jueves, 12 de mayo de 2016

Institución educativa Corazón Inmaculado de El Doncello, Caquetá, 50 años de cosechas para la convivencia



Una llamada del profesor Ancízar Tangarife me puso frente el espejo retrovisor de la historia reciente y entonces vi, entre orgulloso y nostálgico, algunos episodios de mi efímero paso por el Colegio Corazón Inmaculado, de El Doncello, Caquetá, hace ya casi 40 años.
Y bajo ese cielo de los recuerdos, me propuse ponerle palabras a los hechos para envolverlos con ternura y cariño, a propósito de la celebración de los 50 años de esta querida institución educativa. Para reivindicar fervorosamente su importancia como forjadora de las improntas que han dejado en el desarrollo regional, en la convivencia, en el bienestar colectivo, en la academia, en el deporte y en la política, muchos de los jóvenes que pasaron por sus aulas con las almas desnudas, con las esperanzas en construcción, con el frenesí de la juventud.

Entre el sueño y la realidad

Aunque muchos padres de familia y algunos docentes estaban preocupados por la falta de un colegio para la educación secundaria de sus hijos –que estudiaban la primaria en la Abel Molina y en la Cristóbal Colón- y a pesar de que todos se afanaban, ninguno parecía saber cómo buscar soluciones. Pero algunos se ampararon en el torrente poderoso, en la fuente inagotable de iniciativas, en el educador ejemplar e incansable que recorría escuelas veredales en tiempos de la Inspección Nacional de Educación: el padre Juan de Michellis. Y fue él quien se puso al frente de la materialización del proyecto de fundación del colegio, de este huerto al que muchos miran hoy por entre los pergaminos de sus éxitos.  Rodeado por el entusiasmo de otro sacerdote,  Bruno del Piero, y de algunos profesores como Elvia Murillo, Cecilia Ortíz, Argenis Ariaz y Jorge Ortíz, principalmente, le vendió la idea a Monseñor Angel Cuniberti, otro apóstol de la educación y a quien el Caquetá le debe un reconocimiento.
Monseñor Cuniberti le hizo un moño al proyecto, le puso guirnaldas, pulseras y un cinturón de perfumes. En un gemido dulce de aprobación, lo puso a rodar enseguida y un día, al despertar, la comunidad vio el colegio como una flor recién abierta. Los pájaros cantaron, el viento agitó con fuerza las ramas de los árboles y la comunidad celebró el triunfo en ese ya lejano 1966.
Son 50 años, durante los cuales ha pasado de todo, desde los tropeles huracanados –académicos y disciplinarios- que encresparon la vida del colegio; las tormentas silenciosas amainadas por el debate y la autocrítica; la tiza y la almohadilla; la llegada del primer computador en 1990, las pataletas de los nuevos estudiantes, los paros sucesivos de la década de los 70s, hasta los resplandores prodigiosos y musicales del éxito institucional y de los triunfos de sus alumnos y exalumnos. Como el vaivén dialéctico de la luna llena y la luna nueva, como un carruaje majestuoso conducido con solemne rapidez. El salto desde un escenario semisalvaje a la “nube” del espacio cibernético que lo convirtió en una atalaya desde donde se proclama la lucha por la Libertad y por la Verdad.
Despilfarradores de alientos, derrochadores del escaso presupuesto familiar, perjuros, ultrajantes, brutales, extremistas, incrédulos, belicosos y algunos lujuriosos, pasaron por las aulas del colegio,  volvieron locos a directivos, docentes y a sus condiscípulos, pero la magia de la pedagogía transformó su furiosa energía en capacidad de servicio.

Buenas semillas, excelentes cosechas

Celebrando su medio siglo, el Corinmaculado es un huerto en donde miles de jóvenes han regado y cultivado las semillas de sus anhelos y ambiciones, en donde comenzaron la construcción de las trincheras que les sirven para enfrentar la lucha heroica y constante que demanda la vida en este país ahogado por las desigualdades, la violencia y la corrupción.
Jesús Ángel Gonzáles y Fredy Arredondo, egresados de la primera promoción de bachilleres, en 1976, -que justamente  tuve el honor de acompañar-  son considerados como los más brillantes frutos de la primera cosecha. El primero fue gobernador del Caquetá –además de haberse “sonsacado” a la secretaria del colegio- y el segundo, alcalde de El Doncello. Desafortunadamente, los dos murieron en la flor de su juventud.
En el sendero siempre florecido del colegio hubo excelentes cosechas. Ya son 40 promociones con cientos de semillas de democracia esparcidas desde el Corinmaculado. En el 2002, Eliana Velásquez Varón, obtuvo el premio Andrés Bello, ganó una beca de Ecopetrol y se formó como ingeniera de petróleos. 
Durante 3 años consecutivos (2005-2006-2007) el colegio  se ubicó en la vanguardia de las pruebas Saber once- ICFES-  primer puesto a nivel departamental.
En 2012, Sergio Duvan Gutiérrez Barreto recibió reconocimiento de la ministra de educación nacional al mejor estudiante del Caquetá.
En 2014, Luis Ángel Osorio Lupaco obtuvo cuatro menciones Andrés Bello por  ser el mejor bachiller del Caquetá. Además obtuvo beca por ser el mejor pilo y se encuentra matriculado en una de las mejores universidades del país.
En 2014, primer puesto en el municipio y segundo en el departamento; siete estudiantes obtuvieron la beca “Ser pilo paga”.
En 2015, se mantienen los primeros puestos y ocho estudiantes obtienen la beca “Ser Pilo paga”.
En 2011,  2014 y 2015 mención de honor a la institución de parte de la gobernación del Caquetá, por los excelentes rendimientos académicos.
En 2015, pruebas Saber once, primer puesto a nivel departamental.

