martes, 28 de noviembre de 2017

El contra-Thanksgiving del colombiano. Las gracias al revés

El día de Acción de Gracias paraliza a los americanos y todas las entidades del resorte oficial son suspendidas desde la tarde de la víspera y hasta el lunes siguiente, en lo que se considera como el puente más largo porque después del jueves del Thanksgiving, se celebra el igualmente tradicional Viernes Negro, durante el cual se ofrecen los precios más bajos del año en todas las mercancías.
Muchas personas abandonan precipitadamente las reuniones de la noche de Acción de gracias para dirigirse a los grandes centros comerciales que abren a la media noche y en donde se observan largas filas y congestiones vehiculares. Muchos artículos tienen descuentos significativos hasta del 80%. El viernes negro marca el comienzo de la temporada de compras de fin de año. Para mencionar solo algunos artículos, se pueden conseguir una cafetera básica o un asador, o una picadora, por 8 dólares. Una camisa, o una pijama por 6 dólares. Los descuentos son para la totalidad de las mercancías y así se puede adquirir, por ejemplo, un nevecón por 500 dólares. En Colombia, se ha intentado, sin éxito, poner en marcha una copia de estas festividades. De las fiestas gringas, la que mayor penetración ha tenido en Colombia es la noche del Halloween.
Mientras los gringos celebran su legendario Día de Acción de Gracias, en Colombia no hay motivos sino para llorar y maldecir, ante el desmoronamiento de los sueños de paz construidos a partir de la firma de los acuerdos con la guerrilla, hechos polvo por la derecha criminal y corrupta que tiene sus voceros en el Congreso.
La mayoría de personas en Estados Unidos celebran esta fiesta con reuniones familiares y un verdadero banquete de comidas y bebidas. En muchos hogares son comunes los discursos del anfitrión y algunas intervenciones de los voceros de las familias asistentes, en los que el eje temático son la gratitud y los buenos augurios

El plato principal y clásico para la cena es un gran pavo asado u horneado, que tradicionalmente va acompañado con un relleno hecho de pan de maíz, abundante jamón, ensaladas, arroz con gandules, salsas y dulces, principalmente. También son comunes los platos de verduras y la papa dulce, morada, que en mi niñez la recuerdo como batata.
Un país que padece la disolución de todos sus valores y la prostitución de las entidades más respetables como el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, considerados como el faro de las leyes y la justicia, no tiene motivos para agradecer, sino para protestar. Pero la gente, llevada del que sabemos, se funde con sus opresores en la más melancólica resignación que le permite a la clase política mantenerse en el poder a pesar de su reiterada y nociva corrupción.
Desde hace algunos años se ha implementado el llamado ciber viernes negroque ahora se extendió hasta el ciber Lunes, para referirse a la versión en línea del Viernes Negro. En realidad, las ofertas en línea comienzan típicamente días antes del Viernes Negro, con la intención de generar compras más frecuentes, además de capturar el mercado con quienes no desean ir a las tiendas en la madrugada del viernes. Algunas personas opinan que las ofertas en línea son diferentes a las ofertas que se encuentran en las tiendas, y aparentemente estas últimas suelen ser mejores.
El Día de Acción de Gracias es, del mismo modo, un conducto para expulsar los dolores del alma y del corazón. La gente se abraza a ellos en medio de la camaradería o de la compasión y transforma las penas , las vuelve sus amigas y canta victoria, como una forma de halagarse mutuamente. O de llorar.
Como un río que se esconde entre la montaña, esa noche me refugié entre la gente cuando me sentí contagiado al ver cómo los asistentes a la casa de mi hermana Nena empezaron a mostrar sus paisajes familiares. Con sus palabras, entre el balance y las perspectivas,  entre lo incierto y lo previsible, los improvisados oradores tocaron mi sensibilidad y, sentado en la mesa auxiliar de la cocina, reflexioné sobre los engaños que sufrimos afectados por las religiones, la política, las creencias, el comercio, la vanidad y hasta por el amor.
-Algunos, somos sensitivos. Otros, son sentimentales, pensé cuando mi hermano César tomó la palabra para hablar de su drama, de su tragedia y de sus esperanzas, con el exquisito y característico optimismo que siempre le hemos admirado. 
Como una síntesis del buen solitario lleno de energías interiores, Concho conserva la Fe en sí mismo, avivada por sus familiares y amigos, quienes somos como lámparas votivas con sus luces intermitentes que se apagan y prenden sucesivamente.
De todas maneras, las tradiciones son elementos constitutivos y embellecedores de la cotidianidad, son el alma de los pueblos a través de todos los tiempos y algo deben tener de importante una vez que se han perpetuado a pesar del paso del tiempo y del desarrollo tecnológico.
A lo largo de los siglos, la historia muestra un cambio constante de las ideas, pero no ocurre lo mismo con las tradiciones que apenas sufren leves modificaciones, tal vez porque radican en lo más profundo del instinto humano. 
-Porque hay cosas que alegran tanto a las fieras como a los siervos, me dijo uno de los comensales cuando le hablé de la persistencia de las tradiciones.
-Este man debe estar borracho, pensé después de que me soltó esa frase medio filosófica y medio pragmática.
En Colombia, los deportistas son quizás los únicos que se han ganado el reconocimiento del país afectado por la llaga miserable de la corrupción, convertida en lepra devoradora de los sueños de la gran mayoría que, de manera inexplicable, le renueva constantemente las credenciales a quienes la tienen jodida.
En medio de la temperatura otoñal que desciende cada vez más, caminando por una de las muchas zonas verdes alrededor de mi refugio transitorio en la zona metropolitana de Washington, desde un puente del Arlington buolevard, miré de nuevo el afán de los gringos que ya viven la Navidad anticipada por cuenta del feroz consumismo.
Pero también vi sus preferencias por lo práctico, por todo aquello que les resulte útil y, sobre todo, que no se ocupan en discusiones bobas que pretenden encontrar la verdad de todo.
Porque aquel que cree que la Verdad existe, tiene la tendencia de creer en todo lo que le dicen.
-Por eso, Yo no creo sino en mis dudas. Y en la Acción de Gracias de los colombianos, a la inversa.

