronavirus es una excusa para desgravar la deuda mundial?
-Vivimos el colapso liberal global?
-Estamos en una guerra biológica?
-Quedaremos más quebrados que huevos en accidente?
-El malestar social podrá conquistar las reivindicaciones populares?
-Cómo serán los controles sociales después de la pandemia?
-Los trabajadores de la salud aprovecharán la crisis para mejorar sus condiciones laborales?
-Los avances científicos no son tan reales como lo proclaman?
-Los controles se extenderán a los Medios para maquillar los efectos del coronavirus?
-En Colombia está controlado el virus, o la información?
-Se inventarán un nuevo modelo económico, distinto del capitalismo?
Desde la lontananza del sueño vi a Colombia, un país ya muerto para la justicia social, agonizando para la libertad, con su gente proscrita en su propia tierra...y como en la guerra, a sus "dirigentes" pegados de las estrías del virus, como de una ubre generosa que alimenta su corrupción congénita.
Y cuando ya me desconectaba, el perro Teo aulló con un silbido que desastilló las veraneras que mi hermana Martha cuida con esmero especial...de acuerdo con papá Jesusma, cuando un perro aulla, anuncia un hecho grave...
Pero Yo siento un desprecio sublime por el peligro...

miércoles, 8 de abril de 2020

El cafetal desnudó mis recuerdos, dolores y alegrías

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En una loma pequeña, pero empinada, de la finca Kajamarca, municipio de Salento, en medio del rumor de las aguas del río Quindío, los golpes fantásticos de un pájaro carpintero copete rojo, repetidos por el eco desde la cañada, y la algarabía de un grupo de chapoleras y recolectores, sentí el regreso a mi vida pasada al percibir el olor indefinible de la miel de un grano de café maduro que le arrebaté a una planta y llevé a mi nariz.
¡Cómo es de bella la vida cuando al oscurecerse se llena de gratos recuerdos!, pensé, como este momento cuando el néctar de la pepa roja me puso sobre un gigante arbusto de café arábigo en la vereda El Caimo de Armenia, en donde viví mi mejor infancia y en donde sentí los primeros impulsos de mi imaginación creadora.
Metiendo la mano dentro del "coco" que remplazó al canasto de los recolectores, y siempre con el olor y los matices del grano maduro, entre arena, astillas, hormigas y hojas secas, comparé cada pepa que cae al recipiente con las palabras que también se desprenden desde el cerebro y caen a la pantalla en blanco del computador.
Los recuerdos empezaron a caer de la misma manera y como una velada solitaria vi a mis padres en el "tajo" y en la cocina, las noches estremecidas por el miedo, agrandado por el sonido de la sirena instalada en la alcoba; la misteriosa zanja defensiva, cuya desembocadura nunca conocí y las noticias de la radio sobre las últimas incursiones de "Sangrenegra", "El mosco" y otros "bandoleros" que se movieron por el eje cafetero, relatadas por las voces magistrales de Julián Ospina Mercado y Armando Osorio Herrera en el famoso e igualmente legendario "Reporter Esso". Ah, y las pilatunas de la "Escuelita de doña Rita", con Teresa Gutiérrez, Efraín Jiménez y el mencionado Armando Osorio, quien fue el "inspector"
Pero, asimismo, los pintorescos relatos de los labriegos mientras tomaban su cena -inevitablemente con fríjoles- en una mesa larga, y después el llamado de mamá Alicia al grupo familiar para dar la gracias por "las bendiciones de este día". Cuando la noche empezaba a extender sus alas sobre los guaduales, guamos, plataneras y palos de café arábigo, mi mamá Alicia nos llamaba a la mesa de tablas, en donde media hora antes habían comido 25 recolectores de café y en medio de la frijolada hacía una corta oración de agradecimiento por “el pan de este día”.
En verano, verano, el sol se escondía entre una llamarada y desde la finca de la vereda Golconda, se observaban las luces intermitentes de Armenia.  En el horizonte se perfilaban las siluetas del alto de la línea. Un tinto humeante unía al grupo antes de las 8, en un ritual inaplazable, mientras una a una aparecían las estrellas como mariposas gigantes. Y, uno a uno, los labriegos iban soltando apuntes de su cotidianidad, reciente o lejana, de sus encuentros amorosos, de sus afanes en el surco, del drama de la jornada, de los “galones” de café recolectados; de la penuria para traerlos hasta la tolva, del chocolate derramado, del filo de su machete, del sombrero roto, de la culebra, del gusano “pollo” que los pringó; de la arepa quemada, del caballo colorado, de la enjalma rota, de la muchacha de la cocina que a veces le echaba dos carnes al desayuno; del encuentro con los guatines o guaras del Huila y Caquetá. 
Los más imaginativos mencionaban las peleas con el tigrillo y la danta y los más pequeños gozábamos con esas historias. Las mujeres cosían y hasta bordaban a la luz de las velas moribundas. 
Algunas se aventuraban a contar sus picardías, expuestas a los regaños de las mayores. Mi hermano mayor y otros muchachos mostraban los trompos y las bolas de cristal ganadas en la escuela y yo mencionaba las carreras en la juega de “la lleva”, para distraer la atención de quienes me vieron en el rajadero de leña con la prima que llegó de Ulloa al comienzo de la semana. Con apenas 7 años, descubrí, entonces, que todos tenemos una historia para contar y quedé marcado por ese ensueño infantil, como la visión impresionante de una rosa que se abre en nuestra presencia; fue como el primer beso con los relatos, con la tradición oral, con las "películas" de la gente.

