Por la falla geológica
doblada hacia adentro, en cuyas hendiduras transitan los ríos “Blanco” y
“Neiva”, se deslizan los sueños de paz
de un pueblo azotado por el frenesí de la violencia, sobreviviente de varias
décadas de sacudidas constantes por su condición de escenario de guerra, que
erosionaron no solo la tierra sino su economía, su cultura y su organización
social.
En medio de la dinámica
geológica que configura uno de los entornos verdes más espectaculares del
departamento del Huila, se agitan las esperanzas
de su grandeza desolada, estimuladas por el proceso de paz con la guerrilla de
las FARC, principal actor del conflicto en esta región del oriente del
departamento, considerada históricamente como uno de sus “santuarios” y
corredor principal para sus desplazamientos hacia el Caquetá.
“La paz ya se vive en
Algeciras, la sentimos y la disfrutamos aunque no se hayan formalizado los
acuerdos con la guerrilla”, dijo con visible entusiasmo doña María Antonia
Fajardo, reconocida matrona del pueblo quien llegó al sector rural hace más de 60 años y actualmente
reside en la calle principal, a una cuadra del parque y a dos de la estación de
policía, objetivo de crueles y sucesivos ataques de la guerrilla.
Efectivamente, sus
habitantes disfrutan desde hace un poco más de 5 años de un romance con la
tranquilidad, que se percibe en todos los sectores, desde el puesto de control
del ejército, a la entrada del municipio, en donde disminuyó el rigor de las
requisas, hasta en los centros poblados de la jurisdicción, como El Paraíso, El
Toro y La Arcadia que, forzosamente, fueron la plataforma desde donde se
fraguaron los actos de violencia.
En la calle del comercio, en
la plaza de mercado, en el parque, en la sede del gobierno local, en las
instituciones educativas, en los hogares, se advierte con facilidad el sosiego
y el optimismo.
-Hay que confiar en la
película, no tanto en los actores, declaró un funcionario del gobierno
municipal, al referirse al esperado desenlace de las conversaciones en La
Habana.
Como el bálsamo que toma
color y adquiere espesura al contacto con el medio ambiente, el alivio que han
sentido los algecireños se ha transformado progresivamente en la
materialización de un sueño, en el viejo ideal tomando forma y para algunos es
como lo irreal que se hace tangible. “Creí que ese mal sería eterno”.
Reverdecieron
las esperanzas
Los adultos mayores
volvieron a las bancas del parque, los niños juegan en las calles, los
estudiantes se movilizan tranquilos hacia sus instituciones educativas, las
señoras van solas al mercado y, principalmente, los campesinos regresaron a sus
labranzas. Un colectivo al que la violencia le modificó sus hábitos cotidianos
como el comer, el dormir y hasta sus relaciones afectivas, recompone su cotidianidad
y, de a poco, regresa del infierno de las bombas, del miedo y la zozobra.
-Hace 5 años, Algeciras
parecía un desierto y en sus calles no estaba sino el miedo, comentó un
comerciante, quien como la mayoría de los habitantes, guarda sus reservas para
hablar con los periodistas. Aunque sea solo del presente prometedor.
Lentamente, aunque con las
limitaciones y altibajos derivados de las condiciones climáticas, Algeciras
recupera su comprobada condición de despensa agrícola del Huila, con un nuevo
ingrediente, la producción agroecológica.
Pero detrás de la euforia
generalizada por el cese de la violencia, se esconde el fantasma de la duda y
de la incertidumbre sobre el proceso de transición de su condición de escenario
de guerra, a laboratorio de paz. La gente está feliz, pero no tiene claridad
sobre el futuro del proceso de recomposición de sus estructuras económicas y
familiares.
La gente disfruta el momento
a su manera, y con iniciativas sin dirección muchas veces, emprendió el
recorrido por el sendero de la paz mientras los académicos mantienen el tema de
la violencia como eje central de sus discusiones.
Inspirados en la
organización comunitaria como instrumento para sacar adelante sus proyectos
productivos, en el sector rural se han conformado numerosas asociaciones cuyo objetivo
es la gestión y administración con autonomía de la producción, transformación y
comercialización de sus cultivos.
Los ramales de la cordillera
oriental que se descuelgan hacia el Huila reverdecieron en todos los tonos y a
medida que se asciende por la carretera maltrecha aparecen los cultivos
multiformes y multicromáticos alrededor de los invernaderos para la siembra de
tomate, principalmente, rodeados por lindas casas solariegas con sus jardines
florecidos y en donde al atardecer encontramos el alma de los campesinos,
igualmente optimistas por su futuro, pero del mismo modo preocupados porque los
programas del gobierno no tienen el acompañamiento adecuado.