martes, 21 de noviembre de 2017

Visita relámpago a Harrisonburg, VA, baluarte de la hospitalidad y la diversidad


Con la emoción que suscita el encuentro con un par de paisanos lejos de la Patria y el interés que despiertan un paisaje lírico con una montaña en el horizonte, el valle salpicado por verdes de distintas tonalidades y una carretera perfecta, como una mesa de billar, llegamos a Harrisonburg, una pequeña población en donde funcionan numerosas oficinas de apoyo para el reasentamiento de refugiados y les ofrece oportunidades que les permiten convertirse en miembros activos y productivos de la sociedad americana.
A pesar de la agitación y los afanes propios de la vida americana, en esta ciudad los estímulos resuenan con una tranquilidad que parece como si provinieran de otra región, de un medio grave y calmado, de una zona desconocida. Son las expresiones juveniles de la naturaleza que nos sirven de consuelo por la pérdida de la juventud.
-Yo todavía no la he perdido, me dijo Andrea, una caqueteña cordial, del municipio de Solano, precisamente. 
-Las montañas vírgenes, los árboles de mi pueblo son protectores de la juventud, añadió, orgullosa de sus años dorados.
El día tiene la tristeza y el el color de la ceniza, la temperatura está muy baja, a 5 grados centígrados, tal vez, pero la camaradería de los amigos en tierra extraña, calienta el ambiente, le canta a la nubes bajitas y nos permite palpar la diversidad étnica y lingüística de este población, en donde residen cerca de 3 mil refugiados de distintos puntos del planeta.
Andrea y su esposo llegaron a esta pintoresca ciudad empujados por la violencia colombina y encontraron posibilidades para rehacer sus proyectos de vida y el de su pequeña hija, quien hoy está a punto de ingresar a la universidad en donde cursará física nuclear o física espacial, o astrofísica..no se, pero de todas maneras se trata de una carrera fuera de lo común, algo astral...o astronómico. 
-Una carrera loca, como su papá, opinó Andrea.
Después de trabajar muy duro en la multinacional Carguill, que procesa 70 mil pavos diarios, y un ciclo de batallas diarias que incluyeron madrugadas, privaciones y desplazamientos a pie, volvieron a la vida, resucitaron y con alas nuevas escaparon de la miseria derivada del desarraigo.
Harrisonburg es, del mismo modo, un importante centro intelectual en donde la tercera parte de su población son estudiantes de inglés como segunda lengua. Es sede de varias universidades, escuelas, seminarios y, como en el resto del país, las bibliotecas son componentes importantes del entorno urbano.
-Con las experiencias, con las riquezas mentales acumuladas, vamos por una larga travesía en este país de los ensueños pero sin pisotear la fraternidad espiritual que nos une con la siempre amada tierra colombiana, dijo Daniel, el esposo de Andrea, imaginándose como un péndulo en una hamaca guindada entre dos palmas en la finca de la Toñito Perdomo, su suegro. 
Un letrero grande en el que se lee “no importa de dónde eres, estamos contentos que seas nuestro vecino”, en inglés, español y árabe, resume la condición hospitalaria de este bastión de la diversidad. En algunas ciudades, y por iniciativa de reconocidos activistas y blogueros, este aviso multilingüe ha sido copiado y es creciente su utilización por parte de diferentes congregaciones defensoras de los derechos humanos. 
Otro estandarte de la pluralidad y la tolerancia de esta ciudad es la nutrida población de Menonitas, los miembros de la singular secta surgida de la Reforma Cristiana anabaptista, cuya principal característica, además de ser fanáticos de los contenidos bíblicos, es la de vivir alejados del resto de la población y de los avances de la vida moderna, no usan los desarrollos tecnológicos ni los autos, ni la electricidad, y trabajan en la producción agraria libre de fumigaciones y abonos contaminantes.
Están asociados en una gran cooperativa que no solo cultiva la tierra sino que también maneja 5 universidades, 2 seminarios y una extensa red para la atención integral de los niños. Sus productos son comercializados en grades tiendas de su propiedad, sin intermediarios y a precios muy bajos, por lo cual tienen una gran clientela.
-Este es el pueblo que nos vio nacer, dijeron los esposos colombianos quienes leyendo uno de mis relatos, hace una semana, me ubicaron en Chesterfield, Virginia, y me llevaron a conocer el campo de batalla en donde obtuvieron la victoria contra la violencia. Porque la resignación y el miedo son como una enfermedad propagada por los apóstoles de la adversidad.
La desnudez de los árboles en otoño que vimos a lo largo del viaje de 2 horas, es como la sinceridad, como la Verdad. Porque la mentira es el trapo que cubre el falso pudor de la corrupción, de la politiquería y de la injusticia social.
Una arboleda sin hojas es un cuadro melancólico, sin esperanza, que ve morir, un día tras otro el verde vigoroso, que languidece esperando la primavera, sin pájaros, sin un gesto de dolor. Y es por ese llanto de los árboles que en otoño y en invierno anochece más temprano y la noche es más profunda.
Desde cuando salí de la conformista, politiquera y corrupta Colombia, hace 2 meses, siento que las percepciones cantan con sonidos especiales, quizás por la tranquilidad que me dan las horas vespertinas de mi vida turbulenta, con los sueños perdidos y los dolores agitados. O porque encuentro gente que hace menos pesada la noche que llevo en el alma, como los árboles desvestidos por el intenso frío del otoño y la nieve del invierno.








