domingo, 28 de agosto de 2016

Villavieja labra su futuro sobre las huellas de los antepasados

A solo una hora de Neiva, este municipio es considerado como el epicentro astronómico del sur del país y el desierto de La Tatacoa escenario de complejos procesos de investigación paleontológica

El desierto de La Tatacoa es una cripta prodigiosa de seres prehistóricos y un sitio ideal para la observación de la bóveda celeste gracias a su localización y a la escasa contaminación lumínica

La réplica de un megaterio –mamífero que vivió en el periodo geológico del cuaternario- con su mirada triste y en posición de asalto, bajo las sombras de una ceiba exuberante en el parque principal, nos pone los ojos en el pasado, nos anuncia que en Villavieja quedaron muchas huellas de la existencia perdidas en la neblina del tiempo y nos mete, de una, entre los murmullos de la paleontología o de la simple curiosidad.
Desde el atrio de la iglesia Santa Bárbara, la más antigua del Huila, declarada Monumento Nacional en 1982,  y con la mirada de admiración en la “Casona”, emblemática construcción  en donde pernoctó el libertador Simón Bolívar las 3 veces que pasó por esta población, se sienten muy cerca, casi que se ven, los caracteres indelebles que señalan episodios de la historia reciente, en una combinación de los orígenes de la vida con la historia emancipadora de nuestros pueblos.
A pocos metros, a la espalda del megaterio, está el museo antropológico en donde reposan 900 muestras de fósiles que datan del periodo del Mioceno, es decir, de aproximadamente 6 mil millones de años, que es el comienzo de la eternidad y nos remontan a los tiempos cuando todavía no existían ni el amor ni el odio. Y menos la injusticia. Porque el origen de la humanidad es más incierto de lo que siempre hemos creído.
La mayoría de los fósiles corresponden a tallos solidificados que se conocen como xilopalos, así como astroperidos, fémures de magaterios, omoplatos, radios, tibias, cráneos, partes de mandíbulas de animales gigantescos, caparazones de tortugas, colmillos de cocodrilos, entre otros. La totalidad de las muestras fueron encontradas en La Tatacoa, una cripta monumental.
Como en todos los parques de los pueblos pequeños, en verano el piso está empolvado, lleno de hojas mezcladas con basura, la gente observa con mirada exploratoria y en cuestión de minutos el  forastero está rodeado por personas amistosas que lo indagan sobre su procedencia y los planes de la visita.
Las huellas del tiempo
Desde Neiva, el recorrido se hace por la carretera que conduce a los municipios del norte del Huila y desde el mismo momento que se cruza por el barrio Galindo, comienza el desvanecimiento del verde, la decadencia de la agricultura, el paisaje se torna agreste, con muchas piedras grandes, el aire es más caliente y nos ponemos alerta porque arden la nariz y los labios.
Adelante de Fortalecillas tomamos la variante, una carretera pavimentada de un poco más de 20 kilómetros sin demarcación ni señalización y en muchas curvas peraltes incorrectos. Un corredor turístico tan importante como este amerita la intervención de los gobiernos municipal, departamental y nacional a fin de mejorar el acceso con una vía que corresponda con las expectativas del destino. Los últimos kilómetros están descompuestos y muchas personas aseguraron que los accidentes son frecuentes en esta carretera.
Poco a poco el entorno nos confirma que Villavieja es la zona más árida de Colombia, después del Cabo de la Vela, en la Guajira. Predominan el paisaje ocre y gris, con algunos pincelazos verdes dibujados por los nink, los patillos, los cactus, los pelá, los naranjuelos y los cuji, únicas especies que crecen en las condiciones hostiles del suelo seco. Aumentan el calor, la sed, la curiosidad y el espíritu crítico ante los misterios y enigmas que giran alrededor del origen de la vida…y de la vida en otras latitudes.
De los ríos Fortalecillas y Villavieja no quedan sino sus lechos y por el segundo corre un hilo delgado con agua prestada del Magdalena, extraída por los arroceros mediante bombeo y depositada en ese cauce para utilizarla, por gravedad, en sus cultivos.
De “Valle de las Tristezas” a epicentro científico
Por su incapacidad para interpretar los símbolos que muestra la singular topografía del desierto, el codicioso “conquistador” Gonzalo Jiménez de Quesada, lo bautizó despectivamente como “el Valle de las Tristezas”, cuando realmente es –como está comprobado- el valle del carnaval, del júbilo,  y de la esperanza, pues no solo contiene información sobre los antepasados sino que, además, es un punto estratégico para la observación de los cuerpos celestes.
A través de potentes telescopios, gracias a su condición de cercanía con la línea ecuatorial y por la escasa contaminación lumínica y auditiva, es un sitio ideal para la observación de la esfera celeste y los cuerpos interplanetarios.
El alma desfallecida se rejuvenece con la brisa caliente y resurge el corazón de niño que llevamos en el alma, todo es hermoso y nada nos importa, ni las amenazas, solo vivimos ese momento.
-Este sitio es una ventana ideal para asomarnos a otros mundos, a zonas especialmente enigmáticas, un viaje donde lo que aparenta ser una mezcla infernal de piedras y arena esconde misterios no develados por la inteligencia humana, dijo el investigador y experto en asuntos astronómicos Javier Fernando Rua Restrepo, quien conduce a los turistas hasta Júpiter y sus dos lunas, a la vía láctea, a numerosos asteroides…hasta a Saturno y sus anillos.
Hace apenas dos semanas, el desierto alojó a varios miles de turistas y aficionados a la astronomía que llegaron desde distintos lugares del país y el extranjero para la observación de la legendaria “lluvia de estrellas de las perseidas”, los momentos cuando la tierra pasa por la cola de los escombros dejadas por los cometas. Los escombros chocan contra la atmósfera y se produce la lluvia de estrellas, que son lágrimas del dolor de los cuerpos celestes.

