miércoles, 22 de abril de 2020

Día del Idioma Español. La palabra puede dibujar la vida y la muerte , sin sentirlas

Así como las casas se construyen con ladrillos, con las palabras construimos los "verboductos", mágicos, sonoros, embriagadores, descriptivos, soñadores, y también alcantarillas putrefactas, mentirosas y ferozmente destructivas. Porque la palabra es el molde en el que vaciamos las ideas.
La palabra es poderosa, construye, destruye, puede ser mentirosa o verdadera y con ella podemos sobrevivir después de la muerte pues el hombre pasa, la palabra queda. Las palabras son inmortales y, deslizándose desde el cerebro del niño, de la abuela, del artista, del sabio, del ignorante, del premio Nobel de Literatura, caen al papel, a los computadores, a los micrófonos y entonces se producen las distintas formas comunicativas.
El silencio, es su antípoda, porque es una sombra aprobatoria del bien y del mal. La indiferencia no es nada, es un miedo, es una traición al punto de vista, a la opinión personal. Por eso es que los tibios ayudan a la propagación del crimen. Y cuando ese silencio proviene de quienes tenemos  la capacidad para interpretar los símbolos de la realidad, es un crimen cometido con alevosía  contra la humanidad entera
El único silencio justificable es el provocado por la parca, es el silencio inmaculado de la eternidad, cuando comienza la inmortalidad de lo que dijimos y escribimos antes de ingresar al seno de las tinieblas. El diálogo silencioso y perpetuo con lo desconocido, sin rodilleras, sin azote, sin conveniencias, sin maquillajes, sin amigos, sin enemigos. La muerte es, por eso, la Libertad absoluta.
Pero solo en las manos y en la boca de aquellos que sienten el dolor ajeno, la Palabra es bella y elocuente. Y en quienes luchan por la Libertad y por la Justicia social, la Palabra es reveladora, apasionada, solidaria y gloriosa.
El apostolado de la palabra es y será siempre la simiente de la vida porque ella crea, propone, dinamiza la vida de los pueblos y los salva de la infamia de la mentira y del engaño. Los trabajadores de la palabra debemos ser fieles defensores de la verdad y con nuestra capacidad perceptiva, con nuestra fuerza moral, convertirnos en voceros de la gran conmoción dolorosa del colectivo que en medio de la pandemia del coronavirus recibe anestésicos para el hambre y para la reflexión, disfrazados con grandes ojos, labios sonrientes y corazones generosos.
La Palabra debe ser un acto que convenza, un ejemplo que fecunde. Nuestras palabras siempre deben corresponder con lo que pensamos y lo que hacemos siempre debe coincidir con lo que decimos. De lo contrario, nuestra Palabra sería tan traidora como el silencio cómplice.
Porque somos hombres de palabra, escribámosla correctamente.
Porque somos hombres de palabra, hablémosla con propiedad.
Porque somos hombres de palabra, pongámosla en el muro de la eternidad.
Porque somos hombres de palabra, ¡hagámosla cumplir!


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