Verdadera pedagogía

Por el colegio también han pasado docentes "estrella", convencidos de que la verdadera pedagogía es la capacidad de convertir la escuela en un espacio para el conocimiento, en donde se enseña y se aprende. Porque enseñar ya no es la transmisión del conocimiento acumulado y aprender no es, exclusivamente, la recepción de contenidos.
Se trata de comprender el mundo, los objetos, los fenómenos, percibir la belleza, comprender la exactitud científica, despertar el sentido común y, de manera especial, asimilar los comportamientos ciudadanos, el respeto de los demás. Desde los primeros años de funcionamiento, en el Corinmaculado se destacaron docentes opuestos al carácter "bancario" de la educación, a la sumatoria de datos universales que olvida circunstancias particulares de las comunidades, sus intereses y sus anhelos.
Gabriel Sandoval, Alonso Orozco, Luis Alfonso Páez, Fernando Troncoso y German Carvajal sobresalen en el grupo de docentes que lideraron las transformaciones orientadas a ligar la educación con las necesidades de la población. Y a su lado, una larga lista de docentes quienes propusimos el deslinde con las tendencias memorísticas, que priorizan la acumulación de datos aislados de la realidad particular, para acoger todas las ideas venidas del entorno social, de las condiciones particulares que se presentan en el medio en el cual se desarrollan los procesos de aprendizaje.
Otros, como los actuales directivos Roque Cisneros y Ancízar Tangarife, han estado en la transición de la institución, en las mutaciones forzadas por el desarrollo tecnológico, en los nuevos retos de la pedagogía, en la construcción de canales de comunicación con los más vulnerables para trasladar sus experiencias desde el aula a otros espacios en donde también se necesita la formación para la transformación social.

Breviario de luchas

Las madres piadosas y abnegadas quienes, metiendo sus manos a la candela, educaron a sus hijos, tienen, del mismo modo, un sitio especial en la celebración de los 50 años del colegio. Doña Mónica Caviedes es el símbolo del sacrificio, del encanto. Muchas mamás han educado a sus hijos con la venta de arepas y en muchos casos, sus hijos no aprendieron sino a comerlas.
También pasaron por el colegio muchos cóndores furiosos, cuyos espíritus flamearon como antorchas avivadas por un huracán: Ricardo Vásquez, un rebuscador que le puso pasión a la venta de avena y buñuelos para financiar sus estudios; Jimmy Giraldo, quien en el brillo de los zapatos que lustraba vio su futuro; Luis Eduardo Bonilla, tímido campesino transformado en médico ilustre gracias a su alma demasiado fuerte y la venta de limones y naranjas. En este ramillete de fortalezas está, también, el sacerdote Efraín Antonio Gómez, por momentos proscrito pues sus opiniones asustaron a varios profesores.

Recuerdos inolvidables

Mirando la vida con la lupa de mis recuerdos, con la tranquilidad de la hora crepuscular, vi con toda intensidad, aquellas escenas de mi paso por el Corinmaculado. La música que sonaba para el ingreso de los estudiantes, las disecciones de animales en mi clase de biología, las discusiones sindicales en la sala de profesores y hasta el noviazgo de la entonces secretaria, Raquel García, con el estudiante Jesús Ángel Gonzáles, que desembocó en matrimonio. Ah, y naturalmente, mis aventuras juveniles con la profesora Marina Díaz, por causa de las cuales nació Tania Mireya, mi hija mayor, actualmente coordinadora de una institución educativa en Calarcá, Quindío.
Cuando cumple medio siglo, el colegio Corinmaculado es como una gran casa solariega en donde se siente el alma de sus inspiradores y forjadores que pusieron el polen del conocimiento, florecido bajo un sol de esperanza para muchos caqueteños.

Las almas de sus forjadores

Con el alma de sus pioneros, bajo la tutela invisible de Monseñor Cuniberti y con el esfuerzo de todo un colectivo, crecen los rosales en este huerto de la inteligencia. Quienes lo abonan, mantienen como meta que sus huéspedes comprendan el mundo, los objetos, los fenómenos; que  perciban la belleza, interpreten la exactitud científica, despierten el sentido común y, de manera especial, asimilen los comportamientos ciudadanos y el respeto de las ideas ajenas.
Las reverberaciones de sus éxitos, los triunfos de sus alumnos,  los pergaminos de sus docentes y directivos, son como miel silvestre y rocío del cielo que abona el recuerdo perenne de aquellos que trabajaron por su fundación.
Personalmente, en la mágica perspectiva de mis recuerdos, cuando el sol se hunde, veo una sombra grande, muy grande, reflejada en el horizonte. Es el Corinmaculado, en donde mi espíritu juvenil fue besado por los labios de la lucha por la Libertad.


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