viernes, 22 de mayo de 2020

Ochenta y siete años sin Vargas Vila, una columna de fuego demoledora de ídolos y convencionalismos


Comparto con muchos trabajadores de la palabra, profesores de Literatura y amantes de la lectura, la opinión muy generalizada según la cual en Colombia no se ha hecho hasta el momento una crítica literaria objetiva de las obras de Vargas Vila, ni un cuestionamiento razonado de su pensamiento, ni una valoración de su estilo, de su lenguaje, de sus posiciones políticas, de su defensa del libre pensamiento.
Gravemente herido por causa de su estilo virulento y mordaz contra el despotismo, la tiranía, el dogmatismo, los privilegios del clero, se convirtió en un virtuoso del vituperio pero del mismo modo en un usuario magistral de las palabras. Aunque, desde luego, en su producción también existen muchas estridencias insustanciales y excesos, principalmente asociados al desprecio por las mujeres, por el amor, por la vida, por la familia y por la muerte.
Muchos "críticos", desconocen que Vargas Vila, apenas con 16 años, se enroló en las tropas rebeldes del General Santos Acosta y 8 años más adelante fue secretario del General Daniel Hernández, durante el alzamiento que este oficial dirigió contra el entonces presidente Rafael Núñez, durante el cual venció a las tropas oficiales en la batalla de Humareda.
Huyó al Casanare, en donde otro Genearal, Gabriel Vargas, lo acogió y fue allí en donde surgió su estilo panfletario y demoledor que lastimó a los "líderes" de la llamada "Regeneración Nacional".
Considerado como el pensador más elocuente de su tiempo, no ha sido suficientemente estudiado pero sí constantemente satanizado, principalmente por las Iglesias y por los sectores dominantes de la sociedad, por causa de su mordaz acento condenatorio contra los opresores y violadores de los Derechos Humanos y principalmente de la Libertad de Prensa, desde las páginas de sus libros que son, a la vez, hermosas piezas líricas. Porque además de guerrero fue un poeta.

En una de sus piezas autobiográficas, el autor reconoce que "detrás de Ibis y Aura o las violetas no hay sino literaturaje y politicaje despreciables, dignos de quedar enredados en las selvas bárbaras que atravesé" y se lamenta de haberles dado mucho valor y encariñarse de ellas.

Porque sus críticos no conocen o desconocen de manera deliberada obras como De la Historia, Ars Verba, Laureles Rojos, Verbo de Admonición y de Combate", Prensa Libre, La Conquista de Bizancio, Césares en Decadencia, Los Parias, Los Divinos y los Humanos, Los Parias, entre otros, que son excelsas pinturas de la tiranía y de lucha por la Libertad y por la Verdad, de manera contundente, permanente y siempre leal a sus principios.
Fue tanto el odio que despertaron sus obras, que se ofrecieron jugosas recompensas por la captura -vivo o muerto- del hombre que inauguró el estilo incisivo y abrasador contra los poderosos. Además, se recurrió -como sigue ocurriendo hoy- a la difusión de de noticias falsas sobre el autor, como asegurar que su misantropía, su misoginia, su odio a la iglesia católica nacían del hecho de ser hijo de un cura y una monja. Que era homosexual, que apoyaba acciones terroristas, que presidía sesiones de satanismo, que era impotente y hermafrodita.


Los curas amenazaron con las llamas del infierno a sus fieles y calificaron de grave apostasía la lectura de sus obras. Paradójicamente, las noticias falsas como las amenazas, aumentaron su popularidad y en varios países sus obras fueron leídas con entusiasmo y la crítica internacional le otorgó el título de Maestro. 


En el prefacio para la edición definitiva de sus obras, enfermo y casi ciego, Vargas Vila escribió que "miraba la llaga miserable de su corazón" y admitió que fueron las tragedias de su espíritu las que les dieron vida a sus obras: "la sal de mis angustias regó el prado en que nacieron esas rosas violentas y líricas, llenas de un perfume de desolación".

En La Simiente, personalmente veo un autoretrato de Vargas Vila en el protagonista Leonardo Bauci, serio, franco, voluntarioso, pero rudo a la vez, quien en una de las veladas a las que concurrían sus más allegados, sostiene que "es el milagro de pensar lo que engendra la gloria de vivir".
En la introducción de la edición de sus obras completas, Rubén Palacio Viso sostiene que "las obras de Vargas Vila son más que un monumento literario de un hombre que llenó el fin de un siglo y el comienzo de otro. Es la voz de un hombre que entre clamores y batallas sembró en las almas el más loco amor por la Libertad"
Y para cerrar, de Ars Verba, extraigo esta sentencia que se refiere la inmortalidad del pensamiento y de la palabra: "solo la muerte hace enmudecer al Genio...y el Genio empieza a vivir el día que muere".
Vargas Vila nos dejó un ejemplo de lucha y de elocuencia. Quienes aprendimos algo de su vida entendemos por qué los dueños del poder intentan eliminar a los hombres que buscan la Libertad. Y en Colombia, son muy frecuentes y crueles los casos en que esos intentos son materializados.

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