sábado, 10 de agosto de 2019

Personajes de la vida cotidiana. Taita Gregorio Garcés, un grito y una cátedra desde la Amazonia ultrajada

Sus relatos espontáneos y curiosos, pero también objetivos y absolutamente verdaderos, son una voz terapéutica en medio de los quebrantos estrepitosos de la civilización y los lamentos entre las ruinas provocadas por los abusos del hombre contra la madre Naturaleza, la Pacha Mama.

El Taita Gregorio Garcés Mojomboy no sabe leer ni escribir pero fue señalado como el Maestro de la preservación y la recuperación ecológica por los académicos ilustres que participaron en el Primer Simposio Internacional y IV Congreso Nacional de Restauración Ecológica, desarrollado en la Universidad de la Amazonia entre el 31 de julio y el 3 de agosto de 2018.
Sus relatos espontáneos y curiosos, pero también objetivos y absolutamente verdaderos, fueron una voz terapéutica en medio de los quebrantos estrepitosos de la civilización y los lamentos entre las ruinas provocadas por los abusos del hombre contra la madre Naturaleza, la Pacha Mama o Mama Pacha, esa divinidad protectora y proveedora que representa no solo el suelo sino todo el planeta. El símbolo de la fecundidad y la fertilidad.
Entre la agonía de la Pacha Mama, asaltada y violada por el tropel codicioso y cruel del Homo Sapiens, las palabras del Taita Gregorio con las que describió las actividades ancestrales de cuidado, preservación y restauración de los recursos naturales, provocaron un silencio de selva entre los investigadores, ponentes y asistentes al Congreso, que lo escucharon atentamente, sorprendidos por sus conocimientos. Fue una cátedra de sabiduría, de empirismo científico regulador y protector de los recursos naturales. Un ejercicio rutinario para las comunidades indígenas.
“Nosotros abrimos la Chagra, la cultivamos durante 2 años, la abandonamos y entonces regresan los animales que traen semillas y nos regeneran el bosque, al que volvemos pasados 3 o 4 años. Del mismo modo, los frutales siguen creciendo y muchas veces encontramos abundante producción”, dijo el Taita. “Es decir, que rotamos los terrenos sin hacer nuevas intervenciones porque el bosque es nuestro patrimonio, nuestro laboratorio medicinal y nuestra fuente de alimentos”, añadió.
Contó que desde siempre, las comunidades indígenas aprenden a relacionarse de manera respetuosa con la naturaleza porque, insistió, “ella debe servir de alimento, de refugio, de trabajo, de remedio y de sustento para las generaciones futuras”.
El cuidado de los territorios se hace por órdenes de sus propias autoridades que a su vez constituyen la expresión del sentimiento del colectivo, recogido en las asambleas, su máxima jerarquía organizativa. “Nuestro territorio es, del mismo, el hospital de la comunidad porque allí obtenemos las plantas que nos curan y a ellos solo pueden ingresar los curacas y las personas autorizadas. Los nacimientos de los caños merecen una protección especial porque el agua es, con el fuego y el aire, fundamental para la vida, añadió.
La presión de los colonos sobre sus territorios es una verdadera amenaza porque “los occidentales” o “blancos” son despojadores y devoradores compulsivos, no tienen corazón ni les importa la preservación ni la conservación de los recursos. Con el apoyo de investigadores y activistas medioambientales, las comunidades indígenas salieron al encuentro con los invasores y se puede afirmar que en muchos casos los han obligado a detenerse, a devolverse desde sus fronteras de violación y de codicia.
Después de varios intentos, se logró llegar a algunos acuerdos sobre las medidas de protección y de restauración de los bosques talados en los alrededores de los resguardos indígenas. Para los “blancos”, el indígena es perezoso porque no tumba montaña sino que la cuida como una joya.
“La montaña es, además, el gran hospital de las comunidades, allí está la medicina tradicional que nos cura de todas las enfermedades, es una riqueza que debemos cuidar”, dijo el Taita Gregorio en un diálogo con los periodistas del programa “Puntos de Encuentro”, de la tristemente desaparecida Oficina de Paz, de la Universidad de la Amazonia. Así como ustedes cuidan, limpian y quieren sus hospitales, nosotros amamos la montaña que nos alivia.
Contó cómo los colonos que destruyeron la montaña a veces llegan hasta el resguardo pidiendo un árbol para construir una casa o un puente. “Nosotros no podemos regalar ningún árbol porque esa es nuestra riqueza que utilizamos para satisfacer nuestras necesidades. Es como si fuéramos a la finca del colono a pedir una vaca. Esa es la riqueza del colono”, comentó el Taita. “Tendríamos que tener una montaña gigante para darle un árbol a todos los “blancos”, o a los colonos que nos los pidan”, remató.
Reconoció que muchos colonos empezaron a tener conciencia del cuidado de los recursos y se han sumado a las actividades de restauración lideradas por la Fundacion Natura y su proyecto Amazonia 2.0 y en muchos casos se han obtenido apoyos reales para las actividades programadas.
El Taita Gregorio también dio cátedra sobre la conservación de las especies animales y señaló que por los conocimientos ancestrales pueden determinar los tiempos cuando la boruga, el guara, la pava, los loros, los micos y otros animales tienen sus crías pequeñas y entonces no se pueden cazar. Asimismo, los peces tienen sus periodos de incubación, durante los cuales no se les puede atrapar.
El proyecto Amazonia 2.0 es un programa de fortalecimiento de los modelos de gobernanza forestal en territorios indígenas y campesinos del bioma amazónico y sus objetivos principales son contener la deforestación y degradación de los bosques amazónicos, la pérdida de su biodiversidad y servicios ecosistémicos, entre ellos los climáticos, empoderando a un conjunto de organizaciones indígenas y campesinas para actuar y responder organizadamente junto con ONGs nacionales e internacionales, ante las amenazas a sus bosques en cada uno de los países del proyecto.
Uno de sus objetivos específicos es el establecimiento de una plataforma amazónica de intercambio de información y respuesta rápida, de aprendizaje, interactiva y constructiva, en el marco de una articulación de seis territorios indígenas y campesinos, permitiendo el registro, análisis y reporte de información en tiempo real que contribuya al monitoreo de la deforestación (presiones, amenazas y tráfico ilegal de recursos silvestres), y con la vigilancia de los procesos de gobernanza y vigencia de las salvaguardas de REDD+.
El proyecto se desarrolla en una zona limítrofe de los departamentos de Caquetá y Putumayo, en las comunidades campesinas de Mononguete y del Resguardo Indígena Inga, “Niñeras”, en el municipio de Solano, en donde reside el Taita Gregorio.
En el tropel devastador de las hachas, las motosierras y las lanchas que cruzan los ríos de la Amazonia, los únicos que pueden detener ese vehículo de bárbaros y devolverlos desde la frontera de la deforestación, son los académicos activos y las comunidades indígenas paradas en sus fronteras.
Porque a pesar de eventos académicos tan importantes como El Primer Simposio Internacional y IV Congreso Nacional de Restauración Ecológica, realizado en la Universidad de la Amazonia, existen muchas personas deliberadamente sordas a los gritos y lamentaciones de la civilización que avanza en medio de las tinieblas agónicas de la contaminación.
Cuando el Cóndor emblemático de la Libertad ha desaparecido y la hiena carroñera lo remplazará en el escudo de Colombia, cuyos "Libertad y Orden" entraron en agonía por causa de la corrupción y la gangrena moral de la narco-politiquería que ahora es símbolo nacional.

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