Una de las tareas más frecuentes durante mi ejercicio periodístico fue la fabricación de perfiles, muchos de ellos evidentemente inflados, porque hicieron parte de la vitrina en la que son expuestos, como maniquíes, por los grandes Medios de comunicación, los falsos personajes de la vida nacional, principalmente de la política. Pero, del mismo modo, algo aprendí para la construcción de perfiles de cientos de personas justas que merecen un reconocimiento por sus victorias. Son los verdaderos personajes de la vida cotidiana.
Cuando hace poco más de un mes me informaron que Luis Ángel Sánchez, el popular Eusajo, cumpliría 70 años en noviembre, me sentí "metido en la grande", como decíamos de jóvenes cuando nos planteaban un gran reto. Porque ya lo he dicho, hay momentos en la vida cuando uno lo siente todo pero no puede decir nada, cuando las emociones son tan fuertes que tardamos más tiempo para asimilar la complacencia que se nos sale de los sentidos.
Tengo la misma sensación de impotencia verbal que cuando me propuse la elaboración del perfil de mamá Alicia, con motivo de sus 90 años. Porque, de alguna manera, Lucho también ha sido mi mamá, mi papá, mi Maestro y mi hermano del alma en mis tristezas, en mis tragedias, en los laberintos de mi vida y en mis pocas victorias.
Se trata dibujar el perfil de un personaje que fue estrella durante la locura colectiva que asaltó el alma del pueblo caqueteño después de que otros amigos inquietos convirtieron en teoría política el pensamiento del obispo Ángel Cuniberti, a partir de sus homilías y mensajes episcopales dirigidos principalmente a los campesinos, en los que les mostró la importancia de la organización como herramienta para defender sus derechos.
Pero es que también Lucho es un apasionado del pensamiento, de la oralidad y del mamagallismo; un reconocido caracterizador de personas y momentos; un filósofo de la vida, un insolente con los vencedores y un reclamador vehemente de los derechos de los vencidos.
En momentos en que el país vive una desbandada de los ideales, el paisa Luis ha estado a punto de sucumbir ante una indigestión producida por la revoltura de sus chistes, anécdotas, opiniones y su escepticismo burlón, reprimidos en su cabeza durante años porque, dice, "ya no tenemos tiempo para temas trascendentales, tenemos que bajarnos de aquella profundidad que nos privó de muchas cosas buenas...un fiambre pequeño nos alcanza para el corto camino que nos queda".
Reconocido por su informalidad extrema que algunas veces invade los terrenos de la imprudencia, sostiene que muchas personas, incluidos algunos amigos suyos y nuestros, son esclavos de las reglas y los convencionalismos; que viven en una especie de servidumbre y esclavitud mental; que se empeñan en imponer sus puntos de vista a quienes los rodean.
Siempre fue un rebelde indomable...pero ya, definitivamente está domado, porque las ilusiones idealistas del jovencito profesor del poblado de Remolinos del Orteguaza en los años 70´s del siglo pasado, ya son apenas una pintura de crepúsculos sensitivos bajo el yugo del tiempo. Pero su esencia, lo que siempre lo caracterizó, su innata destreza para las frases y las actitudes equívocas y maliciosas, antes que disolverse, se ha robustecido con el paso implacable del tiempo y actualmente es una de sus virtudes candorosas, como dicen las damas: tan querido don Luis, siempre tiene una anécdota, un apunte para alegrar el día.
Es increíble, pero gracias a esa facilidad para el gracejo, me gradué como normalista superior en 1977...Es la historia de un fraude académico que arrancó de un impulso espontáneo de “Eusajo” y desembocó de manera no deliberada en la validación de mi nota de Educación Física, requerida para la graduación como bachiller Normalista. Perdí la materia por inasistencia absoluta; el profesor de Educación física nunca vio mi rostro. De paso por la Normal de Florencia, en desarrollo de los formalismos para su grado, también de Normalista, Lucho vio mi nombre en una lista de estudiantes con deudas académicas y, entonces, empujado por su habilidad para divertirse, se presentó ante el profesor, después de cancelar los derechos de validación, en una genial usurpación de mi deber académico y deliberada suplantación de identidad. -Dele 50 vueltas a la cancha de baloncesto, le dijo el titular de edufísica. Dos horas después, en la sede de AICA, en el barrio 7 de Agosto, con la cara adusta me reprendió severamente por mi supuesta "irresponsabilidad como estudiante y mal ejemplo como dirigente del magisterio". Cuando mi réplica se endureció por su crítica, soltó esa risotada congénita que lo caracteriza, me enteró de su exitosa picardía y me cobró los $20 de entonces que pagó como valor por la validación. Sacando pecho, me gradué como Normalista y ascendí en el escalafón docente.
