martes, 19 de marzo de 2024

La mano de Topogigio

Los análisis de antropólogos y criminalistas no alcanzan a explicar la adoración del instinto, el reinado de la fuerza y la venganza que muchas personas -y grupos armados- utilizan para dominar a los demás. En las regiones de la "Colombia Profunda", profunda por la brecha de desigualdad y olvido, se perciben todavía como normales las manifestaciones de fuerza para imponer puntos de vista y "modelos" sociales.
Desde personas adictas a los puños y el machete, hasta bandidos reconocidos; los de uniforme y los disfrazados, así como otros soñadores de la muerte, movidos por la discriminación, la miseria, el hambre, el olvido, los dolores, la venganza y las ambiciones. ¿Cómo podemos desarmar el odio?.





Hoy me fui de funeral. Una de las más pintorescas historias recientes de la tradición oral del municipio de Solano, Caquetá, refiere el entierro de la mano de “Topo Gigio”, un mecánico, excelente contertulio y, al estilo de la gente campesina, un buen peleador, o por lo menos, un peleador muy frecuente.

Por disputas aparentemente pasionales, Oliverio Palomino, “Topo Gigio” y Tito Ramírez, tenían casada una “bronca” que, cuando estos personajes se pasaban de tragos, desembocaba, inevitablemente, en bulliciosas peloteras en las que, por lo regular, se involucraba mucha gente del pueblo.

Un domingo al caer la tarde, “Topo Gigio” llegó a su casa, situada en el puerto principal, en un barranco que ofrece una vista espectacular hacia la bocana, donde el río Orteguaza devalúa sus ímpetus y en una contradicción antagónica y fatal, tributa sus aguas al padre de la hidrografía regional, el río Caquetá.

Desde el orinal, “Topo Gigio” observó a Tito en la popa del bote en el que trabajaba y entonces los aguardientes se le subieron a la cabeza, le mentó la madre de un grito, lo acusó de ladrón y le anunció que "voy bajando para que nos matemos” porque, según le vociferó, “el odio ya no me deja dormir”.
Se armó con un cigüeñal de motor fuera de borda, con lo ojos brotados como los de un sapo y con una caneca de trago en el bolsillo trasero del pantalón, descendió las escalinatas del muelle y cuando su pie derecho pisó la proa para ingresar a la embarcación, Tito Ramírez le cercenó la mano izquierda de un solo machetazo…
-”No siga, gran hijueputa, porque me le llevo la otra”, le dijo.

 Pero Gigio avanzó hacia el interior del bote porque apenas sentía un poco de ardor y mucho enojo. Rosa Cardona, esposa del Topo Gigio, y su hijo Alveiro, le gritaron que corriera para el hospital porque le habían cortado la mano, pero no les hizo caso. Después de dos vueltas de persecución por las bordas, el herido resbaló, soltó el cigüeñal, observó el muñón impresionantemente rojo, con la piel arremangada y se desmayó. La mano brincaba en busca de su dueño y en medio del pánico Alveiro la pudo recoger y con sus manos como bandeja se la trajo para el hospital en donde, envuelto en una sábana, su papá esperaba en una camilla al médico de turno.

“La mano de "Topo gigiio”, gritaban los muchachos que como un enjambre de abejas acompañaron el recorrido de cinco cuadras hasta el centro asistencial. La madre del exsenador Jorge Guevara, Elcira Guevara, recuerda que los dedos de esa mano gorda se movían como si estuvieran escribiendo a máquina. 

Trasladado a Florencia, el herido se recuperó pero en Solano sus amigos colgaron la mano en el dintel de una puerta. La gente pasaba, la miraba, la tocaba y quedaba impresionada con la precisión del corte, que parecía hecho con motosierra.

Dos días después, la metieron en una pequeña caja de madera y en una romería que terminó en fiesta popular, la llevaron al cementerio tras un ritual que fue desautorizado por el párroco de la época, el sacerdote italiano Pepe Svanera.

Algunas personas recuerdan que mientras el médico atendía a "Topo Gigio", colocó la mano sobre una máquina en la que escribía las fórmulas y hacía las historias clínicas de sus pacientes y muchos aseguran que cuando el galeno dijo que definitivamente no se podía reimplantar en el muñón, la mano cercenada se movió violentamente sobre las teclas. Al recogerla, los muchachos que la llevaron se sorprendieron con una frase salpicada de sangre y escrita con pésima ortografía…era un madrazo contra Tito Ramírez.

viernes, 15 de marzo de 2024

Tradición oral/ El hombre que conversaba con el diablo

Con respeto y cariño, a don Pachito Rentería, tronco de una de las familias históricas, emblemáticas, del municipio de Solano, Caquetá.