Además del fascinante perfume de la baba pegajosa del café maduro, esta semana -60 años después- volví a emocionarme con el olor de la hierba recién cortada, con el pico de marfil del pájaro carpintero, con el aire campesino y con el lenguaje procaz de los recolectores, verdaderos personajes de la vida cotidiana.
Es la cultura de lo inmediato, la vivencia del día a día, de todo a
quello que tiene que ver con la vida de la gente, con su trabajo, con sus idilios, con sus anhelos, con sus fatigas y con sus conquistas. Es la cultura de un pueblo, es la cultura cafetera, son los corazones de todas las personas que se mueven alrededor del grano; de los antecesores que hicieron rugir la selva y soportaron todas las tempestades; que convirtieron a Colombia en un territorio fértil para las cosechas y para la convivencia. Del mismo modo, las historias de otros personajes complementarios de la actividad cafetera: del chofer, del comprador, la profesora de la escuela veredal, del negociante de plátano y naranja, y hasta del sacerdote que esperaba a los campesinos en la misa de 10 de  la mañana todos los domingos.

Me estremecí con los recuerdos de las páginas infantiles que llegaron impulsadas por el viento de la mañana y sentí el calor de las cenizas de los años quemados. Escuché el rumor de los cuentos y los viví como un poema; sentí la música interior de aquel ensueño y vi cómo los cafetos se sacudieron con el aterrizaje de las invocaciones, como un conjuro que trajo la belleza de las cosas muertas.

Ante el avance acelerado del crepúsculo de la vida, me aferré a este momento, percibí el cafetal como mi entorno natural, sentí que un rocío de ternuras caía sobre mi y reviví las primeras caricias y besos que me dieron debajo de un frondoso cafeto algunos años después. 
Me emocioné con el proceso organizativo y de luchas del pueblo, cuando los campesinos, docentes, trabajadores, algunos sacerdotes y religiosas se unieron y con una vitalidad de fuerza reclamaron con vehemencia sus derechos y propusieron opciones para caminar hacia el bienestar de la comunidad.
Por momentos necesité valor para recordar mi vida pasada, específicamente cuando la película pasó por los años violentos de la llamada "guerra del Caquetá", el narcotráfico y los últimos años del conflicto armado con las FARC-EP.
En el cafetal también acaricié las imágenes que brotaron a borbotones sobre mis expediciones al volcán Puracé y al nevado del Tolima, así como la expedición a USA, entre tormentas de ansiedad, angustia y felicidad. Y, desde luego, la felicidad por la firma de los acuerdos de Paz que marcó el comienzo de la sustitución de las armas por las palabras para dirimir las contradicciones sociales políticas y económicas que enfrentaron de manera sangrienta al pueblo colombiano.
En fin, no cabrían en este relato todas las vicisitudes y metamorfosis de mi vida llena de ruidos y armonías que se extienden melancólicas, unas, fosforescentes, otras, sobre la perspectiva desalentadora que perfila la emergencia derivada del ataque del Covid-19.
En la noche mientras escuchamos las noticias dramáticas en relación con la evolución de la pandemia, le pedí a mi sobrino, el "loco" Javier, quien después de varios años de estudios y una práctica permanente con el negocio del café, ya tiene el reconocimiento de Maestro Tostador, que me hablara un poco de del fin del proceso que se inicia con la recolección del grano.
"Una taza de café es el proceso o la cadena que se inicia desde la genética del árbol, el cultivo, la recolección, el beneficio y la misma preparación", me dijo para empezar. La mejor taza de café la definen las preferencias, los gustos del consumidor, pero por lo general se busca un café que tenga un balance entre el ácido, el dulce y el cuerpo, añadió tomándose un sorbo de un café filtrado que prepara con meticulosidad, en un ceremonial repetido que incluye el precalentamiento de los pocillos, la preinfusión de la bebida para disfrutar los aromas y el servido con aristocrática atención. Y como sabe de mis preferencia por el espresso sencillo, me puso el néctar de los 14 gramos con la temperatura y  presión adecuadas. En cuanto a los cafés especiales me explicó que reciben ese nombre porque son cultivados en zonas especiales, con cuidados igualmente especiales, con tecnologías de procesamiento y producción únicas, que no tienen defectos y por tanto dan una taza exclusiva.
Aunque para muchos, en el crepúsculo de la vida todo se oscurece y sus asuntos se tiñen de miedos y negruras, personalmente me siento feliz entre los perfumes del café, cuya cosecha ya comienza, entre pétalos de flores que encuentro en el camino, entre el canto de los pájaros que llenan el alma, como el Mochilero en el Caquetá, y el Carpintero en esta región cafetera.
Este desfile perturbador de muertos por el coronavirus es la voz de la Naturaleza ultrajada, el reflejo brutal de las alteraciones y, como una metáfora tenebrosa, esos muertos velarán nuestras vidas, serán el pasado vivo de una especie que invadida por el individualismo  y la insolidaridad, es demasiado pobre para reconocer su fracaso.
Mientras tanto, con el pocillo pequeño en la mano zurda, recuerdo una sentencia según a cual los dolores provocan fraternidades pasajeras.