viernes, 23 de agosto de 2019

Arcesio Albino, un titán solitario, protector de las tortugas “charapas” en Caquetá



FotosWendy Yuvely Barrios Gasca
Un humilde campesino enamorado de la Naturaleza, que ha luchado toda su vida contra la furia del río y de la selva, contra las adversidades derivadas de su condición de colono, contra la pobreza, contra el olvido estatal y contra la violencia, sintió la necesidad de frenar las actividades de explotación  y aprovechamiento abusivo de los recursos en su entorno y decidió dedicarse al cuidado de las tortugas de río o charapas que abundaron en los afluentes amazónicos hasta hace una década.
Las charapas son un recurso de amplia presencia en la Amazonia, aprovechado históricamente por los grupos indígenas del medio y bajo Caquetá, importante no solo como fuente de proteína sino también dentro de su cultura, como elemento recurrente en sus cosmovisiones, mitos y leyendas. En La Pedrera, Amazonas, por ejemplo, se realiza cada año el llamado “Festival de la Charapa”.
Pero los métodos adoptados y la intensidad del aprovechamiento por la creciente presencia de poblaciones ribereñas, produjeron cambios que han reducido notablemente las dos especies más comunes en los ríos Orteguaza y Caquetá.
Don Arcesio Albino admite que su decisión también fue como una terapia contra la tristeza y la angustia derivadas del fracaso de varios intentos productivos que puso en marcha en su finca, entre otros, un proyecto panelero con el que perdió casi $100 millones. Sintió, del mismo modo, la necesidad de consolar su vida y hoy, después de 15 años, se proclama feliz, tiene la infraestructura y la capacidad para controlar el proceso de recolección, incubación, protección y liberación periódica de miles de charapas, pero se queja y reclama el apoyo oficial y de particulares para mejorar este programa.
A pesar de la importancia de este proyecto, y a los reiterados pedidos que ha hecho don Arcesio, no ha sido posible que las autoridades ni las instituciones asociadas con los temas ambientales se fijen con interés y reconozcan las dimensiones reales de este proceso de preservación. Hace apenas 3 días, en Santa Martha se hizo la liberación de un poco más de 100 charapas, en una ceremonia profusamente replicada por los Medios nacionales de comunicación y con la presencia de las autoridades locales, mientras que ayer fueron liberadas 4 mil charapitas en la laguna Potreros, en Caquetá, entre la algarabía atropellada de un centenar de estudiantes de algunas instituciones de centros poblados de la región, como Mononguete y Remolino, algunos profesores y 3 periodistas de Florencia. El alcalde de Solano, Alejandro Quintero, en cuya jurisdicción se encuentra el predio de don Arcesio y la laguna Potreros, un espejo de agua de casi 20 hectáreas, depositaria de las liberaciones, ha incumplido su promesa de apoyo al programa y aunque la Junta comunal le hizo la petición específica de un pequeño motor fuera de borda para ponerlo al servicio del proyecto, siguen a la espera. Algunas personas atribuyeron la indiferencia del funcionario hacia el proyecto, a que don Arcesio Albino no se adhirió a la campaña electoral del candidato del alcalde.
Solano, un municipio con más de 40 mil kilómetros de extensión, es considerado como el corazón de la selva caqueteña y, entre otras riquezas naturales, tiene la Serranía del Chiribiquete y la región del Araracuara, dos joyas de la Naturaleza. Su presupuesto es de un poco más de $18 mil millones, recibe ingresos provenientes de regalías por $3 mil millones y otros $2 mil millones del FOPEP. Un motor Fuera De Borda 15 Hp, Pata Larga, 2t, Mandos Manuales, tiene un valor de U$S 1.881, es decir, menos de $6 millones.
De todas maneras, don Arcesio ya es un personaje, cuya sensibilidad hacia la Naturaleza  lo pone por encima de asuntos electoreros y por encima del común de los campesinos colombianos, es un ejemplo mundial y se siente orgulloso, como un autor por sus libros, aunque le toque pagar un precio muy alto por el aislamiento de la clase política.
Considera su programa como una obra de arte que resume sus ideales, que ya hace parte de sus deseos, de sus deberes, por encima del bien y del mal, que lo distrae jugando con sus consentidas charapas, desde el momento de la recolección hasta su entrega nostálgica, pero de gloria, a la laguna. Es increíble que un titán como don Arcesio, quien contrasta con el estereotipo del campesino-colono “normal”, con el aporte que le hace al planeta, viva también en un columpio de crisis económicas, mirando su sombra terrosa que envejece.
En esa perspectiva del bosque ilimitado, con esa sinfonía de sonidos y del viento, con el rumor del río Orteguaza y el lenguaje multifonético de la selva, pensé en los artificios de la burocracia y la politiquería, una simbiosis letal de tramitología e indiferencia, y sentí las molestias, el enfado y la indisposición previas al vómito.
La belleza embriagadora del paisaje, la calma y el silencio de la selva, el sol poniente ensangrentado, la colosal desembocadura del río Orteguaza al Caquetá y la perspectiva de Solano, a lo lejos, como un pesebre decembrino, reafirman el concepto según el cual la Naturaleza es la mejor obra de arte, una revelación constante, y tenemos que detenernos ante ella para admirarla, no para destruirla.
Aunque no todos tenemos la facultad de contemplar y comprender la belleza, el solo hecho de admirar la Naturaleza es una forma de ser Naturalistas.
Y Don Arcesio Albino, con su esfuerzo solitario para blindar a las charapas de la extinción, hace parte de ese grupo de almas de élite que vibran y se conmueven con las emociones que inspira la Naturaleza.



