viernes, 17 de febrero de 2023

Con una patada en el estómago que le dieron a su creador, comenzó la devaluación del uso de la bandera del Caquetá


 “Los símbolos patrios son la base de la identidad de una Nación”, repiten constantemente los fanáticos del patrioterismo, “esos que alardean de manera excesiva e inoportuna de su falso patriotismo y amor a la Nación”, escribió Rafael Uribe Uribe, de los Uribe buenos.

Con patriotismo, hay que admitir, efectivamente, que la bandera, al lado del himno y el escudo, son elementos representativos que de cierta manera sustentan la identidad y unidad de un territorio o comunidad.

Sin profundizar en la vexilología de las banderas ni en los signos de su semiótica, las banderas existen desde cuando surgió la necesidad del entendimiento y de la comunicación no verbal entre los humanos.

El Decreto 1967 de 1991 reglamentó el uso de los símbolos patrios: la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional, pero de manera progresiva se han prostituido y banalizado esos emblemas, hemos perdido elementos distintivos de nuestra identidad nacional, como algunas costumbres, valores, elementos culturales y tradiciones, lo que se conoce como el sentimiento de pertenencia por lo colectivo. El individualismo y el desprestigio de la clase política nacional, que vende la patria y modifica la verdad histórica, motivan el desinterés hacia los elementos representativos de la unidad nacional. La indiferencia, la resignación, el conformismo y, peor, el silencio ante la realidad nacional son una caracteerística de las masas colombianas que saben de quién huir pero no a dónde llegar. Conocen a sus enemigos pero, por causa de los sucesivos engaños, les cuesta demasiado confiar en eventuales nuevos amigos.

En los actos oficiales, se les brindan “homenajes”,  a los símbolos patrios, pero son meramente protocolarios, sin sentimiento.A los jóvenes, por su parte, les importan poco, mejor, desprecian esos actos oficiales porque saben que son manifestaciones hipócritas. 

-"Mientras piden respeto por un himno, una banderaa, un escudo o un minuto de silencio, matan a quien opine distinto al Estableccimiento", me dijo un muchacho cuando le hablé del tema.

 Los inspiradores y creadores de los himnos, escudos y banderas, son artistas, esas personas singulares que son capaces de pintar la muerte sin sentirla, que le dan inmortalidad a lo que tocan o escriben, así sea en los himnos, las banderas y los escudos de los pueblos de la “otra Colombia”.

En 1980, durante la campaña de departamentalización del Caquetá, se hizo una convocatoria a los productores intelectuales con el fin de encontrar el diseño, simbología y colores de la bandera del territorio que, a la postre se convirtió en nuevo departamento. El reconocido artista de la época, Mario Vela Herrera, ganó el concurso y recibió las palmaditas en el hombro y el beneplácito de la dirigencia política y cultural de la época.En la fotos, Luis Angel Nieto y Amparo Ossa, en momentos de entregar el reconocimiento al creador de la bandera del Caquetá, en 1980.

Muy pronto pasó el entusiasmo, “como el del caballo capón”, decía mi papá Jesusma para expresar de manera gráfica las alegrías pasajeras. Cuarenta y tres años después del acto de reconocimiento, acurrucado en su soledad, Mario Vela Herrera, creador de la bandera del Caquetá, devora la ingratitud de la dirigencia política y cultural de su departamento, siente que su arte fue lapidado y que, definitivamente, las leyendas también envejecen.

Con actitud tranquila, pero nostálgico, frente a las actitudes altaneras de sus coterráneos, Vela cree que la gente lo mira con los ojos horribes del desprecio. Entonces, le habla por celular a su hermano Rodolfo, reconocido gestor cultural del Caquetá:

-“Con el paso de los años su nombre ha quedado en el olvido, desconociendo su importante legado; algo que la historia no puede pasar por alto y que, para él, a sus 70 años, significa demasiado”, relata Rodolfo en un tono combinado de enojo e impotencia. “Lo que él quiere es que se le reconozca lo que hizo, porque se lo ganó”, agrega.

Mario es uno de los diez hijos de Hernando Vela Cabrera y María Emma Herrera Herrera, colonos huilenses que aportaron a la fundación de Morelia, y después se trasladaron a Florencia en la búsqueda de mejores oportunidades, como en efecto las encontraron, empezando por el acceso a la educación en el Colegio Nacional La Salle.

Desde pequeño, Mario mostró sus habilidades para el dibujo y la pintura; eso le abrió un panorama halagador, que le facilitó incorporarse a la vida laboral con algunos privilegios. Ganador del concurso, la bandera que hoy enarbola el departamento, con sus 16 estrellas y las siete franjas horizontales, es de su autoría, como se lo reconocieron en su momento (1980) el entonces Intendente Nacional del Caquetá, Félix Tovar Zambrano, el Consejo Intendencial y el Comité Prodepartamentalización del Caquetá, con su presidente, el abogado Floresmiro Robles Rojas. entre otros.