Con frecuencia -acentuada por el paso del tiempo- me olvido de lo que publico y muchas veces son mis amigos o mis detractores quienes recuerdan algunas notas. Hoy, al pasar por la residencia de don Pacho Rentería, lo vi sentado en la silla perezosa que remplazó a su viejo taburete de vaqueta.
-Buenos días, don Pachito, cómo amaneció?
-Muy bien, señor, con la memoria patinando, pero todavía me alcanza para recordar algunas cositas de mis ya casi 95 años, me dijo con su mirada perdida.
-Venga, siéntese porque me parece que nosotros conversamos algo sobre el abuelo de mi papá, hace como 25 años, Dimas Rentería, famoso por su fuerza, pero no recuerdo más, me dijo mientras su nieto Jhon Fredy Mancera nos tomaba una foto.
Actitudes como estas son las que me hacen sentir cariño por los relatos que garrapateo periódicamente y me llaman a prestarle atención a las notas que en su momento absorbieron todo mi interés.
Decidí, republicar este relato que hace parte de la tradición oral del municpio de Solano, del cual también tengo en este blog contenidos alusivos a su trdicional oral indígena: los bakaki uitoto.
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La abundante, entretenida y anecdótica tradición oral de los habitantes históricos de los ríos Orteguaza y Caquetá menciona a un personaje famoso por su fuerza y lo sitúa a comienzos del siglo XX, en pleno auge de la actividad cauchera. Se trata de don José Dimas Rentería, ancestro de una de las familias más tradicionales y numerosas del municipio de Solano, en el departamento del Caquetá.
Aunque por la época el yagé estaba reservado exclusivamente a los indígenas, los testimonios sobre las facultades casi sobrenaturales del señor Rentería parecen relatados o arrancados a personas bajo fuertes sobredosis del bejuco.
Increíbles y abundantes, las historias coinciden principalmente en atribuirle una excepcional resistencia física y una fuerza en sus brazos capaz de desarraigar los arbustos de caucho escogidos para odeñarles el látex. Considerado como el mejor boga, don Dimas cargaba sus canoas de 4 toneladas en el puerto de Solano sin la ayuda de otras personas, soltaba la embarcación, se paraba en la proa, metía dos palancazos a cada lado, se iba para el centro, cargaba su cachimba y se ponía a fumar hasta la bocana del Orteguaza, en donde repetía la operación, seguía fumando tabaco y hablando solo mientras su bote se metía veloz entre troncos y raudales. Los remeros que bajaban quedaban impresionados, especialmente asombrados porque pocas veces vieron al viejo Rentería con las palancas en movimiento.
Grande, moreno, como de 2 metros, llegó de Buenaventura con su hermano menor. Robusto y silencioso se metía al monte en épocas de poca carga y, también solitario, construía sus canoas, que metía debajo del brazo, como hacen los mancos con los pequeños paquetes, las arrastraba hasta el río y las empujaba al agua. Algunos relatos afirman que el hombre tenía una colita y unos cachos diminutos que tapaba con el sombrero. Muchos bogas se le anticipaban hasta dos día en su viaje al puerto del Curiplaya en Florencia, pero don Dimas los alcanzaba y dejaba botados con su paso frenético. Algunos testimonios de sus descendientes afirman que un día don Dimas fué sorprendido en una curva, antes del caserío Granario, entre San Antonio de Getuchá y Remolinos, en pleno invierno, cuando conversaba con el diablo y le recriminaba porque estuvo a punto de dejarlo naufragar. El diablo, refiere el relato, le explicaba, justificándose, que ahí en ese punto, los vientos están en oposición y contraste, como en el tristemente célebre Triángulo de las Bermudas, al tiempo que pronosticó la ocurrencia de graves tragedias.  Motoristas botes, yates y embarcaciones pequeñas confirmaron la ocurrencia de muchos naufragios en épocas relativamente recientes. Muy cerca de ese sitio, acuatizó, hace 44 años, un avión cargado con armas del M-19, en la también tristemente célebre "Operación Aeropesca", que desencadenó una de las etapas más violentas de la zona situada en sus contornos.

Los relatos de personajes conocidos en Solano, como Leonardo Perdomo, Efraín Valencia y Diocelino Cuero, entre otros, confirman que don Dimas conversaba con el diablo, pero su bisnieto, Don Pachito Rentería, quien se sienta a conversar con sus amigos sentado en un viejo taburete de vaqueta y es un aficionado al biscocho de achira que prepara la profesora Inés Vargas, sostiene que esas son calumnias y que, por el contrario, don Dimas era muy católico y en el ángulo escondido que tienen todas las canoas en sus proas, el viejo tenía una estampa de San Antonio, del cual era muy devoto.
-El viejo no conversaba con el diablo...le relataba canciones extrañas al alma de la selva, le dije a don Pachito.
-Eso sí, eran como rezos anticipados a los náufragos futuros, me dijo días después otro personaje de la historia local, don Arturo Echeverry, fallecido en el 2023.
Don Dimas murió de una hernia, provocada por una mala fuerza y sostienen los relatos que murió sin ser atendido porque, aparentemente, no quiso admitir que un árbol le había ganado y, además, porque nunca aceptó que se le acercaran demasiado como para que le vieran la colita de diablo que tenía.