sábado, 10 de agosto de 2019

Personajes de la vida cotidiana. Taita Gregorio Garcés, un grito y una cátedra desde la Amazonia ultrajada

Sus relatos espontáneos y curiosos, pero también objetivos y absolutamente verdaderos, son una voz terapéutica en medio de los quebrantos estrepitosos de la civilización y los lamentos entre las ruinas provocadas por los abusos del hombre contra la madre Naturaleza, la Pacha Mama.

El Taita Gregorio Garcés Mojomboy no sabe leer ni escribir pero fue señalado como el Maestro de la preservación y la recuperación ecológica por los académicos ilustres que participaron en el Primer Simposio Internacional y IV Congreso Nacional de Restauración Ecológica, desarrollado en la Universidad de la Amazonia entre el 31 de julio y el 3 de agosto de 2018.
Sus relatos espontáneos y curiosos, pero también objetivos y absolutamente verdaderos, fueron una voz terapéutica en medio de los quebrantos estrepitosos de la civilización y los lamentos entre las ruinas provocadas por los abusos del hombre contra la madre Naturaleza, la Pacha Mama o Mama Pacha, esa divinidad protectora y proveedora que representa no solo el suelo sino todo el planeta. El símbolo de la fecundidad y la fertilidad.
Entre la agonía de la Pacha Mama, asaltada y violada por el tropel codicioso y cruel del Homo Sapiens, las palabras del Taita Gregorio con las que describió las actividades ancestrales de cuidado, preservación y restauración de los recursos naturales, provocaron un silencio de selva entre los investigadores, ponentes y asistentes al Congreso, que lo escucharon atentamente, sorprendidos por sus conocimientos. Fue una cátedra de sabiduría, de empirismo científico regulador y protector de los recursos naturales. Un ejercicio rutinario para las comunidades indígenas.
“Nosotros abrimos la Chagra, la cultivamos durante 2 años, la abandonamos y entonces regresan los animales que traen semillas y nos regeneran el bosque, al que volvemos pasados 3 o 4 años. Del mismo modo, los frutales siguen creciendo y muchas veces encontramos abundante producción”, dijo el Taita. “Es decir, que rotamos los terrenos sin hacer nuevas intervenciones porque el bosque es nuestro patrimonio, nuestro laboratorio medicinal y nuestra fuente de alimentos”, añadió.
Contó que desde siempre, las comunidades indígenas aprenden a relacionarse de manera respetuosa con la naturaleza porque, insistió, “ella debe servir de alimento, de refugio, de trabajo, de remedio y de sustento para las generaciones futuras”.
El cuidado de los territorios se hace por órdenes de sus propias autoridades que a su vez constituyen la expresión del sentimiento del colectivo, recogido en las asambleas, su máxima jerarquía organizativa. “Nuestro territorio es, del mismo, el hospital de la comunidad porque allí obtenemos las plantas que nos curan y a ellos solo pueden ingresar los curacas y las personas autorizadas. Los nacimientos de los caños merecen una protección especial porque el agua es, con el fuego y el aire, fundamental para la vida, añadió.
La presión de los colonos sobre sus territorios es una verdadera amenaza porque “los occidentales” o “blancos” son despojadores y devoradores compulsivos, no tienen corazón ni les importa la preservación ni la conservación de los recursos. Con el apoyo de investigadores y activistas medioambientales, las comunidades indígenas salieron al encuentro con los invasores y se puede afirmar que en muchos casos los han obligado a detenerse, a devolverse desde sus fronteras de violación y de codicia.
Después de varios intentos, se logró llegar a algunos acuerdos sobre las medidas de protección y de restauración de los bosques talados en los alrededores de los resguardos indígenas. Para los “blancos”, el indígena es perezoso porque no tumba montaña sino que la cuida como una joya.
