lunes, 29 de mayo de 2017

Cumpleaños.El laberinto de la soledad

Mi vuelo por la vida, que ha sido una cascada de negaciones, entró en zona de huracanes en la cual la única certidumbre es la horrible soledad que atrapa a quienes vemos morir, despacio pero de manera inevitable, la tarde de la vida.
Y así como la luz llora sobre los picos de las montañas en la hora del crepúsculo, el aire de la soledad se trasforma en borrasca que arrastra nuestras ilusiones, nuestros amigos, nuestra familia, nuestras fuerzas, nuestra voluntad, y devora nuestra salud.
Del mismo modo, se cierran los horizontes de la esperanza y con tristeza observo que a estas alturas del viaje la vida se metió por una larga avenida de cruces de mis amigos y parientes, rodeada de árboles desnudados por el viento y el paso de los años, en uno de cuyos recodos se embosca la parca con su arco envenenado. Es el espanto de quien ha visto morir sus ilusiones.

Es un gran contraste con los campos ya lejanos de la juventud bajo el sol efervescente de la lucha, del heroísmo, del sacrificio por un ideal de justicia social que no pudimos materializar mediante la movilización de voluntades y de masas y nos puso a dudar sobre el secreto de los veredictos históricos arrancados con la fuerza de las armas. Deserté en una trinchera pero los dos grandes amores de mi vida, la libertad y la duda, nunca me soltaron de sus manos enérgicas.
Hoy, al levantarme y con el primer saludo de cumpleaños, me atropelló una gran duda, sin resolución: ¿Las luchas fueron miserablemente estériles  porque, igualmente, fueron cándidamente heroicas?.
Después, cambió la perspectiva de la lucha pero no su esencia. Con el periodismo, clavé muchas veces mis garras sobre el crimen, la corrupción y la asquerosa politiquería que como bestias destruyen al país, pero fui vencido por sus poderosos apéndices a los cuales mi indisciplina e inestabilidad les facilitaron su progreso. Y también por el poder de las amenazas pues la intimidación es un procedimiento horriblemente desestabilizador.
Está pendiente el incendio que destruirá los males colombianos.Será una llamarada, una gran columna de fuego. Y no es solo un deseo romántico porque ya se escuchan voces juveniles amantes de la libertad. Como me lo dijo una tarde Jaime Bateman, el insigne comandante del M-19, una tarde de agosto de 1982 en las selvas del Putumayo: "Mientras exista una sola persona dispuesta a morir por una causa justa, habrá esperanzas".
En esta época del derrumbamiento de los sueños hechos polvo, no quedan sino recuerdos para hacerle el duelo a la muerte de todas las ambiciones. Con mi mamá Alicia, con mis hermanos, con mis hijos, con mis parientes, con mis amigos del alma, busco de manera permanente la chispa que inicie, que desate los recuerdos. Las historias de mi madre, con sus 96 años de sabiduría, son confidencias divinas, relatos besados por los labios de la belleza, con suaves cadencias y frecuentes enlaces con otros episodios. No es una poetiza pero sus recuerdos tienen la musicalidad de los versos que los traigo a cada momento como nuevas revelaciones.

Paisajes, personas, acontecimientos y especialmente las risas, alcanzan dimensiones formidables con la recordación, aunque muchas veces un vaho doloroso se escapa de las praderas del recuerdo y hace temblar las voces de los relatores...y mi alma se perturba. Evocar el pasado es revivirlo y muchas veces vemos los laureles y otras las llagas miserables de la vida.
Para distraer la soledad en esta hora crepuscular del viaje terrenal, revivo mis sueños rebeldes que siempre escoltaron mi juventud batalladora y como único deleite y compañía vivo en contacto con la naturaleza y escribo sobre los sitios mágicos que visito. El sol, el azul del firmamento, las montañas, el jardín del eje cafetero, la calma del atardecer, las promesas de la aurora, el mar que lo contiene todo, el corazón de la selva caqueteña, el desierto de La Tatacoa, las aves pensativas en reposo y en vuelo, la gente, la coyuntura política nacional caracterizada por la mentira, la vanidad y el conformismo; las expectativas de paz, los ríos y en general el milagro de la belleza natural, me empujan hasta las páginas en blanco del computador para "garrapatear"  mis impresiones.

Y aunque mis ojos  todavía no se han fijado en el rostro inmutable e indiferente de la parca, tengo una cita con el irreverente Gustavo Álvarez Gardeazábal para visitar el cementerio libre de Circasia y sus leyendas que han peregrinado por mi sensibilidad desde niño, como una flota de fantasmas que viajan constantemente entre Armenia y Pereira.
Con las manos en el teclado, mirando el último párrafo de esta nota de cumpleaños me consolé:
-¡Esta soledad no es refugio seguro para mi alma...y menos para la parca!!!
Porque el mamagallismo es el abrevadero de los genios.





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