domingo, 22 de diciembre de 2024

Mercado de Bazurto, compendio de la otra Cartagena
Aunque los colombianos solo conocen la Cartagena amurallada, mágica, turística, industrial, la anfitriona de los encuentros del llamado Jet Set nacional e internacional, la ciudad soñada como destino de vacaciones y para la celebración de matrimonios sonados y fiestas de quinceañeras hijas de papi y mami; la de las playas inolvidables, la de playa Blanca, Islas del Rosario, Bocagrande; la de la India Catalina, el monumento a los zapatos, la de las gordas de Botero, la de los museos y, en fin, la de los glamuros centros de belleza especializados en el perfeccionamiento de la belleza física,.es evidente que existe la otra Cartagena, la raizal, la de calles destapadas, casi intransitables; la de las casas humildes, la del 65% de los cartageneros que viven en extrema pobreza, entre pandillas barriales y la criminalidad organizada.
La otra ciudad, que como la mayoría de las urbes colombianas azotadas por la corrupción y la politiquería, sufre por el cierre o restricciones de sus hospitales, que se inunda cada vez que llueve, en cuyas esquinas proliferan las basuras y los grupos delincuenciales que imponen fronteras invisibles y en donde además, como factor común, su población sufre de hambre y por la insatisfacción de sus necesidades fundamentales.

Las dos Cartagenas están separadas apenas por unos pocos metros después de la plazoleta de la India Catalina y en donde, justamente, se sufre por causa de una crisis de movilidad, ruido y ocupación del espacio público que no he visto en ninguna de las ciudades que he visitado en mi vida ya crepuscular.
Y en el corazón de esa otra ciudad que se mueve en medio de la mayor anarquía de tránsito vehicular, la avenida Pedro de Heredia, su columna vertebral, nos condujo al famoso mercado de Bazurto.
El viaje en bus urbano desde la otra Cartagena nos puso al borde del miedo y la desesperación como consecuencia de las altas velocidades, las piruetas, los quites, el alto volumen del radio, los gritos del “sparring"-el ayudante, en otras regiones del país- y la invasión de los vendedores y "rebuscadores" de distinto tipo que, curiosamente, aquí entran libremente a los automotores, sin pedir autorización de sus conductores.
El mercado de Bazurto es como una isla independiente en donde el desorden y el caos son parte de sus componentes esenciales que hacen de este lugar un punto combinado entre el encanto y el miedo.
En medio de una vetusta y gigante construcción, las carpas y toldas sucesivas en las que se venden toda clase de artículos, están metidas entre un laberinto de callejones por los que, por minutos, me sentí más desamparado que un niño separado de su madre.
La lucha de los concurrentes es más feroz por el espacio que la disputa por los productos ofrecidos a gritos como “mera regalía, el que compra de noche y vende de día“. 
-Aquí algunas mañanas no hay espacio ni para los pensamientos, me dijo Luis Carlos Vasquez, un vendedor de verduras que crió a sus 9 hijos con el producto de su trabajo en un negocio donde vende de todo.
Hombres, mujeres, niños y jóvenes, algunos sin camisa, atienden las ventas en esta vitrina singular que ofrece desde una aguja, frutas, yerbas, verduras, granos, repuestos de segunda, yuca, plátanos y carnes en medio de aguas negras. Pero, la simpatía y la cordialidad a todo momento, confirman que los cartageneros son hombres y mujeres alegres y descomplicados. Con algunos de ellos, nos tomamos fotos y compartimos varios minutos mientras nos refrescamos con agua helada.

Me sorprendió una vendedora de bocachico quien dijo que sus pescados los importan de Argentina. De la misma forma como el café que tomamos en algunas regiones del país, lo traen de Vietnam.
Durante los primeros minutos del recorrido, sentí desazón y fastidio por este lugar, pero poco a poco me metí en el cuento, ante la calidez de los vendedores y la paciencia de los visitantes a quienes no les escuché ninguna manifestación de inconformidad.
De acuerdo con un relojero, quien por causa de los avances tecnológicos se vio obligado a desarrollar otras habilidades como la reparación de celulares y relojes digitales, en la esquina de ingreso a Bazurto, sobre la Pedro de Heredia, las autoridades ambientales han encontrado hasta 90 decibles de ruido.
El mercado de Bazurto se instaló en su lugar actual desde 1978, cuando los vendedores fueron trasladados allí desde el lote donde se construyó el lujoso centro de Convenciones y varias administraciones han intentado su reubicación, pero, como sucede con otros asuntos locales, como la modernización de la ciudad, la planeación de su crecimiento y la terminación del Metro Caribe, se disolvieron en los escritorios de las administraciones. Mientras tanto, los habitantes de la otra Cartagena seguirán felices con este motor de contaminación de las playas donde se divierten los moradores ricos y los visitantes de la otra “Heroica“.
Y como ocurrió pocos años después de la fundación de la ciudad, cuando las murallas no solo sirvieron para su defensa sino también para la discriminación, hoy a los pobres -que en un alto porcentaje es la población negra- se les esconde, se les aleja, se les desconoce.