Del mismo modo, La Tatacoa es un gran laboratorio en donde científicos de todo el mundo recogen muestras y adelantan investigaciones dirigidas a desentrañar los misterios del planeta, sus orígenes y los seres prehistóricos que lo habitaron, a partir de los restos de los seres vivos encontrados en su lecho.
“Nos va a tocar ponernos a vender leña”
A pesar de los recursos potenciales del municipio, el turismo no es el medio de subsistencia para sus habitantes, ni tampoco genera recursos de importancia para la administración local. No existe  visión empresarial y tampoco se percibe un interés creciente por convertir en fuerza de atracción las bondades del desierto y sus condiciones de evidente interés científico y turístico.
Los productores de arroz, principal renglón de la economía local lanzaron un llamado a los gobiernos nacional y departamental para que los apoye con la reparación y ampliación de los canales de riego pues, dijeron, el sistema está fracturado y se producen pérdidas de agua equivalentes al 40%, lo cual eleva los costos de la operación.
José Ferney Tovar Vanegas, gerente de la asociación de usuarios del distrito de riego El Porvenir dijo que los canales abiertos, a lo largo de 8 kilómetros, no tienen revestimiento y además sus fracturas facilitan la filtración del agua que extraen por bombeo del río Magdalena. También demandaron el apoyo oficial para la nivelación de los suelos mediante el uso de nuevas tecnologías que les permitan “pisciniar” el agua, con lo cual se hace su uso más racional.
Asimismo, reclamaron la continuación de las obras de adecuación y rehabilitación del río Villavieja, a la altura del casco urbano, detenidas sin explicación y expresaron temores por los eventuales daños que se puedan presentar en el invierno pues las bases fueron debilitadas para la ejecución de las obras proyectadas.
-Al paso que vamos, nos va a tocar ponernos a vender leña, hasta los guácimos, declaró Oscar Pascuas Murillo, tesorero de la asociación.


Artesanos, músicos y hasta científicos
El talento humano y la simpatía se palpan desde el comienzo del viaje, con un conductor simpático que lleva el vehículo hasta el parque del municipio. Es la síntesis de la calidad de las personas que en los pueblos de Colombia, de manera anónima son eslabones importantes del desarrollo.
El rey del totumo
En el caso urbano, Gabriel Rodríguez es conocido como el rey del totumo, y su museo hace parte del grupo de entidades de ese género certificadas de todo el país. Además, en convenio con la secretaría de salud del Huila, en su taller se capacitan 52 muchachos con problemas de drogadicción y alcoholismo. Con la pulpa del totumo produce vino y aromáticas; con la madera, construye muebles y camas y con la totuma o cáscara, produce collares, bolsos y otras artesanías. Totumo total, dice, y como todos los artistas se queja de la falta de apoyo oficial.

El emperador de los cactus
En el corazón del desierto, dos kilómetros adelante del observatorio astronómico, vive el hombre que descubrió los valores agregados del asombroso cactus nopal y de sus aportes a la salud provenientes de sus ricos componentes y de si fibra.
-El Nopal es esencialmente un alimento sin grasa, alto en fibra, y con la energía de carbohidratos complejos, reduce el colesterol, ayuda en la asimilación de nutrientes para regular los niveles de glucosa en la sangre, reduce la formación de placa en las venas y las arterias mejorando la circulación, ayuda a prevenir la osteoporosis y su alto contenido de fibra ayuda a mejorar todo el sistema digestivo, entre otros beneficios nos dijo Márquez.
Pero a pesar de sus estudios y de las combinaciones que realiza para optimizar los beneficios del nopal, Márquez no ha recibido apoyo oficial y, por el contrario, es objeto de persecución por parte del Invima que lo acusa de la elaboración de productos sin licencia previa.
Su caso nos trajo a la memoria la situación que vivieron 3 muchachos que descubrieron hace algunos años en la cera de las abejas un superconductor más rápido que el oro y el coltán y por falta de apoyo oficial emigraron a Corea en donde se convirtieron muy pronto en reconocidos empresarios.
Un personaje como Márquez merece atención especial del gobierno para convertirlo en el eje de un proceso de industrialización del cactus y sus derivados que a la vez generaría empleo en una zona en donde la gente no ha querido ver la riqueza que hay bajo las espinas.






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