domingo, 12 de noviembre de 2017

Bellezas escondidas entre la selva de vidrio y cemento

Aunque el sol está radiante, mi teléfono celular muestra que la temperatura aquí en Richmond, Virginia, está -2° centígrados, la ciudad está muy quieta, el ambiente es taciturno y la gente habla en voz baja como si el frío se consumiera el volumen. Estoy en un rincón del silencio y la quietud pero rodeado de paisajes decorativos.
Me instalo justo debajo de una de las salidas de la calefacción y me pongo a revisar algunos asuntos especiales sobre los que he puesto la mirada sorprendida en estos dos meses de expedición por la hacienda del mono Trump.
Además de la majestuosidad y severidad de las carreteras interestatales que comunican al país de norte a sur, de oriente a occidente y de manera transversal; de los vistosos bosques de cemento, vidrio, acero, hierro y aluminio, así como las telarañas de puentes y otras obras de tanta ensoñación que estimularon mi alma de hombre emotivo y sensitivo, existen otros aspectos cuya notoriedad he percibido con interés especial.  Hacen parte de las manifestaciones del triunfo y la dominación pero también de la ecuanimidad de los americanos porque hasta las cosas más simples tienen su lenguaje.
En este país que irradia el desarrollo y la libertad existen asuntos que aparentemente son simples pero que, al contrario, son precursores de la disciplina, el orden y el respeto de las libertades individuales. Siempre he tenido una forma muy personal de percibir las cosas y, del mismo modo, un muy particular estilo para expresarlas.



Recorriendo las calles por entre las nubes cargadas de frío, buscando el "Fair Park Review", lugar preferido para mis caminatas vespertinas, me detuve en el cruce del Buolevard Arlington con Jaguar y presencié uno de los actos de mayor respeto y consideración hacia los niños, una especie de homenaje constante por parte de los automovilistas que circulan por las concurridas vías americanas. Por las monumentales carreteras interestatales o en las modestas calles de los pequeños poblados.
El bus de color amarillo que distingue a los transportadores escolares se detuvo en una bahía y antes de abrir sus puertas desplegó un aviso de "Pare" que lleva recogido muy cerca de la ventanilla lateral del conductor. De manera automática, todos los vehículos que circulaban por esa importante carretera, en ambos sentidos, se detuvieron como si sus conductores hubieran sufrido una parálisis súbita. Y así permanecieron hasta cuando el aviso del "Stop" fue recogido de nuevo. Las personas que desobedezcan la señal son multadas de manera drástica por las autoridades de tránsito.
Inclusive, en algunos Estados, los mismos autobuses emiten las multas que son enviadas a las residencias de los conductores, gracias a un sistema de cámaras instaladas en los mismos buses escolares que mediante sensores recogen las imágenes de las infracciones desde ángulos distintos.
Hace apenas una semana y muy cerca de los apartamentos Monticello, en Falls Church, Washington, pocas cuadras adelante de la residencia de mi hermana Martha, el tráfico vehicular se detuvo cuando llegué a un cruce sin semáforo y me instalé muy cerca de las cebras. Pensé que algo pasaba hasta cuando un mono grande de ojos azules me dijo:
-Please, go ahead...y me siguió en el cruce de la calle




