Tras mi caminata habitual y mientras me bañaba, sentí una ráfaga de aire frío que me puso la piel de gallina y avanzó enseguida a los temblores propios de la reacción corporal para equilibrar la temperatura.
-Tengo escalofrío, le dije a Inés, quien detuvo la preparación de su torta de ajonjolí y mirándome enrollado en la toalla verificó mi condición y empezó a buscar explicaciones a esa tembladera repentina.
- Puede ser la fatiga por la caminada, dijo, y reanudó su tarea. En mi cuarto sentí alivio, me vestí, tomé un vaso de agua y me puse a ver, por 4 vez, "El Padrino", que rodaba en el canal Paramount.
Cuando don Corleone soltó su famosa frase Mantén a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más cerca, sentí una nueva ráfaga de frío, tal vez por la realidad de su sentencia, pensé, pero realmente se trataba del anuncio repetido de algo anormal en mi organismo.
Me envolví en la sábana, desperté dos horas después encendido en fiebre y entonces me acordé de mamá Alicia quien siempre dijo que si el escalofrío es primero que la fiebre, indica la presencia de una infección.
Hice un repaso de mis comidas previas, de mi estado general de salud, de mis fortalezas físicas, de mis enfermedades más recientes, de mi vulnerabilidad, y no encontré justificaciones al malestar repentino.
Mi orgullo se puso por encima de la realidad y me autoproclamé inmune, como lo hice en la finca Kajamarca, de Salento, Quindío, en donde pasé 4 meses de cuarentena bautizado por mi sobrino, el "loco" Javier, como "Inmunochuz".
Entre fiebre, escalofrío y dolores musculares, hice un repaso de las teorías conspiranoicas que surgen cada vez que aparecen fenómenos nuevos, oscuros y enigmáticos: virus diseñado para ejercer un control social, político y hasta religioso sobre la población; crisis de la civilización para modificar las relaciones sociales, las formas de organización, los modos de producción. La maldición del capitalismo, las perspectivas del transhumanismo y en general de la inteligencia artificial; el Medio Ambiente, la vulnerabilidad de los organismos a pesar del desarrollo cientifico; el miedo colectivo, el fortalecimiento del individualismo como medida preventiva; la corrupción y la politiquería que aprovechan las crisis para su crecimiento; la pandemia sembrada para frenar el auge de movimientos sociales, en fin, la homogenización del pensamiento a través del miedo y en general las especulaciones propias de un fenómeno nuevo, no explicado.
A las 7 de la mañana, el dolor de cabeza, malestar general, leves temblores corporales, agitación general y las molestias en la garganta, eran manifestaciones claras de un trastorno grave que estaba en marcha y creciendo.
-¡Hola, Covid, no eres bienvenido a casa, pero está de moda que personajes siniestros se metan a la alcoba, sin autorización, como el subpresidente porcino, que entra de espaldas, y los Congresistas que cobran $14 millones de viáticos por sus viajes en internet!!.
La profe Inés también durmió poco, perturbada por mis quejidos y madrazos febriles. Sin consultarme, y consciente de que no existe ninguna vacuna ni medicamento específico para prevenir o tratar el covid-19. preparó un poco de "interferón casero", porque, explicó, "es un tratamiento terapéutico para enfermedades respiratorias".
Es un cocimiento medicinal a base de cebolla cabezona roja, ajos, jengibre, moringa, cúrcuma, limón y miel de abejas que, por supuesto, resulta una sustancia muy desagradable para beber.
-El mejor instrumento de distanciamiento social, le dije, después de dos cucharadas. Nadie se me arrimará con esta fragancia...y tomé el cepillo de dientes.
-Los indígenas utilizan esta pócima para desencadenar las defensas protectoras del sistema inmunitario que participan en la erradicación de patógenos, me respondió. Y aquí en Solano hemos aprendido a combinar las plantas y los medicamentos convencionales. Ya mismo te traigo acetaminofen, aspirina, azitromicina y una bebida caliente con un antigripal.