                                                            

jueves, 5 de diciembre de 2024

Requiem por la muerte de los sitios non sanctos de Armenia

 Es injusto el olvido que se extiende como un laberinto sobre la tumba de los otrora rimbombantes tertuliaderos y sitios de diversión de la gente non sancta de la capital quindiana.

En un recorrido lleno de ansiedad morbosa por los sitios en donde funcionaron aquellos refugios de regocijo y descuadernación de la gente de a pie, de “mano pueblo”, esos falsos altares de belleza y cariño en donde  muchas personas se postraron para meter sus penas entre el torbellino del alcohol y la prostitución, no encontramos señales de esos triunfos efímeros, de esas rosas de pantano, de aquellas lágrimas arrancadas por la traición o por la muerte de un ser querido.

                          Foto de Diana Maria Duquev facebook Eje cafetero memoria fotográfica

Desde la antigua galería o plaza de mercado –hoy sede del CAM- y a lo largo de las carreras 18 y 19, hasta Tres Esquinas y Arenales, existió el principal cordón del licor y el pecado que amarró fatalmente a varias generaciones de cuyabros pero en donde, del mismo modo,  nacieron y crecieron numerosas manifestaciones artísticas y literarias en medio del aguardiente “tapetusa”, fabricado en el sacatín de Rincón Santo muy cerca del Parque Uribe.

Veteranos contertulios, retoños de críticos, periodistas, políticos y hombres de radio, así como empleados oficiales, obreros de la construcción, choferes y hasta estudiantes, alimentaron sus musas entre la euforia de los tragos y la ardiente pero postiza sensualidad de mujeres de todas las edades que también disfrutaron con la virtuosidad de la rima, el canto, la controversia encendida, o con la simpleza de la charla sobre la cotidianidad.

Otros, dominados por el impulso apasionado del olvido o por sus ímpetus de orgullo, le dieron la espalda a las celebraciones colectivas y se disolvieron frenéticamente en sus soledades, en un rincón de los muy famosos cafés Las Olas, Lux, El Ajedrez, El 5 y 6, La Montaña, el Polo, El Pielroja, El Águila, El Bengala y El Partenon, en el centro; El Caribe, de Sixta Tulia;  o en la cadena de cantinas situadas entre las calles 36 y la 50, en los contornos de la cárcel San Bernardo.

Obedientes de la sentencia popular según la cual “después de prendido -picado- uno va a cualquier parte”, muchos contertulios y algunos solitarios terminaron atados por el nudo taciturno pero efervescente formado por esa otra gran colonia de antros de placeres deshonestos en los contornos de la antigua estación del ferrocarril, cuyos vestigios se observan actualmente, transformados en macabras guaridas del vicio y el delito, con La Aldea como máxima expresión y en donde murieron lentamente sus ímpetus y sus presupuestos.

Foto de Samuel A. Osorio Eje cafetero memoria fotográfica

Después de la calle 30, por las mismas carreras 18 y 19, también funcionaron famosos eslabones del placer y la concupiscencia, que encadenaron a muchos paisanos en medio del rumor de la música de carrilera, boleros, rancheras y damiselas de distinta arquitectura corporal, perversas, y hasta de lindas jovencitas recién ingresadas a la profesión más antigua del mundo.

