martes, 10 de mayo de 2016

La Tata, esplendorosa decoración natural en el Quindío cafetero



La fiesta del verde en todas sus tonalidades, la gama cromática del firmamento, el olor de la vida saliendo de la vegetación, los robles, los sauces, los nogales, los aguacates y las plataneras, rodean los cultivos de café, en el departamento del Quindío, que constituyen un área única de Colombia declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

De manera paradójica, el paisaje cafetero quindiano configura una armonía entre los contrastes de la topografía con su apoteosis de colores, el resplandor del amanecer, la dulzura del crepúsculo, la palidez de las nubes y el color púrpura de las tardes en las extensas planicies o en las montañas coronadas por cerros que apuntan al cielo, en cuyos cafetales y entre telarañas formadas por ríos y arroyos,  cientos de hombres y mujeres recogen el grano rojo grana, precursor del mejor café del mundo.

Y en medio de esa perspectiva encantadora, como la materialización de un sueño, como el ideal tomando forma en la armonía del color, en la perfección de las líneas geográficas y en la calidez característica de los  herederos de la cultura paisa, se encuentra "La Tata", una hacienda donde se enseña cómo se cultiva, se recolecta, se beneficia, se seca, se trilla, se tuesta el grano y se prepara el café, cuyo aroma y sabor son famosos en los más cotizados restaurantes de las principales ciudades del mundo.

Empezamos el recorrido muy temprano, desde luego, a bordo de un williz, modelo 54, repotenciado con un motor grande y mantenido de manera impecable. El guía comenzó su inducción después del saludo protocolario en el que dejó ver su cordialidad y manejo del tema cafetero.


Tras su reconocimiento como “Paisaje Cultural Cafetero", se redoblaron los esfuerzos para dimensionar la cultura cafetera a niveles que permitan su conservación, sostenibilidad, integridad y autenticidad como vínculo sagrado del hombre con la naturaleza. Entonces,  se puso en marcha una estrategia dirigida a potenciar turísticamente los recursos propios de la cultura cafetera, incluídos los componentes fundamentales de su condición, como son la simpatía, la “picardía” -o tendencia permanente a utilizar expresiones de doble sentido en sus conversaciones- la solidaridad y el amor al trabajo.
En el departamento del Quindío se generó en los últimos años una nueva industria, a partir del paisaje cultural cafetero, y de manera progresiva los productores remodelaron y adecuaron sus fincas para alojar a miles de turistas de todo del país y del extranjero que llegaron a su territorio, atraídos por las campañas promocionales del llamado eje cafetero en distintos medios de comunicación, siempre amparados en la declaratoria de patrimonio por por parte de la UNESCO.


 El contacto con el espacio verde genera unas condiciones especiales que caracterizan a sus habitantes quienes, además de su simpatía, desarrollan habilidades especiales para sus relaciones con la naturaleza hasta el punto de conocer el cielo y sus señales para determinar el tiempo de lluvias o las época de siembra de sus cultivos de pan coger, alrededor de sus fincas, como maíz, yuca, fríjol y hortalizas. Asimismo, muchos de ellos pueden determinar la dirección donde se pone el sol, a partir del color de las hojas de las algunas plantas parásitas o establecer el sitio en donde se esconden el escorpión, la araña y la serpiente. A esas potencialidades excepcionales se les conoce como sabiduría popular, que incluye, del mismo modo, la capacidad para predecir eventos y para reconocer plantas medicinales.

Durante el recorrido, el guía de "La Tata" nos indicó, además, que el recolector, la mula, el arriero, las chapoleras –mujeres recolectoras- y el jeep, son los componentes principales de la cultura cafetera, pero los arrieros y los jeeps –vehículos construidos por los americanos durante la segunda guerra mundial- son, quizá, los elementos de mayor recordación, convertidos en verdaderas leyendas de la cultura popular en las zonas productoras del grano. A los conductores de los jeeps, algunos los llaman "los arrieros modernos", pues conservan algunas "virtudes" de aquellos, como su condición de correos humanos, la simpatía y hasta sus habilidades de seducción de las mujeres campesinas.



