Guerriando entre el tumulto vertiginoso del Metro, llegué hasta el apartamento del Maestro Juan Manuel Serna Urrea y en compañía de la reconocida y aguerrida exdirigente sindical del magisterio caqueteño, Luz Elena Jiménez, violamos su soledad productiva durante 5 horas.
Estando cerca del erudito que en las noches-madrugadas nos fascina con su asombroso universo cultural, me sentí más atraído por su grandeza que cuando lo escucho por radio y, a manera de consuelo, pensé que dicha atracción es una forma de sentirme grande también.
Desde el abrazo de bienvenida sentí el resplandor de su experiencia y un viento impetuoso de la admiración por su sagrada serenidad a la que no le encontré palabras ni signos para pintarla porque la vida lleva a ciertos hombres a un excelso grado de austeridad espiritual en el que ya no les gusta sino la reflexión...¡y los recuerdos!!.
Arte, literatura, filosofía, deportes, pensadores y hasta la mentirosa y asquerosa política, pasaron enseguida por la mesa mientras degustamos plátanos, papas, chicharroncitos, cerveza y dulces que el Maestro preparó para nosotros. Y para no desentonar con el anfitrión, fumamos cigarrillos especiales, extranjeros, una costumbre por el tabaco internacional que le conozco desde el paso por la rectoría de la universidad de la Amazonia.
Interlocutor atento y calmado, pareció que escuchaba las confidencias de sus propios secretos y la voz de su Yo interior cuando le hablé de mi vida de negaciones tormentosas. La vida de la profesora Luz Elena la conoce bien dado que trabajan juntos en el Ima (Instituto misionero antropológico), el convenio entre la Conferencia Episcopal y la universidad Pontifica Bolivariana que llega a las comunidades indígenas y afrodescendientes de Colombia que no tienen la posibilidad de estudiar, del cual el Maestro Serna es su director.
Muy pronto entró en el ritmo desenfrenado que tomó la conversación al abordar temas relacionados con el siempre amado Caquetá y de manera inevitable volaron sobre la mesa los buitres hoscos de la política y de la academia que se tomaron la universidad de la Amazonia desde hace muchos años. Y en esa desnudez vimos la mentira, el amiguismo, el nepotismo y la corrupción que caracterizan el manejo del alma mater caqueteña, inspirada en la necesidad de formar hombres encumbrados capaces de hacer un paralelo con la intelectualidad de otras zonas del país. Observamos cómo ha desaparecido el alma de esos pueblos, en donde abundan los muertos heroicos que siguen la lucha desde sus tumbas sin encontrar académicos que propicien la revalidación de su pensamiento y de sus virtudes para ponerlas al servicio del pueblo.
La aristocracia mental que se atornilló en la universidad solo ha servido para conducirla hacia su prosperidad física y a la formación de generaciones cuyo academicismo ha desembocado en una intelectualidad dirigida a la resolución de sus problemas particulares, a la cosecha de “triunfos” personales, a la materialización de exitosos proyectos de vida, entendido el éxito como la habilidad para buscar el metal, el dinero y las mercancías.
Lo que vimos fue la fisonomía promedio de un centro de educación superior y por ninguna parte encontramos personas o grupos de conductores, de reflectores brillantes, capaces de convertirse en eje del desarrollo social, económico y político de la región. Esa flora exquisita del pensamiento que pueda atraer la atención del mundo hacia sus riquezas hídricas, hacia su flora y fauna exóticas, hacia la quietud de su selva.
¿En dónde están los pensadores, los poetas, los artistas, los administradores, los científicos, los abogados, los investigadores que, egresados de la uniamazonía, le den dirección a una región caracterizada por el contubernio vergonzoso de la audacia y la ignorancia?.
En medio de la charla, el Maestro dejó ver algunos detalles de su paso por la uniamazonia, pero no seré Yo quien levante el velo de sus intimidades.
La mirada del Maestro refleja las armonías interiores que hay en Él y sus palabras recorren el mundo y todos los temas, desde las ilusiones hasta las tempestades. Por momentos es un apaciguador, en otros es un opinador furioso e indomable que deja ver la la sangre de su corazón provocado por la mediocridad.
