lunes, 25 de noviembre de 2019

Por pretensiones de las petroleras: Caquetá, entre la lucha y la crucifixión

Por caminos que son como enormes serpientes distendiendo sus anillos, llegaron al municipio turístico de Morelia casi 3 mil campesinos, quienes a las canciones de sus parcelas les pusieron las letras de sus anhelos, de sus triunfos y también de sus dolores. Se trata de la mayor movilización en la historia reciente del Caquetá, promovida por los ambientalistas que se oponen a la pretendida licencia por parte de la empresa Emerald Energy para adelantar labores de exploración y explotación petrolera, en el marco del proyecto conocido como Bloque El Nogal, considerado como un referente de la resistencia a la puesta en marcha de la denominada “locomotora energética” en la Amazonia.
Reviviendo las grandes movilizaciones campesinas de la década de los años 70, el coliseo cubierto de la población, situada a solo 20 kilómetros de Florencia, se convirtió en un jardín lleno de rosas, flores y animales amazónicos fotografiados en pequeñas laminas como emblema de la diversidad y riqueza de los recursos naturales amenazados por la incursión de las empresas petroleras. Y en su reverso, la palabra NO, que fueron agitadas constantemente durante la intervención de la empresa en la que mostró los estudios según los cuales el impacto de las actividades de exploración y explotación del petróleo no compromete la biodiversidad y asegura mejores condiciones económicas para las comunidades.
El obispo de la diócesis de Florencia, monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo, abrió la audiencia programada en desarrollo de los trámites legales previos al licenciamiento y citando las palabras del Papa Francisco y de su encíclica sobre el medio ambiente, dijo que es un asunto moral la definición de nuevas actitudes frente al cuidado de los recursos naturales. Monseñor Mejía insistió que el pontífice hizo un llamado a proteger a nuestro planeta de la degradación medioambiental y cargó contra el actual sistema económico que explota los recursos naturales sin consideraciones éticas o morales.
Como si hubieran salido de sus propias entrañas, las palabras del prelado fueron interpretadas como un apoyo real a las aspiraciones de los campesinos, como bálsamo a las heridas que ya les han provocado los procesos preliminares por parte de la empresa china.
Un documento de los personeros municipales, la intervención de la directora ejecutiva de la vicaría del Sur, Yolima Salazar, y la exposición de los expertos de la fundación Terrae, desbarataron los argumentos de la empresa y con estudios técnicos y económicos conceptuaron que por ese camino del petróleo el Caquetá y la Amazonia no serían más que panoramas de devastación, como antesala de su conversión en zonas desérticas.
Unidos por la fuerza de los argumentos, muchos campesinos, con sus manos y sus voces temblorosas relataron las penas anticipadas, los dramas derivados de su lucha por la defensa del territorio y denunciaron, inclusive, haber recibido maltratos y heridas de bala en medio de las protestas que han realizado en varias zonas de los municipios de Valparaíso y Milán, otros dos territorios incluidos en el proyecto El Nogal.
Y en nombre de las almas primitivas, los voceros de las comunidades indígenas se mostraron perplejos por “tantos estudios, tanta academia y tanto dato con los que nos quieren transfundir en el alma de los nuevos conquistadores”. Para ellos, el sol que ilumina sus territorios y el agua que los riega, son las mayores riquezas y todo lo que se haga en su contra es un crimen y quienes lo promuevan son unos impostores, apóstoles del mal y de la mentira.
-No es violentando la naturaleza como vamos a construir una patria mejor para nuestros hijos, dijo un campesino, tras contar cómo las aguas de su finca ya tienen altos niveles de contaminación. Reclamó actitudes más consecuentes con la naturaleza y dijo que acabado el conflicto con los grupos armados, ahora le toca a la gente reconciliarse con los recursos naturales, deteniendo las agresiones y las costumbres que han destruido y agotado muchas de las riquezas del planeta.
En medio de esa afirmación vehemente de esperanza, los asistentes dejaron constancia de su negativa a la presencia de la empresa que pretende adelantar las actividades de exploración y explotación petrolera y le pidieron a la ANLA -Agencia Nacional de Licencias Ambientales- no otorgar la autorización respectiva, pues, como dijo otro líder, “no queremos que el dolor siga siendo parte de nosotros mismos, como lo fue durante la violencia que empezamos a dejar”.
-Tenemos que honrar la naturaleza, dijo un sociólogo, después de cuestionar la dinámica acelerada de adjudicación que en el Caquetá en pocos años ha implicado la conversión del territorio amazónico en un territorio estratégico para el sector petrolero, que responde a la necesidad de encontrar nuevos espacios, antes vedados, para continuar con la lógica producción que beneficia principalmente a los poderosos países consumidores.
Mirando el cielo, el campo, los árboles, los ríos, las pequeñas fuentes de agua, las abejas que extraen el néctar del alma de una flor y contemplando la masiva asistencia a este acto, con un pueblo expectante, bajo la lluvia del jueves 15 de marzo, tomo una foto, pienso en la belleza del entorno y mi alma sensitiva percibe que sin la lucha cotidiana la vida se abrevia.
Presiento que si la empresa recibe la licencia solicitada no será, justamente, por la argumentación técnica y económica -que fue pulverizada por los expertos- se abrirán las puertas del escándalo y me imagino la tristeza y el enojo de las comunidades. Pero, del mismo modo, las veo poniendo sus alas en la cruz esperando el momento de la lucha. O el de su crucifixión.
Y también deduzco, que el hombre, empujado por su ambición, deshonra la Naturaleza y la mancilla con su presencia irresponsable.
¿Habrá algo más vil que la ambición?
¿Y más noble que un campesino?

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