Vive en Barranquilla, mermado por los años y las secuelas de un accidente que le afectó su movilidad desde joven, reclama un reconocimiento porque, de manera increíbe, en ninguna instancia oficial, ni siquiera en Wikipedia, aparece su nombre como creador de la bandera. Ninguna entidad del resorte departamental pudo explicar las razones de esa cachetada contra el artista. Muchos funcionarios ignoran el origen de la bandera y algunos especularon sobre su creador.


El hondo desprecio que los artistas le inspiran a la clase política después de haberlos usado, es una conducta predominante que muchos de quienes trabajamos con la palabra debemos combatir, a punta de no caer en sus expediciones de egoísmo e hipocresía, porque muchas veces necesitamos más virtudes para describir el dolor de los demás, que para contar los nuestros. Las tragedias ajenas no les duelen a los políticos, pero sí las usan para ganar votos.

Aunque en el departamento del Caquetá, seis meses después de la posesión del presidente Petro no se ha sentido el cambio en el alto gobierno, se percibe la esperanza de alcanzar la dignidadad, para que todos seamos tratados en condición de igualdad, que podamos gozar de los derechos fundamentales que de ella se derivan.

Un artista, desarrapado o en un santuario, siempre tendrá el valor de la imaginación y la belleza de su elocuencia…

…son el fiambre de su expedición terrenal…

Algunos pueden escribir notas demoledoras, azotes para quienes los desconocen, pero prefieren castigarlos con su desprecio.

 

 

           

jueves, 9 de febrero de 2023

Saludo a los periodistas colombianos

 

Aquellos que madrugan todos los días a levantarse la noticia de cada día, la que es igual al pan de cada día. Al romántico canalla que tiene que golpear las puertas del comercio local para poder financiar con la pauta del tendero su programa de noticias, de variedades, de opinión, de música o de deportes.

Por: Fernando Calderón España


Y otros. A aquel que tiene que perseguir la manipuladora pauta del gobierno de turno para poder pagarle al concesionario, dueño de nada porque el Estado sigue siendo dueño del espectro, el espacio arrendado con el que hace periodismo radial y de paso hace el mercado para poder alimentar a su familia y llevar una vida mas o menos digna.

En Colombia, la dignidad es más o menos. Depende de lo que se tenga en el bolsillo. A ese que tiene que perseguir al político de turno o al ex-político bien colocado en el turno oficial, para arrancarle un patrocinio para esa renta con la que muchos "radio-comercializadores", igualmente auspiciados por la transacción política con la que consiguieron la frecuencia, adquirieron pedigrí y, tambien, otra vida digna.

A esos que luchan por el aviso de mitad de cuarto de página, con que a duras penas se paga la impresión. A ese que anda a pie y que cuando le pagan, anda en bus o buseta. A los más ricos que en esos pueblos alejados de la gran capital, andan en bicicleta.

A los que la sociedad convertida en oyente, señala en muchas ocasiones como culpables de los muchos males que afectan a Colombia, pero que gracias a ellos, la misma sociedad convertida en oyente, sabe de las maniobras habilidosas convertidas en delitos, protagonizadas por esa parte de la sociedad que ha sido elegida. A los que pisan la alfombra o el mármol de los salones de cocteles y luego salen a "agarrar el bus" o cualquier transporte popular. A los que comen más y beben más en esos mismos cocteles e, incluso, "agarran" una manzana para aguantar el viaje de regreso a casa.

A los que crean ilusiones en un país sin fantasía. A los que cada día se la juegan por la verdad en medio de las mentiras.¡ A los que no pudieron convertir sus deseos en su propia gran noticia!".



Premios de periodismo: chantajes ocultos y rapiña por el dinero de los ganadores

 El único premio para los trabajadores de la palabra es el placer que produce la escritura cuando se cumple con el deber verdadero, con la pasión por la Justicia y por la Libertad. 


Los "premios" inventados por el gobierno y los políticos son una mentira y hacen parte de las dádivas ofrecidas a cambio de actitudes acríticas y complacientes, es decir, son un soborno disfrazado que reproduce constantemente el estereotipo del periodismo costeado por los poderosos y ejercido por canarios que les cantan, les ponen incienso, construyen calumnias y, cuando menos, guardan silencio sobre sus mentiras sustentadoras de la  tiranía progresiva que asfixia a los colombianos. El triunfo de la verdad es, por sí solo, un aplauso apoteósico, el mejor reconocimiento para el periodista. Lo demás es un asunto de vanidad y de chantaje. 


Aunque todo acto de exhibición del deber cumplido es innecesario, en Colombia los únicos premios de periodismo que pasan, son los del CPB, porque son reconocimientos creados por periodistas, para periodistas. Ese espíritu funcionaría de manera más práctica y pedagógica si al mismo tiempo con los premios se definiera un decálogo de castigos para señalar las faltas contra el ejercicio de la profesión.