El entorno está dominado por
los cultivos de café y los invernaderos de tomate, pero son notorios los
sembradíos de lulo, caña –con sus trapiches para la molienda- yuca, arracacha, plátano,
tubérculos, cítricos y hortalizas.
Problemas
y necesidades
Al calor de un tinto
preparado con café de su propia cosecha, trillado, tostado y molido de manera
artesanal, Faiber Bautista, Campo Elías Zamora y Alcibíades Gutiérrez, enumeraron
los principales problemas y necesidades de los campesinos de las veredas
Naranjos Bajos, Naranjos altos y Líbano Oriente. Las vías terciarias en mal
estado, la energía eléctrica es muy deficiente, con altibajos severos que
provocan daños a los electrodomésticos. Demandaron del gobierno la
implementación de los distritos de riego, los programas de construcción y
mejoramiento de vivienda, con sus respectivas unidades sanitarias; el
nombramiento de un enfermero (a) para el puesto de salud de El Líbano, se
destacan en la lista que le enumeraron al DIARIO DEL HUILA.
Pero de manera vehemente,
las comunidades le reclamaron al periodista, publicar su percepción sobre el
impacto de los proyectos productivos que distintas entidades han propuesto en
los últimos años que, dijeron, son demagógicos por cuanto en la mayoría de los
casos, sus promotores llegan, hacen
reuniones, entregan algunos implementos y no vuelven. Y en otros proyectos, el
ciclo de la cadena productiva queda incompleto por fallas en la etapa de
comercialización.
El reconocido ambientalista y profesor
retirado, Jaime Lizcano, admitió que la ciudadanía disfruta de la tranquilidad en
materia de orden público pero advirtió que el paso siguiente del proceso debe
contar con el apoyo del Estado, especialmente con su músculo económico porque
es peligroso que las expectativas puedan superar las acciones oficiales.
Inspirador de la Corporación
Municipal Agroecológica de Algeciras, COMUNA, que agrupa a 18 cultivadores que
decidieron retomar las prácticas agrícolas ancestrales, introduciendo conceptos
modernos para la producción limpia de alimentos perecederos, Lizcano advirtió
que no se trata, exclusivamente, de celebrar el cese de la violencia, sino
también generar entre la población sentimientos de aprecio por el escenario
natural sobre el que se actúa. “Se trata de redescubrir el santuario verde que
nos permita ver el horizonte de la soberanía alimentaria con equidad, autonomía
y libertad”, enfatizó.
Amenazas
Algeciras no es solo la
despensa agrícola del Huila. También es un gran productor de agua con numerosos
riachuelos y quebradas tributarios de los dos afluentes principales, los ríos
Blanco y Neiva que son explotados por los arroceros de Campoalegre,
principalmente, quienes le pagan a la CAM impuestos altos que no son revertidos
en la protección de las cuencas de los abastecedores que, como en el último
verano, prácticamente desaparecieron.
De otra parte, en la vereda
Buenavista existe una fuente hídrica que surte a sus habitantes, pero la CAM
autorizó la construcción de una carretera en la parte alta, con lo que a largo
plazo desaparecerá por causa de los residuos.
Pero la mayor amenaza para
los pobladores de la cordillera algecireña es el proyecto de construcción de
una hidroeléctrica, tomando las aguas del río Neiva, pocos kilómetros abajo del
casco urbano. Dirigentes agrarios y expertos ambientalistas consideraron que la
proyectada hidroeléctrica dejará sin agua para el riego a los cultivadores de
la región en pocos años, por cuanto se deberán mantener los niveles de flujo
necesarios para la operación de las turbinas. El tema fue mencionado el
miércoles último durante una reunión conjunta de residentes en las veredas
Líbano, Naranjos altos, Naranjos bajos y otras de los alrededores.
-Nos obligarán a suspender
los puntos de riego para que los empresarios tengan agua suficiente para sus
máquinas, alertó uno de los participantes en la asamblea.
El
Paraíso
¡Cómo tiemblan los recuerdos
en la calle larga y descompuesta de este pequeño poblado!!. En el aire se
siente la sal de las lágrimas pero, asimismo, se ve la aureola de la ilusión
sobre las cabezas de sus habitantes silenciosos.
En 1967 fue destruido por un
fuerte temblor y no es el momento ni la intención de recordar su calvario
durante la violencia guerrillera, pues por su ubicación geográfica limítrofe
con la inspección de Balsillas fue la puerta de entrada a la “boca del lobo”.