El respeto por el peatón es una responsabilidad moral de los conductores y ese primer gesto de respeto me impactó de manera especial quizás por el trauma que sufrimos los colombianos perseguidos y abusados por los choferes de todo tipo de vehículos.
Me di una palmadita en la frente, como el cura Ángel, de "La Mala Hora" cuando olvida algo, y miré el suelo pensando en la decadencia de los valores en la querida "Locombia".
Mi sobrina Karina, símbolo de la independencia y autonomía, quien no sufre como la mayoría de las mujeres de ese nocivo deseo de agradarle a los demás, que domina su individualidad sin ser descortés y sin capitular, realiza todas sus diligencias bancarias y sus compras a través del teléfono celular y le llegan diariamente 2 o 3 cajas con distintos envíos. Las cajas son puestas en la puerta de su apartamento y pueden durar allí hasta 3 días, sin que nadie las toque. El respeto por lo ajeno no duerme nunca en este país, su brillo es luminoso a toda hora.
En los cheques de pago vienen escritas las horas de trabajo pagadas con ese instrumento y muchas veces los beneficiarios escriben sobre ellos, cambian la fecha y ponen aclaraciones, siempre dejando constancia de quien las hizo. En Colombia, una mancha mínima o una letra por fuera del valor y el beneficiario, anulan el documento.  El valor exquisito y superior del respeto y la confianza mutua.
El turno en los supermercados para el pago o cambio de mercancías tiene un respeto excepcional hasta el punto que crea una armonía extraña para los latinos.  Elegancia y sobriedad que rayan en la excentricidad.
Los buses -como Transmilenios mejorados- son como jardines de personas en silencio y sus conductores -hombres y mujeres- finamente vestidos parecen aristócratas gloriosos que se bajan de sus nubes para colaborar con los pasajeros, especialmente con los ancianos y las personas en condición de discapacidad. Los vagones están dotados de una plataforma especial y elevador para facilitar el acceso fácil y seguro. En muchos casos, el conductor acompaña al pasajero con limitaciones de movilidad y asegura la silla en un sitio fijo. En mis desplazamientos no vi molestia alguna por parte de los pasajeros cuando el conductor tuvo que descender del articulado para colaborar con este tipo de pasajeros.
Con el auge del transporte en bicicleta para favorecer la movilidad, los mismos vagones tienen dispositivos especiales en la parte delantera o trasera, en donde los usuarios ajustan sus "ciclas" durante su viaje.
Los niños y los ancianos tienen dos almas en este país. Los unos y los otros tienen privilegios en distintos sectores; los niños en materia educativa y salud, en las cuales son prioridad para las autoridades. Es común observar adultos muy mayores que trabajan en actividades en las que en Colombia son excluidos y se les ve, de la misma manera, en la conducción de vehículos. Los niños son la verdad de mañana y los viejos son la verdad eterna, el aroma de todas las verdades. En Colombia son flores muertas, como las de una corona fúnebre después del entierro del difunto.
