domingo, 7 de mayo de 2017

Tutunendo, un nido melancólico al pie del río y las cascadas



En Tutunendo, un corregimiento y balneario turístico cerca de Quibdó, se ven muchos niños y mujeres jóvenes, pero en sus calles maltrechas y en sus casas sin adornos, sin gracia,
vi el alma de los viejos fundadores de una estirpe de héroes
ya vencidos por la exclusión y la resignación.
Parece el asilo de la raza quibdoseña, es como un nido grande al pie del río que le da su nombre y cuya brisa lo recorre suavemente y le regala un perfume singular que atrae a muchos turistas. Es que su nombre se deriva de una palabra de origen embera que significa ‘río de aromas’.
Al río le tributan numerosos afluentes de agua pura a los que caen varias cascadas. A una de ellas los locales le dicen "Sal de Frutas" debido al aparente efecto de efervescencia que produce el agua al golpear contra las rocas.
La simpatía de sus habitantes y el gris profundo del río que por momentos se altera con la espumas del jabón de los bañistas y las lavanderas, son un imán que atrae a muchas personas los fines de semana y en temporada de vacaciones. La presencia de los visitantes es una liturgia, una feria semanal durante la cual se exhiben los productos de la región, entre los que se destacan el banano, los dulces y algunas artesanías.
La creciente contaminación de las aguas del río es una amenaza grave, sobre lo cual los dirigentes locales deberán trabajar de manera inmediata si se pretende conservar el atractivo turístico de este corregimiento.


La carretera que conduce a Medellín corta el caserio y las filas de casas a lado y lado de esa vía se ven sucias y cansadas por el polvo derivado del paso constante de los vehículos.
Muchos sueños de amor se han materializado en el río Tutunendo. Los niños que asisten juntos a la escuela terminan profundamente enamorados y es en el agua donde descubren sus cuerpos y de manera natural surgen las distintas formas de amarse. También en el río se inician las tragedias y se relatan las historias de júbilo o de dolor de sus habitantes.
-Largos sollozos, gritos ahogados y crisis de llanto son comunes en el agua y en la arena, dijeron 3 jovencitas que esperaban a sus amigos, a quienes citaron con 15 días de anticipación.
Las playas de todo el mundo son grandes auditorios del amor...y del odio. Del mismo modo como fecundan las emociones, la imaginación se adorna con el paisaje, con la flora de este reconocido sector espléndido de la geografía chocoana. Tutunendo es, claramente, un espacio cultural de la región.


En el Chocó, como en todas las comunidades afrodescendientes que he visitado, se percibe la desaparición de la igualdad entre los hombres, se palpan las categorías de oprimidos y opresores, como una herencia infame, como el desarrollo de la maldición bíblica lanzada al hijo de Noe que vio a su padre borracho y desnudo, extendida a todos sus descendientes. En nombre de esa maldición surgió la desigualdad, cuya forma más primitiva es la esclavitud. La forma de vida actual de las comunidades afrodescendientes es, sin duda, una forma de esclavitud moderna.
Por esas condiciones es que la belleza de la geografía chocoana tiene un aroma de letargo armonioso, propicio para la la contemplación y la reflexión. Por momentos, siento que la gente tiene este sitio como un refugio para sus penas, un analgésico para sus dolores.


A la orilla del río, con una perspectiva de encanto, desde donde el rumor de las aguas y la algarabía de los visitantes se escuchan como una sinfonía arrulladora, está "Villa Cerbe", la cabaña de los profesores Libia Bejarano y Braulio Moreno, cuyo nombre es un homenaje a la querida matrona doña Cerbelina Córdoba de Bejarano, tronco de una reconocida familia de docentes, quien nos acompañó en la visita a este maravilloso sitio.
La calma es absoluta, los ojos puestos en el gran estanque que forma el río y aspirando la brisa perfumada, inevitablemente nos damos cuenta que las sensaciones en la hora crepuscular de la vida son intensas y profundas, menos fugaces. El tiempo pasa lento, suave, taciturno y observando una pareja que juega en el agua, revivo mis primeras tempestades del corazón y también las primeras borrascas del pensamiento que me separaron del fanatismo religioso heredado de mis padres.
El espíritu desfallecido se rejuvenece y la imaginación se adorna. Las constantes atenciones por parte de los profesores, la simpatía de los residentes y visitantes, así como la belleza de las mujeres chocoanas que llegaron al río, completaron el cuadro.
Entonces, regresé a la edad bendita de la juventud.




















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