martes, 31 de marzo de 2015

CUANDO LLEGARON LAS PALOMAS




Desde la Biblia se relata cómo Noé envió a una paloma después del diluvio a buscar alguna señal de vida, la paloma regresó con unas hojas de olivo en el pico, como señal de que la Tierra estaba reverdeciendo y que todo estaba nuevamente en paz después de la tormenta.
Fiel, dócil y generosa, la paloma por su labor mensajera, ha prestado un gran servicio  de  comunicación entre los hombres.

Aunque varios lustrabotas del parque Santander -o plaza Pizarro- de Florencia se disputan la condición de haber sido los precursores de la presencia de las palomas que ahora le dan un toque ambientalista y hospitalario a este sitio de la capital caqueteña, todo el gremio se preocupa por el bienestar del ya crecido número de aves y su polluelos que pían sonoramente desde muy temprano en los altos palomares frente al histórico hotel Plaza.
El "viejo Guatu", uno de los más antiguos emboladores del parque principal de la ciudad, y todos sus colegas, manejan por estos días una carreta común encaminada a despertar el interés de la gente hacia los animales ornamentales, su respeto, su  participación en el suministro de alimentos y en el cuidado  y mejoramiento de las casetas de alojamiento e incubación de las mas consentidas mascotas del departamento.
El viejo anhelo de tenerlas cerca, junto a los zapatos que lustran, debajo de las casetas construidas después de muchos esfuerzos y cantaletas, se hizo realidad tras numerosos intentos desconocidos por la mayoría de las personas que desfrutan con la presencia de estas aves,emblemáticas de la paz y la reconciliación.
Un día se robaron varias palomas del batallón Juanambú, pero aparentemente tenían algo de mensajeras porque al día siguiente regresaron a la unidad militar, en donde algunos soldados regaron el chisme alusivo al intento de trasplantar las aves al parque principal y el comandante de entonces vino hasta donde los emboladores y les advirtió sobre las sanciones que les impondría si persistían en ese proyecto.
En un segundo intento muy recordado, reunieron 6 parejas llevadas desde la naciente invasión de Las Malvinas, pero los animales estaban tan hambreados que todas las emboladas del día fueron para el maíz. Dos días después, y ante la incapacidad para sostenerlas, las devolvieron a sus dueños, unos campesinos de Cartagena del Chairá, pero aprendieron una lección de biología según la cual las palomas tienen uno de los más altos metabolismos entre todas las aves, lo que las empuja a comer de manera casi compulsiva.


Pasados algunos meses, hicieron una colecta porque la idea de poblar el parque con palomas les daba vueltas en sus cabezas. Compraron 30 ejemplares, entre los cuales llegaron mensajeras, moñudas, calzadas, de toca, de castilla y comunes , pero las deficiencias de las viviendas, la humedad y la escasez de alimentos, facilitaron el desarrollo de una peste que las acabó sin contemplaciones. Pero su discurso se mantuvo con los clientes cotidianos, entre quienes estaban voceros representativos del gobierno, los gremios, los comerciantes y medioambientalistas.
Esa carreta reiterada empezó a producir palomas que, acomodadas en sitios  adecuados levantados con la colaboración de particulares y algunas autoridades, se multiplicaron en una promisoria población que ya es reconocida por propios y turistas. Además, ofrece un ambiente de tranquilidad y vistosidad, atractivos especiales para la población infantil, al estilo de los grandes parques del mundo.
"El cuento se mantiene", asegura Guatussi, pues no siempre tenemos que hablar de la "mechita" de mi alma, el América de Cali. Porque las necesidades de alimento, vivienda y droga son crecientes debido al aumento de la población y por eso, con cada lustrada, con cada cepillada, con cada "encharolada", los "lustras", le meten el cuento a sus clientes aunque ya se hayan retirado un poco del entorno de las palomas, por disposición del gobierno que los ubicó en el primer piso del edificio de la administración municipal.
Cuando se produce un ruido inusual en el parque, su cielo se engalana con parches multicolores que cada vez son más grandes y bulliciosos en la capital del Caquetá, una región sacudida por la violencia, cuyos habitantes reclaman con vehemencia el regreso de la paz, cuyos símbolos, las palomas llegaron un día y se quedaron para siempre en el seno de la ciudad. 

1 comentario:

  1. Recuerdo más a Guatussi que las palomas, la verdad. Pero me gustaba más el parque original, lleno de palmas y otros árboles originarios, con montículos y grama que servían para jugar a las escondidas, antes que un alcalde (el padrino de mi hermano) lo demoliera para hacer un negociado y convertirlo en desierto.

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