El “pastuso”,  doña Bertha y su hija Dolly, Carmenza, la coja Ligia, la Pisahuevos, la Jeep, una enana reconocida en el medio de la rumba, proclamaron su hegemonía como los lugares de “mayor pasión, a los mejores precios”. Pero Tulia Rendón Guzmán, conocida como La Ñata Tulia, mujer excepcional en ese negocio que manejó durante 60 años la más famosa casa de ‘citas’ de la región del Quindío, en el sector de Arenales. Por su casa, y por su lecho, pasaron los más famosos hombres de la política, la economía cafetera, el gobierno, el poder judicial y ciudadano de Armenia.  Es la más mencionada por numerosos hombres, ya en decadencia, consultados por el cronista y muchos de ellos se refirieron a ella con inocultable nostalgia y emoción. “El mejor colegio”, dijeron algunos al recordar sus faenas etílico-sexuales.

Carrera 18, calle 22

Fueron como una impronta desgraciada de las energías juveniles a través de esas casas artificiosas, disimuladas, encantadas de idealidad en donde se ofrecieron amores ficticios con el peligroso efecto de provocar fanatismos dolorosos entre muchos de sus visitantes. Algunos recordaron episodios puntuales, como su llegada a esos antros, cuando las “muchachas” se abrieron en dos filas para saludar al entonces triunfador feliz. En algunas oportunidades le lanzaron flores y a ninguna de las anfitrionas se le ocurrió disputárselo, pues era un macho colectivo.

Algunos de los consultados compararon sus visitas a esos sitios con el recorrido de un arroyo, manso y rumoroso, que viaja tranquilo por el valle, pero que en ocasiones tiene sobresaltos con ingredientes de violencia que los hicieron romperse en espumas abundantes. Uno de ellos se enamoró de una linda jovencita que encontró en la casa de Arenales, en el sur de la ciudad, de la cual se había vuelto cliente habitual. El encanto de su charla y el de sus carnes le cambió el destino porque “la saqué a vivir juiciosa” y a pesar de ese fondo de tinieblas, siguió amándola toda la vida y con ella tuvo 3 hijos que ya son profesionales.

Cafe Pielroja, carrera 18, calle 22. Su segundo piso fue convertido en la mayor "olla" de la ciudad hasta su demolición. Foto de Diana Maria Duquev facebook Eje cafetero memoria fotográfica.

De tales vuelos de curvas armoniosas, de esas playas que recibieron los besos de todas las olas, que por momentos tuvieron rostros de poesía, que funcionaron escoltados por los celos y por el miedo, no queda sino el recuerdo pues el desarrollo urbanístico los empujó a sitios desconocidos por los héroes gloriosos de entonces que somos los prostáticos de hoy, que rumiamos esas imágenes con emociones impotentes entre sueños y sonambulismo.

Los contertulios vigorosos, quienes persiguieron tanto a las mujeres que los conquistaron por sus perfumes sugestivos, por las sonrisas rebuscadas y por el contacto de sus manos cuando recibieron el dinero, entraron en aislamiento, se separaron de esos reinos de la mentira y aterrizaron en la vida real sin los tormentos de esos pasajes de la existencia regalada y sensual.

Foto deDiana Maria Duquev facebook Personajes de Armenia en Eje cafetero memoria fotográfica

Durante esas maratones de gimnasia etílico-sexuaal, muchos personajes populares de la ciudad se cruzaron por esos caminos: Repollito, El Mocho Jaramillo, Pinga Pérez, Buche, entre otros.

Y aunque fueran repotenciados, ya solo queda, de ese abanico del vicio, el bar El Pescador, en la calle 18, a pocos metros de  la esquina de la carrera 18, junto al cadáver de su hermano, el café El Polo, resucitado como un almacén de mercancías. El Pescador no alcanzó a ser pecador y hoy es un negocio pasivo, nostálgico y casi anónimo entre el bullicio del concurrido comercio de la cuadra.

Y es evidente, en la plazoleta del CAM y en las esqunas de sus contornos abundan las ofertas sexuales porque, a diferencia de ayer, hoy la mayoría de prostitutas no trabajan en grupo en sitios especializados que entraron en decadencia, sino en las calles, y muchas de ellas se disfrazan de damas de compañía con acceso a los más lujosos hoteles y sitios de recreación. Existen las prepago VIP, de agencias, las independientes y las modelos a la carta, surgidas de la insdustria del entretenimiento.

Esos campos de batalla fueron famosos. Pero, como en casi todos los casos, el más ingrato homenaje que recibe la fama, es el olvido, el silencio, el marchitamiento de sus laureles.

Y los viejos morimos evocando las visiones de nuestro pasado ingenuo, sobre las ruinas de la vida.