Otras flores, mejor, orquídeas, bien cultivadas en USA, son las bibliotecas públicas. Existe una biblioteca al menos cada 10 millas, de acuerdo con datos que recogimos en la Thomas Jefferson, la que visité varias veces. Son tan comunes, que existe un dicho popular según el cual en USA hay más bibliotecas que puntos de MacDonalds. De esas bibliotecas es que salen tantas almas de los americanos, tantos estados de ánimo que se pueden contemplar, se pueden fijar, se pueden querer, se pueden odiar, se pueden desvanecer, se pueden transformar.

Aquí percibí con mayor fuerza ese corolario universal según el cual "el éxito divide pero la desgracia une". He sido testigo de la solidaridad ante la desgracia, una virtud atrofiada en Colombia o simplemente reservada para ocasiones especiales que puedan servir para aumentar la popularidad electoral.
Una enfermedad, una calamidad doméstica, una urgencia inesperada, descubren la calurosa expresión de aliento materializada en recolectas de dinero, brindar transporte oportuno y apoyo espiritual para los que sufren alguna contingencia grave.
Por encima de estos asuntos de la vida americana que me sorprendieron, como sus bellezas arquitectónicas, está el principio de utilidad que domina la vida de los gringos, que guía todos sus deseos de manera obsesiva, es el objetivo de la locomotora de ambiciones en la que van montados los americanos desde su niñez.
Aquí metido bajo el chorro de la calefacción, con mis sobrinitos que entran y salen detrás de sus juguetes y me hablan en Inglés, unas veces y en Español, otras, me entró una fría confusión cuando abrieron el portón y me llamaron a la mesa para el almuerzo.
-¿Todos los paisajes verdaderos son los más hermosos?
-¿O son más hermosos los paisajes que pintamos nosotros mismos con los sueños e ilusiones?



viernes, 3 de noviembre de 2017

Cementerio de Arlington, las huellas de la guerra que todavía no termina


Con la precisión de la era digital, el reloj del anfiteatro emitió los 12 golpes sinfónicos del medio día y todos los presentes se pusieron de pie para presenciar el cambio de guardia en la tumba legendaria del Soldado Desconocido, del Cemenerio Nacional de Arlington.
En 1921, el Congreso aprobó el entierro de un soldado de la I Guerra Mundial, sin identificar, en un sitio de la colina del cementerio de Arlington en donde desde 1864 reposan los militares muertos en los miles de combates librados por las tropas americanas a lo largo de la historia.
Para rendir honores a sus héroes caídos en la lucha y como símbolo absoluto de gratitud y respeto, un grupo élite de la marina monta guardia en esa tumba las 24 horas del día, los 365 días del año y bajo cualquier condición meteorológica.
La ceremonia -que se repite cada hora- es esperada por cientos de turistas de todo el mundo y estudiantes de los distintos niveles educativos que, como aguiluchos apenas emplumados, aprenden a afilar sus garras a partir del rigor y la meticulosidad, precursoras del orden y la lealtad a unos principios que no tienen apelación y mucho menos posibilidad de ser controvertidos. Es la disciplina militar de la primera potencia mundial.
No pasaron 20 segundos después de la última campanada cuando dos militares espigados, vistiendo uniformes impecables y caminando y moviendo sus brazos como robots, y sus cabezas inmóviles como la de una estratua, uno mas joven que el otro, salieron desde cuarto de los guardianes de la tumba y se dirigieron al patio en donde un guardia camina constantemente por una tapete angosto y delgado, se detiene frente a la tumba y la mira con respeto.

