La Palabra es el molde en el que vaciamos las ideas. Un molde mágico y sonoro, es el verboducto para transportar los pensamientos libertarios o esclavos; valientes o cobardes; alegres o tristes, porque la palabra lo abarca todo, contiene todo, hasta la posibilidad de viajar por fuera del planeta y la de sobrevivir después de la muerte.
La Palabra puede ser mentirosa o verdadera, luminosa u oscura, inmunda o armoniosa, en prosa o en verso. La Palabra construye, destruye, puede ser el cántico de un pájaro o el rugido de un león.Puede ser ciencia o ficción, voluptuosa, apasionada o imperturbable, mito,leyenda o realidad.
La Palabra sale de las manos y la boca de Rubén Dario, de Vìctor Hugo, del obrero, del embolador; de García Márquez, de Vargas Llosa; de la señora de la tienda, de la secretaria; de Ramón del Valle Inclán, de D`Annuncio; del vendedor de comistrajos, de la puta esquinera; de Maeterlink, de Fernando Vallejo, del ladrón, del político, del corrupto –que es el mismo-; del niño de brazos, del anciano, de la niña y hasta del bobo del pueblo.
La palabra puede ser ambigua o clara, derrotada o gloriosa, envidiosa, rencorosa, guerrera, pacífica, mínima,infinita, dogmática, dialéctica, atea, religiosa, amarilla, azul, verde, roja,sanguinaria, tranquila, dulce, agria o lo que queramos, la Palabra es todo, la Palabra es la vida.
El silencio, que es su antípoda,es el cómplice del crimen y el engaño porque es a la sombra del silencio que prospera el mal. Y cuando ese silencio proviene de quienes tenemos la capacidad para interpretar los símbolos de la realidad, es un crimen cometido con alevosía contra la humanidad entera.
El único silencio justificable es el provocado por la parca, es el silencio inmaculado de la eternidad, cuando comienza la inmortalidad de lo que dijimos y escribimos antes de ingresar al seno de las tinieblas. El diálogo silencioso y perpetuo con lo desconocido, sin rodilleras, sin azote, sin conveniencias, sin “engrases”, sin amigos, sin enemigos. La muerte es, por eso, la Libertad absoluta y como no la amamos, nos pasamos la vida combatiendo contra la parca.
La Palabra es todo y no hay nada contra ella. La palabra es como el fiambre para el paseo hacia lo desconocido,hacia la fantasía. La Palabra también es rebelde, es superior a las normas que quieren gobernarla y definirla.
Pero solo en las manos y en la boca de un artista, la Palabra es bella y elocuente. Y en los hombres libres, la Palabra es reveladora, apasionada, solidaria y gloriosa.
Pero, del mismo modo, la Palabra debe ser un acto que convenza, un ejemplo que fecunde. Nuestras palabras siempre deben corresponder con lo que pensamos y lo que hacemos siempre debe coincidir con lo que decimos. De lo contrario, nuestra Palabra sería tan traidora como el silencio cómplice.
En medio de los avances, los trabajadores de la palabra debemos mantener el grito de alerta aunque seamos derrotados, aunque caigamos salpicados de sangre porque el silencio y la indiferencia son crímenes contra la verdad, porque son más nocivos que la violencia y la corrupción.
Porque, al fin y al cabo, los únicos diálogos posibles sin las palabras son la guerra, el amor y, naturalmente, el tétrico encuentro con la parca.
Somos hombres de palabra, ¡HAGÁSMOSLA CUMPLIR!!!!
EXCELENTE PUBLICACION Y MAS EN ESTE DIA DEL IDIOMA QUE SEGURAMENTE MUCHOS LO HAN OLVIDADO
ResponderEliminar"En el principio fue el verbo", la palabra. Después solo queda el silencio, como dice Chucho. Gran texto.
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