Y habla de la ilusión romántica que convierte la visión de unos pocos en triste realidad. como la que domina el ejercicio de la izquierda, a la que le falta el orgullo para ocultar su incapacidad. Precisa que todos tenemos una hora de poesía y una hora de locura con la que se puede prender el fuego de la esperanza.
Seguimos enrollados en la cobija de los recuerdos y nos encontramos con las imágenes que nos dejaron los hechos más destacados de la vida en el Caquetá en los años setentas y ochentas, siempre vistos con la lente, el alma y la cultura del Maestro Juan Manuel. Desfilaron, entonces, las tormentas enloquecidas de la juventud que nos llevaron a cabalgar en la quimera, amando la humanidad, izando la bandera con el dolor de los demás y viviendo en la lucha honesta pero inane por esos ideales.
Siempre encontramos en el pasado primaveras insepultas que reflorecen al nombrarse. Y en esas reminiscencias nos topamos con hechos que no dejan dormir tranquilo el corazón. Aunque algunas sepulturas son gloriosas.
De manera deliberada, por respeto de su tiempo, no le pedí que habláramos de la enorme y deslumbradora belleza del tango, del amor loco, de los grandes intérpretes, pero me pidió que la próxima sesión de esta tertulia sea un fin de semana y nos comprometimos con ese propósito. Le pedimos su consentimiento para hacernos acompañar de amigos especiales como el "paisa" Eusajo -Luis Ángel Sánchez-, Misael Perilla, Jorge Pulecio, Luis Antonio Marín y William Bejarano.
Encendiendo un cigarrillo, miró la hora y nos advirtió que estábamos a tiempo para alcanzar el último viaje del Metro, bajamos a prisa y nos subimos a su automóvil en el que nos llevó hasta la estación Floresta. Quedó solo, con la divina armonía del silencio, con el resplandor de su experiencia.
Emocionada, como si hubiera visto renacer las rosas rojas que le regalaron en su juventud, Luz Elena Jiménez me habló sin parar en el recorrido que compartimos en el Metro y perturbada por la voluptuosidad de los recuerdos, descendió conmigo en la estación industriales y solo pocos minutos después, cuando comenzamos el ascenso de las escaleras, se percató de su pifia, de su lapsus monumental puesto que debía permanecer en el sistema que iba rumbo a Sabaneta, en donde reside.
-Los recuerdos te lanzaron a una zona agreste, le dije en medio de una carcajada burlona.
En mis pupilas siento todavía el deslumbramiento de los comentarios y opiniones del Maestro, un charlador sublime.
Necesariamente aunque no hice parte de sus luchas si fui cercano al maestro y a Cataño y los ojos de este hombre mas que maduro talvez pir haber nacidi en mayo lluvioso se aguanosearon y los recuerdos de ese Caqueta querido se penetraron en mi alma.
ResponderEliminarY parodiando a ese mariguano antioqueño creo y a eello aspiro " Que habra un dia, un dia en que juntos. . . vivamos otros gratos e imborrables recuerdos".
Necesariamente aunque no hice parte de sus luchas si fui cercano al maestro y a Cataño y los ojos de este hombre mas que maduro talvez pir haber nacidi en mayo lluvioso se aguanosearon y los recuerdos de ese Caqueta querido se penetraron en mi alma.
ResponderEliminarY parodiando a ese mariguano antioqueño creo y a eello aspiro " Que habra un dia, un dia en que juntos. . . vivamos otros gratos e imborrables recuerdos".
Einteresante sus aportes a ese gradioso sr. Doctor juan manuel serna lo mad grande. De la cultura geneta. Felicitacio es graciad....
ResponderEliminarQuebueno. Fuera que en estas epocas de austeridad y confinamiento. En contraramos personas como el doctor juan manuel serna para que nos enseñaran. De la vida de la cultura general.que tiene el mundo y. Que la juventud aprendieran de un sabio de estos felicitacions profesor. Abrazos...
ResponderEliminar