Atendiendo peticiones de sus amigos y familiares cercanos, “El sombrerón de la Mentira”, como también le decimos, puso, por fin, el aguijón y la chispa sobre el computador y comenzó la escritura de sus paisajes. Nos quiere demostrar que no solo su palabra hablada tiene poder…también, escribiendo, nos produce las emociones que despierta con su pensamiento audaz y sus metáforas atrevidas.
Caracterizado por su mamagallismo, que es algo más serio de lo que la gente cree, sin un ejercicio en la escritura y menos en la literatura, apoyado por su memoria prodigiosa, empezó a pagar la deuda que tiene con sus amigos cercanos, quienes desde hace muchos años le hemos pedido que comparta las fantasías completas correspondientes a los fragmentos que relata durante las charlas con la gente.
La chispa repentista y creativa que posee Lucho produce frases que recogen la cotidianidad de manera simple pero explosiva que, irremediablemente arrancan sonrisas y aproximan a sus interlocutores. Y muchas veces, del mismo modo, son tempestades devoradoras llenas de sátiras implacables que destruyen monumentos ideológicos y posiciones políticas.
En la decoración personal de Lucho, y entre los sueños desvanecidos de la lucha social por la posibilidad de construir sociedades ideales, sobrevive su capacidad para acercarse a las personas tocadas por la soledad y el abandono. El dolor ajeno lo pone pensativo y hasta solemne; personalmente, lo he visto demasiado sensible con asuntos penosos que aunque no son de su incumbencia les pone el alma con la misma actitud imperiosa e infatigable que tiene para sus asuntos personales y familiares.
Su rigurosa disciplina lo marcó como uno de los dirigentes sindicales y políticos distintos, ajeno al licor y a las farras, con una constante pedagogía sobre la mística que debían cultivar quienes defendían la utopía de convertirse en elementos fundamentales para reflexionar sobre la sociedad, la política y la naturaleza humana. La utopía de la justicia y la igualdad.
Ha sido un animador permanente de reuniones y encuentros de amigos y académicos porque es un idólatra de la fuerza y de la sublimidad del afecto que, del mismo modo, le permitió la construcción de una familia vigorosamente unida no solo en los momentos tormentosos sino en los éxitos profesionales y comerciales.
Hoy, cuando la mayoría de sus coetáneos –que fuimos volcanes rugientes- estamos transformados en inofensivos “cuchachos” líricos que rumiamos recuerdos; cuando el paso del tiempo nos transformó en gocetas observadores de laureles y dolores, el querido Eusajo nos quiere acompañar con sus relatos, en la casa o durante los viajes. Es como otro canto que se les agrega al manual del buen vivir.
Secretos que hace 45 años fueron parte de la Seguridad Nacional y de la guerra misma del Estado contra los rebeldes armados, y de estos contra las instituciones, ya se pueden hacer públicos, del mismo modo como el fraude académico mencionado. Sueños, pilatunas, amores, arrepentimientos, imprudencias y una que otra infidencia respetuosa, desfilan iluminados por la chispa o por la tiranía, ambas exquisitas, del viejo Lucho, con destino a todo público, pero principalmente para los individuos de su generación que hemos llegado a la época de la vida cuando comienza el desaprendizaje y el olvido forzoso por cuenta del enemigo alemán. Para quienes disfrutamos de las buenas conversaciones, para quienes saben reír y, especialmente, para quienes sabemos reírnos de nosotros mismos. Porque el buen humor es una expresión de la genialidad para las personas que charlamos por pasatiempo, que le otorgamos demasiada importancia al hecho de reír con los demás y a quienes nos gusta, igualmente, volvernos objetos mismos de la risa. Como una selfie del mamagallismo.