“La montaña es, además, el gran hospital de las comunidades, allí está la medicina tradicional que nos cura de todas las enfermedades, es una riqueza que debemos cuidar”, dijo el Taita Gregorio en un diálogo con los periodistas del programa “Puntos de Encuentro”, de la tristemente desaparecida Oficina de Paz, de la Universidad de la Amazonia. Así como ustedes cuidan, limpian y quieren sus hospitales, nosotros amamos la montaña que nos alivia.
Contó cómo los colonos que destruyeron la montaña a veces llegan hasta el resguardo pidiendo un árbol para construir una casa o un puente. “Nosotros no podemos regalar ningún árbol porque esa es nuestra riqueza que utilizamos para satisfacer nuestras necesidades. Es como si fuéramos a la finca del colono a pedir una vaca. Esa es la riqueza del colono”, comentó el Taita. “Tendríamos que tener una montaña gigante para darle un árbol a todos los “blancos”, o a los colonos que nos los pidan”, remató.
Reconoció que muchos colonos empezaron a tener conciencia del cuidado de los recursos y se han sumado a las actividades de restauración lideradas por la Fundacion Natura y su proyecto Amazonia 2.0 y en muchos casos se han obtenido apoyos reales para las actividades programadas.
El Taita Gregorio también dio cátedra sobre la conservación de las especies animales y señaló que por los conocimientos ancestrales pueden determinar los tiempos cuando la boruga, el guara, la pava, los loros, los micos y otros animales tienen sus crías pequeñas y entonces no se pueden cazar. Asimismo, los peces tienen sus periodos de incubación, durante los cuales no se les puede atrapar.
El proyecto Amazonia 2.0 es un programa de fortalecimiento de los modelos de gobernanza forestal en territorios indígenas y campesinos del bioma amazónico y sus objetivos principales son contener la deforestación y degradación de los bosques amazónicos, la pérdida de su biodiversidad y servicios ecosistémicos, entre ellos los climáticos, empoderando a un conjunto de organizaciones indígenas y campesinas para actuar y responder organizadamente junto con ONGs nacionales e internacionales, ante las amenazas a sus bosques en cada uno de los países del proyecto.
Uno de sus objetivos específicos es el establecimiento de una plataforma amazónica de intercambio de información y respuesta rápida, de aprendizaje, interactiva y constructiva, en el marco de una articulación de seis territorios indígenas y campesinos, permitiendo el registro, análisis y reporte de información en tiempo real que contribuya al monitoreo de la deforestación (presiones, amenazas y tráfico ilegal de recursos silvestres), y con la vigilancia de los procesos de gobernanza y vigencia de las salvaguardas de REDD+.
El proyecto se desarrolla en una zona limítrofe de los departamentos de Caquetá y Putumayo, en las comunidades campesinas de Mononguete y del Resguardo Indígena Inga, “Niñeras”, en el municipio de Solano, en donde reside el Taita Gregorio.
En el tropel devastador de las hachas, las motosierras y las lanchas que cruzan los ríos de la Amazonia, los únicos que pueden detener ese vehículo de bárbaros y devolverlos desde la frontera de la deforestación, son los académicos activos y las comunidades indígenas paradas en sus fronteras.
Porque a pesar de eventos académicos tan importantes como El Primer Simposio Internacional y IV Congreso Nacional de Restauración Ecológica, realizado en la Universidad de la Amazonia, existen muchas personas deliberadamente sordas a los gritos y lamentaciones de la civilización que avanza en medio de las tinieblas agónicas de la contaminación.
Cuando el Cóndor emblemático de la Libertad ha desaparecido y la hiena carroñera lo remplazará en el escudo de Colombia, cuyos "Libertad y Orden" entraron en agonía por causa de la corrupción y la gangrena moral de la narco-politiquería que ahora es símbolo nacional.