 Los criterios universales para la calificación de los trabajos que presentan los candidatos a premios de Periodismo son: Originalidad del enfoque, Innovación en el uso de lenguajes y medios; Impacto en la opinión pública, Rigor investigativo y Ética en el manejo de la información.

No obstante, gobernaciones, alcaldías, Concejos, Asambleas y otras entidades públicas y privadas, han establecido Premios de Periodismo, como propuestas surgidas de sus debilidades, para acorazarse ante la prensa libre que les puede poner el ojo, porque temen que sus actos de inmoralidad y corrupción sean descubiertos. Entonces, poco importa la calidad de los trabajos porque en la práctica eso no cuenta y siempre se cuidan en la conformación de los jurados para asegurarse que los ganadores sean siempre aquellos acólitos más fervorosos del patrocinador. Hay un dicho muy popular: "quien paga la orquesta, decide la clase de música que se toca".

Tales "premios" tienen una retribución en dinero, proveniente del impuesto de los contribuyentes, y son utilizados en la mayoría de los casos por gobernantes y caciques políticos para seducir a periodistas, o al menos, neutralizarlos. Los "premios" y la pauta oficial son los vientos que hacen sonar las flautas en las cabinas de radio y en las redacciones de los periódicos. Son los mismos vientos que ahogan el Derecho de la información. Muchas veces -tristemente, la mayoría- logran comprar periodistas que, acosados por los bajos salarios y por las crisis económicas, quedan encadenados a la pauta e, irónicamente, deben dedicar más tiempo a las ventas de publicidad que a sus investigaciones. Entonces los operadores semánticos que convertían  hechos en noticias se transforman  en asesores comerciales. Los periodistas se vuelven propagandistas. Y la información, una mercancía.

Y por causa de la cultura violenta que se entronizó con más fuerza que el "Corazon de Jesús" en todos los colombianos, si no funciona la mordaza de los premios y las pautas, al periodista le ponen el tapabocas definitivo con las intimidaciones desestabilizadoras o con la eliminación física. Es más importante tener habilidades para las ventas de pautas que para la escritura y la fonética.

En la provincia, principalmente, los "engrases" a los periodistas se hacen a través de medios escritos cuyos editores muchas veces imprimen solamente la cantidad de ejemplares requeridos para la presentación de las cuentas de cobro, y en programas radiales que escasamente son escuchados por el personal de la planta transmisora. No son proyectos periodísticos sino "machetes" para sobrevivir e incensarios para "progresar". En algunos casos, se puede configurar un detrimento patrimonial por parte de funcionarios oficiales y ejecutivos "vitrineros" de empresas privadas. 

Recientemente, cuando comenté este tema con algunos colegas del departamento de Caquetá, recordamos que el Premio de Periodismo Diosa del Chairá, establecido por el gobierno regional, también ha sentido las garras de los políticos y de la corrupción. Hace algunos años, "traicionados" por el jurado calificador, y nadando en las aguas de la ilegalidad, los políticos de la época modificaron el acta de premiación. El caso no tuvo la resonancia debida precisamente por la condición lacaya de algunos colegas y por el miedo a las represalias.

También se conocieron casos de jefes de prensa que "vendieron humo" a precios altos para mover sus influencias a favor de algunos periodistas, candidatos a obtener premios oficiales.
Pero la más perversa aberración en la historia de los premios Diosa del Chairá, como “Yarupayí”, el dios malo que en la leyenda llevaba en sus brazos a la doncella para su sacrificio, es la rapiña de los propietarios de los Medios en los que se han publicado trabajos premiados, para despojar a los ganadores del billete retribuido por el patrocinador.

Los mismos periodistas saben -y lo ratificaron durante la tertulia- de casos en que el dueño de la publicación presiona al periodista ganador para que le transfiera el dinero, parcial o totalmente. Como en la misma leyenda de la Diosa del Chairá, en la que era necesario sacrificar a la mejor de las mujeres, el periodista es expoliado con iniquidad y no pasa nada porque para el dueño del concurso es más importante el comerciante que el periodista.
 En un sano ejercicio periodístico, para los editores, los  premios deben ser un estímulo y un orgullo y el único rédito debe ser la etiqueta o pegatina que lo identifica como Medio ganador de la distinción.
Parodiando a la leyenda de la Diosa del Chairá, que inspiró el premio, podemos decir que los dueños de algunos Medios en el Caquetá, ejercen el nuevo reinado al dios supremo del dinero, pero es muy posible que antes de terminar la próxima luna, los periodistas no estén listos para la boda sino para el divorcio. 
El sequito divino hace su aparición y ocupa los respectivos tronos. ”Usianamú”, dios supremo, inicia la ceremonia y cuando el Chairá se levanta del trono nupcial para recibir el billete, reaparecerá la silueta del periodista saliendo de las aguas para decorar su dignidad.