viernes, 7 de agosto de 2020

Batalla de Boyacá

 Después del drama inmortal de batallas, lágrimas y sangre que fue la guerra de la Independencia, se acabó el heroísmo del pueblo en defensa de sus derechos. Independencia del yugo español, servilismo ante la oligarquía criolla déspota, corrupta y excluyente

El 7 de agosto es considerado como Día de la Libertad. Una celebración nominal porque, ¿habrá Libertad real cuando los obreros que producen la riqueza, padecen grandes necesidades; las comunidades afrodescendientes, excluidas e insultadas; los niños consumidos por el hambre en los sectores "marginales"; los campesinos harapientos que mueren por falta de atención médica; las mujeres violadas por miembros de los grupos armados, legales e ilegales...y por particulares; hombres asesinados en presencia de sus familias; líderes sociales asesinados sistemáticamente por la defensa de los intereses colectivos; un gobierno corrupto, déspota y ahora teocrático que se niega a darle cumplimiento a los Acuerdos de Paz y se muestra indiferente ante los asesinatos de guerrilleros desmovilizados; y los políticos de espaldas al pueblo partiendo, de manera virtual, la torta  del nuevo periodo presidencial?. Las olas de la corrupción se rompen contra el pecho del pueblo inerme que, apegado a los mandatos, pide misericordia y espera el milagro de los pocos luchadores que se levantan en medio de este torbellino de la nueva Conquista para despertar el alma de la protesta. Este es el momento actual, 201 años después de la gloriosa Batalla de Boyacá. Colombia es un paraíso, pero para los poderosos, para la politiquería y para la corrupción.

En la conmemoración de la gloriosa Batalla de Boyacá cabe mencionar un episodio heroico ocurrido en desarrollo de esa justa, que está asociado al llamado "reclutamiento de menores", un tema manejado demagógicamente por el gobierno y los políticos. Mientras la lucha sea legítima, también los niños pueden colaborar, como colaboró Pedro Pascasio Martínez, de apenas 12 años, quien hizo prisionero a Barreiro y lo entregó a Bolívar la noche del 7 de agosto de 1819, pocas horas después de terminada la batalla de Boyacá. El menor es, además, un ejemplo de honestidad pues no se dejó sobornar por los ofrecimientos que le hicieron los "realistas". 

Simón Bolívar expidió el decreto de la 'Orden de Boyacá' para enaltecer a todos los batallones y escuadrones que participaron en la memorable Batalla de Boyacá. La orden se prostituyó, como tantas cosas de la lucha libertaria, y hoy en Colombia, por asuntos de la politiquería, esa alta distinción es como un cigarrillo, que no se le niega a nadie...a ningún lagarto, naturalmente. Alcanzó hasta para Norberto, un reconocido personaje del mundo de los estilistas.

¿Cómo hablar de Libertad y evocar los nombres de los grandes patriotas y mártires de la independencia cuando su obra ha sido destruida por los nuevos amos que, paradójicamente, reciben el aval electorero del pueblo al que tienen sometido?.

Confiemos en que tantas luchas, tantas vidas, tanta sangre no serán en vano y que un día no lejano podamos poner en el Congreso y en la Casa de Nariño a legítimos, auténticos voceros populares para hacer de Colombia na nación más justa.

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