La arquitectura de sus viviendas, en el campo y en los asentamientos urbanos es, del mismo modo, muy similar, con casas de solares grandes y corredores anchos, construidas principalmente con guadua -cañazas o tacuaras también conocidas como bambú americano- y una mezcla de barro y estiércol de ganado bovino. Por lo regular, las viviendas son construidas cerca de los guaduales, que dominan las orillas de las quebradas que cruzan el paisaje.

En "La Tata", los visitantes pueden transitar los caminos que se meten por entre cafetales, cuya vista aérea muestra la perfección de la línea que evoca el ensueño entre la desnudez de la vegetación. Todas las casas por donde cruzan los senderos, son despensas de productos agrícolas y depósitos de simpatía de los humildes campesinos, indicadores de que en ese territorio siempre ocurren cosas buenas. Los animales más fuertes dominan, los otros se acomodan; los pájaros ofrecen su concierto como himno triunfal de la libertad, los recolectores cantan solitarios en el surco y en los cafetos las ramas florecidas de blanco indican que habrá una excelente cosecha.

Metido en el cafetal, entre la aroma de la hierba, la blancura de hostia de las flores, los lineamientos mágicos de los surcos y la miel de mucílago del café, se percibe una sensación combinada de voluptuosidad y melancolía, una misteriosa mezcla de grandeza y perfección que jamás se siente en la ciudad aunque vivamos en condiciones de máximo bienestar. Esa carga visionaria pasa por el alma en ondas que renuevan y entonces uno piensa que de verdad el Quindío es el corazón del eje cafetero.


Las chapoleras -las mujeres recolectoras del grano- son un capítulo singular en la cultura cafetera. Valientes,sensibles, cariñosas y simpáticas, muchas de ellas van al "corte" con sus hijos o compañeros y en muchos casos superan los promedios de los varones. Con su voz tocada por el "siseo" del lenguaje paisa, una de ellas nos dijo que nunca dejará de ser romántica aunque "me toque cargar el bulto de grano recolectado o arrear una mula". De ellas se dice que en las noches silenciosas salen a recibir los besos que sus amantes les mandan con los rayos de la luna.
Un vehículo hace dos recorridos diarios por los senderos de  "La Tata" con el fin de evacuar el grano desde los cafetales hasta el sitio de despulpe o pelada, operación que se realiza, del mismo modo, todos los días por cuanto el azúcar que protege el café comienza su fermentación tan pronto es desprendido de la planta. La pulpa es utilizada para procesos de fertilización y el grano es sometido a lavado y secado, de manera tradicional, al sol, o en en modernos silos eléctricos.

Como una obra de pintor desconocido, el café seco es trasladado a la trilladora en donde por procedimiento de trituración especial, se separa la cascarilla de la almendra, que va directamente a la Federación Nacional de Cafeteros para su exportación y pequeñas cantidades se reservan para la preparación del café particular de la hacienda, el café Batará.

En "La Tata" está representada con honor la simpatía y laboriosidad de los colonos Antioqueños, quienes llegaron en el siglo XIX, que persiste en la actualidad y ha creado una economía y una cultura profundamente arraigada en la tradición de la producción de café, cuyos sucesores han sabido velar  y prolongar con tacto exquisito y en busca de que lo violento sea sustituido por la tolerancia y la convivencia, en una búsqueda permanente de las condiciones favorables para el desarrollo pero siempre en medio de la belleza natural, ensoñadora.


Porque en la época de nuestros antepasados no se había escrito todavía el verso blasfemo de la amistad y la vida pasó siempre entre la luz de la armonía y el trabajo. Porque la gente del Quindío y de toda Colombia quiere rescatar la tranquilidad que le han robado al paisaje cafetero y a sus habitantes. Los paisas quieren hundirse en la bondad del olvido y están seguros que poco a poco reconstruirán su armonía y su felicidad.

Bienveidos a "La Tata", en donde se viven los momentos más fantásticos para la meditación pues los murmullos gimen, las palmas bailan, los arroyos cantan y la luna se levanta silenciosa en el oriente, como una hostia gigante sostenida por las manos invisibles del dios de los Quimbayas.










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