sábado, 18 de mayo de 2024

San Vicente del Caguán, acciones legítimas de rebelión y organización colectiva de resistencia contra el Estado corrupto e indiferente

 

Fotos de Crístian Guilombo



Un recorrido por zona rural de San Vicente del Caguán, desde el piedemonte y la sucesión de lomeríos que se devalúan hasta encontrarse con el río Caguán, específicamente por Campo Hermoso, Villalobos, Llanos del Yarí y las veredas localizadas en dirección a Cartagena del Chairá,  nos puso el reflector sobre los conflictos, las luchas, las conquistas y los dolores de un territorio cuyos habitantes resultaron inmmersos en un proyecto trunco por la conquista del poder, pero que les dejó un modelo de organización y convivencia ejemplar.

 Porque esa repetición de colinas redondas, lomas alargadas y  cumbres con alturas variables, separadas por valles; completamente deforestadas y convertidas en potreros que albergan centenares de vacunos es, nada menos,  la región considerada como escenario importante de la incubación, desarrollo y pervivencia de las FARC; precursora de los cultivos de hoja de coca en el Caquetá y también de los programas de sustitución; del mismo modo, destinada a ser objeto de los programas diseñados en el marco del Acuerdo de Paz. Son ingredientes determinantes en la historia reciente no solo del Caquetá sino del país.

La oposicion entre los intereses del Estado y los de los sectores populares olvidados y excluidos, originó el surgimiento de movimientos sociales que tras luchas estériles legales se convirtieron en organizaciones ilegalizadas por el mismo Estado que abandonó la región y cuyo propósito estaba lejos de la toma del poder. Se trataba de defenderse de los abusos del gobierno y de los sectores económicos dominantes, en la perspectiva de conquistar los derechos vulnerados o negados por las élites mas poderosas.

La lucha por la defensa del territorio y de su organización social creó un terreno fértil para la incubación y desarrollo de la guerrilla de las FARC, como respuesta militar al abandono estatal, hasta convertirse en en un grupo de resistencia, pero también de pensamiento y acción que logró establecer un modelo de oganización social gestada a partir de reuniones masivas cuyas decisiones se implementaron a través de las juntas comunales, principalmente, y de otras formas organizativas internas. La rebelión no fue exclusivamente armada sino de tipo ideológico y práctico: ante el olvido y desinterés del Estado, las comunidades resolvieron muchos de sus problemas y necesidades por autogestión, con recursos propios manejados de manera impecable. 

De a poco, construyeron acueductos, puentes y escuelas; mejoraron otras y ejecutaron un plan vial que hoy es piloto para otras regiones del país, a pesar de los altibajos derivados de la guerra que sufrieron y de los vaivenes posteriores a la firma del Acuerdo de Paz.

Con el paso del tiempo, sus habitantes cansados de mirar la vida y discriminados por el Estado, para el cual solo existen como objetivos de extorsión y represión a través de la DIAN, la UGPP, el ICA, el ejército, la policia y otras entidades, pero con sus corazones fuertes, mantienen un modelo asociativo excepcionalmente eficiente, basado en la cooperación, la solidaridad y el esfuerzo, autosupervisado por la misma comunidad, cuyos proyectos se ejecutan libres de la tramitologia y la corrupción, características del aparato estatal.

Con aportes provenientes de los "peajes" en las veredas, cuotas fijadas de acuerdo a la extensión de los predios y número de reses en pastoreo; rifas, y colaboraciones voluntarias extraordinarias , las comunidades construyeron una red de carreteras que  aumentó su competitividad y desarrollo de manera impresionante. Mientras el llamado "Programa de Vías Comunitarias", del alto gobierno apenas tiene un 1% de ejecución, según informe de la revista Cambio, en la región la ejecución es del 100% en tiempos relámpago, hasta el punto que en la vía a Villalobos ya se han pavimentado más de 4 kms. 


Circulando por esas carreteras comunitarias. que no cumplen con las condiciones geométricas y otras especificaciones técnicas, pero adecuadamente afirmadas, con la combinación de alineamientos horizontales y verticales que permite a los vehículos pesados mantener aproximadamente la misma velocidad que la de los vehículos livianos, es evidente el contraste con las vías terciarias de muchos municipios. 

