Esa figura tétrica, representada por el esqueleto humano, con su guadaña y su sonrisa hipócrita, que se mueve suspendida unos metros arriba del suelo, entró a la habitación de César, mi hermano, en un hospital de USA, lo encontró sin aire en los pulmones, abatido por una neumonía y, tras atarlo suavemente, lo tomó en sus brazos. Cuando abrió la ventana para lanzarse al vacío, César logró desprenderse pero la parca lo sometió de nuevo y comenzó una batalla que duró una semana.
Entre convulsiones y estremecimientos nerviosos, asistido por un grupo de profesionales brillantes, con la compañía física de su esposa, sus hijos y sus 3 hermanas residentes en el coloso del norte, y a la distancia su madre de 94 años, sus hermanos, familiares y amigos, el "concho", como le decimos familiarmente, resistió la implacable y cautelosa invasión de la parca.
Cada una de las tres deidades hermanas de la mitología, Cloto, Láquesis y Átropos, con figuras de viejas, de las cuales la primera hilaba, la segunda devanaba y la tercera cortaba el hilo de la vida del hombre, desfilaron alternativamente y lucharon cuerpo a cuerpo con mi hermano menor, entubado y con sus signos vitales reducidos al mínimo después de que una junta médica determinó la suspensión de medicamentos y demás ayudas…solo quedó conectado a la máquina como un gesto de tipo humanitario.
Se recreó con Cloto y con Láquesis y les permitió sentarse en su lecho mientras jugaba con el hilo de la vida que la primera sacaba de la manta y la segunda envolvía en un carrete grande, por cuyo eje cóncavo empezó a ver imágenes a la distancia y a escuchar rumores como en una plaza de mercado. Entonces se convenció de que estaba metido en el túnel de la eternidad y sintió miedo porque Átropos amenazaba con suspender las tareas de sus hermanas…su vida pendía de un hilo y entonces, resignado, escribió con caracteres grandes, casi ilegibles, que su voz se apagaba. La familia lloró y empezamos a despedirlo.
Pero “sentí más miedo por los que estaban fuera del túnel, por aquellos que tenían que quedarse cuando definitivamente me cortaran el hilo que las otras dos integrantes de la parca envolvían en el carrete”, me dijo hace un par de horas en una video llamada a través de Skype. Un médico negro llegó hasta su cama y le hizo firmar el acta de defunción, recordó con énfasis, y entonces se sacudió del letargo derivado de la morfina y tomó a la tercera viejita de la parca por el cuello.
Controlada la situación, avanzó por el túnel y al atravesarlo se sintió estacionado en un parqueadero cercano, pero el vehículo era una máquina no convencional dotada de un gran poder magnético y en cuyo interior hacía calor sofocante, como en Neiva. Comenzó el Padrenuestro una y otra vez, pero nunca lo terminó pues se envolataba con la ráfaga de imágenes que desfilaron por ese hueco tenebroso e inconmensurable. Despertó, vio a toda la familia reunida, desesperada y sintió el eco de muchas respiraciones entrecortadas.
Sintió miedo de nuevo y aunque le aplicaron sucesivas dosis de morfina y somníferos, no pudieron dormirlo…tenía miedo de no volver a despertar. El cura entró en la habitación y, por segunda vez, le aplicó el aceite de oliva que usa la iglesia católica como una “unción extrema” a los moribundos. En el 2004, el mismo sacerdote cumplió con ese mandato, en el comienzo de su calvario con la grave enfermedad.
Inmovilizado por la entubación y por la enfermedad y vencido por los medicamentos, regresó al túnel macabro y repulsivo pero cuando estaba a punto de reventarse el hilo de la vida y su familia se preparaba para lo peor, un médico hindú tuvo una inspiración en su casa, a las dos de la madrugada y en una demostración de profesionalismo sin igual, corrió al hospital y propuso un procedimiento que tuvo éxito en muchos pacientes hace más de 20 años: Eloesser flap colgajo, se llama. Un procedimiento invasivo que representó la pérdida de dos costillas pero la ganancia de una vida y la recuperación de la alegría de muchas personas.
En un procedimiento de alto riesgo, con un paciente que no tenía condiciones para aceptar el oxígeno a través de la máquina, se llegó de manera directa hasta el pulmón destruido e invadido, al cual no llegaban ya los antibióticos. Terminada la cirugía, los médicos proclamaron el éxito del procedimiento que, además, fue reconocido por la comunidad médica del Estado.
Entre tanto, en Colombia y en USA, la familia, parientes y amigos, tuvieron el mejor regalo de año nuevo al disfrutar con este triunfo de César y del grupo médico, que también ha generado una disputa entre los camanduleros del entorno sobre el éxito de sus oraciones. Para unos, fueron los ángeles los responsables de esta resurrección, para otros, como mi madre, Jesús de los milagros fue el salvador y otros creen que Cristo le acaba de dar una oportunidad a este hombre para que se arrepienta y pueda obtener la salvación eterna. Algunos le atribuyen el milagro a San Gregorio, el venezolano.
De todas maneras, “Concho” triunfó sobre la parca y nos devolvió la alegría perdida por la inminente partida del hermano menor y puso en evidencia la unidad familiar que celebramos con alegría el fin de año en nuestra natal Armenia.
¡¡Adelante, mi hermano!!.
Mamándole gallo a la parca, que el culto Chucho la recuerda aún como Átropos. Buena esa. Un brindis catañudo!
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