Doce horas después, completé el cuadro de síntomas: además de la fiebre y los escalofríos, tos seca, cansancio, molestias y dolores musculares, dolor de garganta, diarrea, dolor de cabeza y, tal vez los más crueles, la pérdida de los sentidos del olfato y el gusto. Bueno, al menos descansé del olor nauseabundo de la politiquería y la corrupción. Pero me privé de la fragancia, el aroma y el sabor del café.
Ya son 14 días de tortura, pero también de goce con el caricaturista Matador, con los Danieles, con el show continuado de la Fiscalía alrededor del Mesías, con el fanatismo deportivo, que son un tónico para atenuar la dramática coyuntura socio-política y económica que vive el país, agravada por los embates de los enemigos de la Paz y la persistencia de los asesinatos de líderes sociales.
También tuve tiempo para otras reflexiones: vivimos en una época de mediocridad y decadencia tales, que a muchos ingenieros se les cae un andén; algunos médicos son incapaces de una hacer una sutura de 3 puntos; muchos periodistas no escriben ni un madrazo; parlamentarios que solo hablan para contestar a lista; artistas que no "cantan" sino en los juzgados; abogados que no sacan ni un burro del coso; contadores que se equivocan contando dos patos amarrados; curas que no salvan ni a un Papa. En fin, prostitutas que no se lo dan a todo el mundo y perros capados más de una vez, como los colombianos sometidos por el electorerismo.
También pude verificar, dolorosamente, que los grandes Medios utilizan de manera constante la infalible estrategia de distracción y manipulación mediática, conocida como "Caja china", que consiste en construir una noticia, detonarla, darle el mayor tiempo al aire a través de una historia que en algunos casos es inventada y en otros tantos sobredimensionada, para dar un golpe de opinión y así cubrir otra que afecta intereses mayores. Cortinas de humo. A la Minga, le oponen, por ejemplo, la "filtración de disidencias" en las marchas, para justificar su represión que, como se sabe, ya no es solo con el brutal ESMAD sino con verdaderos asesinos, como ocurrió el pasado 9 de septiembre.
Del mismo modo, palpé los rostros negros del conformismo y la resignación, con sus muecas de infamia, asomados por entre los picos de las montañas, por entre la flora amazónica, como una telaraña que muchas veces ataja la organización y la lucha de la gente.
Mi hijo Oscar Fernando dijo que el quinto día, durante mi mayor momento de fiebre, me oyó vociferar contra la narco-oligarquía, simulando un micrófono con la mano derecha y agitando la zurda de manera vehemente.
-Con mucha simpatía artificial que denotaba desprecio por sus interlocutores, pedías que no te dispararan porque eras "un esqueleto sin alma", contó durante el desayuno.
Esta mañana supe que ya crucé la línea del peligro al percibir los componentes aromáticos del café tostado y aunque la percepción del sabor no fue completa, recordé la frase de un amigo: "el café es como los libros, no todos pueden disfrutarlo".
Me senté frente al computador y cuando vi la página en blanco en mi blog, sentí un colapso térmico fuerte, como cuando algo se rompe y por momentos creí que me quebraría de nuevo. Pero como mi estilo es arbitrario, anticlásico, antiesquemático, sin cánones, irreverente y desabrochado, pensé que se trataba de una alarma inútil porque un rebrote será una propagación imposible.
Porque a pesar del presentimiento de la catástrofe final, este teclado quedará inútil solo cuando mis manos se pongan heladas para siempre!!.
Interesante reflexión en el umbral de la muerte, pero la vida le hizo el quite a la patética reacción del virus covid-19 para seguir con las crónicas de chucho.
ResponderEliminarExcelente reflexión llavecita, muy ameno y con su característico estilo, me alegra haya pasado el umbral del peligro, debe cuidarse mucho, y seguir escribiendo estás interesantes crónicas!
ResponderEliminarJajajajaja Chucho como siempre.
ResponderEliminarMe alegra que ya estés superando el virus. Siempre será un placer leerte. Abrazos
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