Entre esos recuerdos está el
de la reconstrucción, que se hizo gracias a la donación de los terrenos por
parte de doña María Josefa Perdomo de Lara, en el que todos los damnificados
pudieron construir sus casitas. Paraíso viejo y Paraíso nuevo conviven como
hermanos.
Por el aprendizaje
obligatorio y de supervivencia durante su largo periodo de convivencia con los
actores armados, los residentes de toda la región son recelosos casi al
extremo, desconfían y sospechan de los desconocidos y los periodistas les
despiertan temor. Es muy difícil la obtención de testimonios y cuando se logra,
las personas piden el anonimato y no permiten las fotografías.
En la vía de ingreso al
caserío aparecen humildes casas al lado y lado, el vehículo que hace la “línea”
de transporte, muchos perros, algunos muchachos que corren, 3 o 4 ancianos
sentados o recostados a la pared sobre sus taburetes de vaqueta, dos tiendas
pequeñas y la puerta de acceso a la institución educativa El Paraíso.
Por esta calle y por los
caminos de los contornos trazados sobre el lomo de un cerro que hoy tiene el
verde de la fertilidad y de la esperanza y en donde pastan algunas vacas,
pasaron sucesivamente los actores de la violencia, guerrilleros y militares,
con su regadera de terror.
Pero también brillan los ojos
de satisfacción entre sus habitantes quienes desde hace varios años “vivimos un
ensueño que ojalá no se desvanezca nunca”, como nos dijo una joven estudiante
de 10° grado.
La gente en todo el país
recuerda que durante el tiempo del despeje para los diálogos con la guerrilla,
en el gobierno de Andrés Pastrana, la zona de distensión se extendió más allá
de las fronteras establecidas y El Paraíso fue uno de los sitios afectados.
“Sus habitantes se fueron
casi todos y el pueblo parecía un viejo retrato abandonado al sol y al agua”,
me dijo uno de los 3 señores que sentados en piedras cerca al moderno
polideportivo, nos sonrieron cuando hicimos la foto del escenario y de su
parquecito adyacente.
También aquí la gente está
estremecida por el sentimiento de la esperanza y en sus ojos, como en los de
una quinceañera enamorada, se nota el anhelo de la posesión, del goce de la
libertad y del progreso.
El
colegio
Aunque ahora se llama
institución educativa, todos lo siguen llamando “el colegio”, al que quieren y
cuidan como una taza de plata en donde guardan una partícula de ellos mismos, de
los habitantes del pueblito, de los padres de familia y, ante todo, de los
estudiantes y sus profesores.
Es el núcleo de 13 sedes
educativas que funcionan como satélites en los contornos del poblado, con un
total de 805 estudiantes, de los cuales
177 cursan primaria y 286
secundaria en la sede principal de El Paraíso. Treinta muchachos se
graduarán como bachilleres este año.
Una muestra del acentuado
sentimiento de pertenencia es que la rectora de la institución, la licenciada
Mildred Rivera Polanía, nació y creció allí y solo salió para hacer sus
estudios de secundaria y superiores. Desde 1997 está vinculada a la institución
educativa y desde el 2015 es la rectora encargada.-
-Esta institución es como
una copa llena de licor sagrado, de testimonio de fe y esperanza y hemos tomado
la decisión de no mirar el pasado y poner todas nuestras fuerzas en la
construcción de un futuro mejor para nuestros descendientes, respondió cuando
le preguntamos sobre los efectos de la violencia.
Le pido, por favor, que sea
nuestro vocero ante el gobierno para que nos satisfaga dos necesidades
urgentes: la pavimentación de la calle central y la construcción de 3 aulas de
clase que nos faltan.
Perspectivas
La paz es, además, un
desafío para el desarrollo y debe traer, de entrada, una agenda de temas
estratégicos como la justicia y la reforma agraria.
-Además de las inversiones
estatales en zonas como la del municipio de Algeciras, en la etapa posterior al
cese de la violencia, se deben manejar otros elementos como los orígenes y
patrones de la conflictividad y el manejo de las disputas individuales,
conceptuó un funcionario de la administración municipal que pidió el anonimato.
En Algeciras se viven
tiempos de paz, aunque en la mayoría de las personas sus deseos son imprecisos,
tal vez por la incertidumbre de los tiempos que vendrán como consecuencia de la
firma de los acuerdos de La Habana, o por el dolor y el peso del alma de sus
muertos.
De todas maneras, sus
paisajes que parecen pintados con pinceles gigantes seguirán ahí como testigos
inmutables de la historia y sus ríos y quebradas arrastrarán los sueños y
ambiciones de un pueblo que como Marcel Proust va “en busca del tiempo
perdido”.
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