Con entonación de inocultable tristeza rencorosa, un transportador fluvial que pidió mantener la reserva de su nombre, relató el drama de su viaje accidentado desde La Tagua, Putumayo, con un bote cargado de madera y atascado en la desembocadura del río Bodoquero al Caquetá.
Con una tranquilidad que esconde a los individuos feroces, con pasión ardiente por el trabajo, como todos los que se mueven por la selva, imperturbable, como incapaz de sentir las vibraciones nerviosas que nos asustan a los más sensitivos, nos pidió que además de escuchar su relato sobre el viaje que ya completó un mes por causa de la pérdida de las condiciones de navegabilidad del río Orteguaza en su parte alta, le escucháramos su punto de vista sobre los efectos de la deforestación selectiva que realizan los campesinos como una forma de subsistencia.
-Las autoridades ambientales no le enseñan nada nuevo a las comunidades y, por el contrario, les dicen mentiras sobre los efectos de la deforestación cuando, eventualmente talan 2 o 3 árboles para extraer un recurso con el que se pueden alimentar, dijo. Al campesino lo único que le llega es la presión y le prohíben extraer 10 o 15 bloques pero a otros les permiten hacer talas selectivas, que implican quemas posteriores, añadió el hombre, sentado sobre los bloques de madera ne donde, dijo, disminuye el dolor con las caricias de la brisa y el rumor de las aguas de los dos afluentes que se encuentran justo ahí donde tiene amarrada su embarcación de 50 toneladas.
SONIDO...voz del transportador fluvial
Sus dolores volatilizados por el viento y la proa de su bote tocando los ramajes al vaivén de las olas que deja el paso raudo de los yates o "voladoras", son la figura emblemática que caracteriza la crisis de la navegación por el alto Orteguaza, cuyas orillas deforestadas facilitan el proceso erosivo, el río se extiende o se "explaya" como dicen los campesinos y entonces las embarcaciones quedan atascadas...de hecho, los yates que transportan pasajeros desde el medio Caquetá, solo llegan unos pocos kilómetros arriba de Puerto Lara y los que mueven los víveres están igualmente amarrados en algún recodo del río. Los comerciantes y transportadores deben llevar, por tierra, su carga hasta San Antonio de Getucha, Solita o Curillo, lo cual eleva los costos de los productos, que son transferidos al consumidor final.
La espesa cúpula del follaje, el aire caliente y dulce, los peces que se asoman en brincos juguetones, el "martín pescador" que juega con la comida, como el gato con el ratón, el rumor del bodoquero que tributa sus aguas al Caqueta, contrastan con el cuadro de desolación de un bote atascado y amarrado...y de un río extendido, sin aguas, sin fuerza, que solloza y reclama su cuidado.
Interesante comentario, pero sobre todo es triste ver cómo, la deforestacion esta acabando arroyos, quebradas y rios
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