Desde una pequeña colina en la vereda Laureles, en los contornos del próspero caserío Villalobos, otrora santuario de las FARC-EP, la red de carreteras es una réplica de enormes manos abiertas y tendidas sobre la sabana. Es un verdadero gesto de rebelión y organización colectiva de resistencia contra el Estado despótico y corrupto, en una clara demostración de que en la selva y en la montaña hay fieras y miedos, pero también flotan las ideas. Por esas vías son movilizadas diariamente, en promedio, 750 reses que surten el mercado de Cali, principalamente, así como miles de litros de leche.


Y también circulan por ellas los campesinos, los vaqueros con sus sombreros, cinturones, botas y caballos; los ganaderos y los viejos fundadores de una estirpe de héroes fatigados, que por incipientes trochas construyeron el sentimiento contra el despotismo, el olvido y la despreocupación; que les enseñaron a sus herederos a luchar para no sufrir, ni ejercer, la tiranía. Son los responsables del movimiento social desinstitucionalizado aprendido, objetivamente, de las FARC pero que sigue vigente porque sus habitantes admiten que es mejor negociar con la guerrilla que con el Estado mentiroso. Es decir, que por su experiencia y resultados, ejercen el derecho legítimo de actuar por fuera de la legalidad. Por esas vías también se siente la brisa que golpea el rostro con perfume de boñiga, de pasto recién cortado, de cagajón, de leche...

En medio de su independencia, la gente opina que el presidente Petro sostiene un discurso sobre la Amazonia que no corresponde con sus acciones y muchos voceros reconocidos propusieron que el Estado incluya sus vías en el Plan Víal Nacional y les destine recursos para su optimización, pero advirtieron que deben ser sometidos a su veeduría. Asimismo, reclaman la revisión del funcionamiento de entidades calificadas como extorsionistas, porque les quitan recursos pero no les devuelven inversiones. Los más académicos cosideran que solo mediante un acercamiento y diálogo sinceros, dentro del proceso de la llamada Paz Total, se podrá desmontar el actual comportamiento político no institucionalizado que obedece al desarrollo de la contradicción entre los habitantes de la zona con su antagínico, el Estado. 





Además del manejo represivo de la DIAN y la UGPP, que "nos vacunan constantemente, sin retribución alguna", el ICA, encargado de la entrega de las guías sanitarias y de movilización, pone trabas inexplicables y despacha de manera lenta en una sede estrecha, un cuchitril, según los ganaderos. 

DEBATE

De conformidad con la concepción centralista sobre el territorio, expresada el "Contrato Social" elaborado por los grupos dominantes, que confunde la moral con las costumbres y la legalidad con la legitimidad, la independencia de los habitantes de esa región raya con la subversión porque heredaron su organización social de un grupo armado. Y en ese sentido, voceros de los sectores más conservadores sostienen que sus obras no pueden ser aprobadas por el gobierno. Esa visión fue la que se manifestó en el sonado caso del Colegio Agroecológico Sabanas del Yari, construido con recursos de la comunidad, hasta su satanización, que pasó con pedidos para que fuera destruido.

De manera deliberada olvidan que se trata de acciones colectivas para resolver sus principales necesidades, ante el abandono y la discriminación del Estado, una síntesis del movimiento campesino que no va más allá de exigir reformas en este momento histórico cuando se ha fracasado en la lucha revolucionaria por el poder.

En Colombia, la Libertad y la Justicia son asuntos meramente retóricos y su búsqueda es considerada como un acto subversivo por quienes, precisamente, están en la obligación de garanatizarlas. Las comunidades que habitan la denominada "Otra Colombia" o la "Colombia Profunda, viven en una constante lucha contra quienes tratan de legitimar, de normalizar por todos los Medios su derrota.

¿Cuánto tiempo tardaremos para cambiar la triste realidad de los habitantes de las regiones históricamente abandonadas y reprimidas para quienes sus más bellos sueños son su cruz más pesada?



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