Para quienes hemos sobrevivido a la violencia y a las injusticias, y hoy cultivamos la más alta forma de la belleza y la armonía que se llama amistad. Estoy seguro que estas ilustraciones de Eusajo serán escoltadas por la risa y la gratitud, que son las sombras de este viejo parsimonioso que todavía lleva en su interior una cordillera volcánica con las llamas y el humo de sus propias combustiones.
Estamos seguros de que sus textos tienen el vértigo misterioso e hipnotizante, derivado de la influencia notoria recibida por Eusajo de la tragedia griega; de Homero con sus héroes de 15 codos de altos, o de Esquilo, cuyo tema predilecto es el sufrimiento humano. El contagio del genio es imposible de ocultar.
Muchos lingüístas afirman que el mamagallismo es una de las formas remotas de la seriedad. El caso de Lucho es la comprobación de esa teoría pues con su disciplina, laboriosidad, imaginación y análisis, logró forjar, con su hermano Hernando, la empresa símbolo de los huilenses, Gaseosas Cóndor, que logró sobrevivir a pesar de los ataques leoninos de los empresarios del monopolio en el mercado de las gaseosas. A punto de sucumbir, Lucho convirtió la empresa en un referente comercial y, lo más importante, la metió en el corazón de los opitas. Es decir que, muy seriamente, les mamó gallo a Postobón y a Coca-Cola. La informalidad de Lucho también desemboca en la simplicidad y es repetitivo sobre la necesidad de fomentar el gusto por las cosas y temas aparentemente elementales, detrás de los cuales se esconden muchas historias, emociones, frustraciones, dramas e ilusiones. Aunque simple, cada cuadro de la realidad y principalmente del paisaje, tiene trascendencia. Con frecuencia, se pregunta: ¿dónde encontrarán placer aquellos que no le dan importancia a las cosas sencillas, aquellos que no tienen sensibilidad para disfrutar el olor del bosque, el color de los animales, el perfume de las flores, el golpe del viento y la voluptuosidad de la neblina?; quienes viven pegados a los bienes materiales, los que luchan por cosas que no necesitan, aquellas personas solemnes, excesivamente formales, que solo tienen tiempo para sufrir, que van por la vida a toda velocidad?. Y los exhibicionistas o "vitrineros" que vuelan con los vientos de la publicidad?
Al ver las sombras del crepúsculo que se prolongan de manera vertiginosa, muchos sentimos la fuerza de atracción misteriosa de la muerte y vemos impotentes cómo avanza la cola hacia la ventanilla de la eternidad. Pero, de ninguna manera, seremos vencidos prematuramente porque existen personas como Eusajo que le ponen palos a las ruedas de la parca, que nos animan para no perder las ilusiones, ni la memoria que nos permite disfrutar de los laureles cosechados...y también de los dolores sufridos. Porque la sabiduría de Lucho nos repite con frecuencia que los paisajes, las personas, acontecimientos y especialmente las risas, alcanzan dimensiones formidables con la recordación, aunque muchas veces un vaho doloroso se escapa de las praderas del recuerdo y hace temblar las voces de los relatores...
Es un gran contraste con los campos ya lejanos de la juventud bajo el sol efervescente de la lucha, del heroísmo, del sacrificio por un ideal de justicia social que no pudimos materializar mediante la movilización de voluntades y de masas, y nos puso a dudar sobre el secreto de los veredictos históricos arrancados con la fuerza de las armas.
Hoy, al recorrer la vida de Lucho, me atropelló una gran duda, sin resolución: ¿Las luchas fueron miserablemente estériles porque, igualmente, fueron cándidamente heroicas?
Con las manos en el teclado, mirando el último párrafo de esta nota de cumpleaños para Lucho Sánchez me consolé:
-¡La soledad no es refugio seguro para nuestras almas...y menos para la parca!!!
Imitemos a Lucho y transformemos el huracán de la vida en armonía permanente a través de la risa.
Porque el mamagallismo es el abrevadero de los genios!!.
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