La solemnidad, firmeza e imponencia de la ceremonia comienza en el guardián de turno, quien recorre 21 pasos desde el extremo del tapete, gira para ponerse de frente a la tumba durante 21 segundos,
gira de nuevo, espera otros 21 segundos antes de caminar otros 21 pasos hasta el sitio de partida. Es un ciclo sin descanso durante su turno estoico de una hora.
El 21 es un número muy importante para la milicia americana y de distintas partes del mundo y eso explica los 21 cañonazos que se disparan durante la ceremonias fúnebres de los militares y en otros actos de singular notoriedad.
El infante de mayor rango avanza hasta el guardia que sale, se alinea con Él, y con un grito repetido por el eco en una reverberación que se difunde por las 254 hectáreas del parque, renueva el agradecimiento y el respeto de las tropas a sus héroes. Camina hasta el extremo del patio y ejecuta una inspección milimétrica del arma y del guardia relevante. La revisión del arma se hace con la destreza y agilidad de un malabarista y por momentos los espectadores temen que se produzca un accidente pues el movimiento del arma se hace con una distancia mínima enre las dos unidades.
-El arma larga no puede tener ni la más mínima presencia de mugre o polvo y además se debe comprobar que esté en óptimas condiciones de funcionamiento, me explicó un militar retirado, quien además me apoyó para tener un lugar privilegiado entre la  numerosa concurrencia, tras mostrarle una credencial de Diario del Huila que conservo desde mi paso por esa casa editorial en 2016.
La revisión personal es tan profunda que se podría afirmar que hasta el alma del soldado es sacudida como si pretendiera desenterrar una joya entre una montaña en ruinas. El vestido, los zapatos, la piel, las manos, en fin, todo el cuerpo es objeto de esa revisión, por delante y por detrás, para lo cual, el que inspecciona da giros con la trascendencia militar.
Caminan juntos hasta encontrarse con el guardia relevado, se hace una nueva proclama de lealtad y agradecimiento, el soldado relevante retira la corona puesta, cambia el agua y la deposita en un sitio especial en la parte posterior y al regresar pone la nueva corona.
 Por separado, se enrumban hasta el salón de los guardias.
En algunas ocasiones, la ceremonia de relevo contiene acciones complementarias, como homenajes específicos a militares enterrados en las últimas horas. Sus sobrevivientes reciben las coronas para ser colocadas en la tumba.



De manera inevitable, el silencio sepulcral de todos los cementerios nos remite a la muerte de tantas cosas bellas y al mirar las cruces alineadas de manera simétrica, a la derecha, para arriba, para abajo, hacia los lados, me quedé mudo por muchos minutos, como si me hubiesen sepultado allí mi verbo.
-Todos estos militares cayeron por la Libertad o al contrario la Libertad quedó herida por las batallas que libraron?, me pregunté mientras desde lo alto hacía una fotografía del fabuloso río Potomac, cuyo puente atravesé a pie 3 horas después.
De todas maneras, la Libertad sigue herida en todas partes del planeta aunque todos los "luchadores" la invoquen para sus causas.
Los más de 320 mil muertos de este cementerio que están aquí bajo un sol inusual de mitad de Otoño, son muertos producidos por la guera que no deja sino vivos inocentes. Casi ningún muerto es culpable.
Eso de los muertos en la lucha es como un sentimiento romántico, como un voto, como un deseo de que su finales sean interpretados como actos de heroísmo, así hayan sido producto de fanatismos irracionales.
En todo caso, tengo que confesar que nunca antes viví un acto de tanta majestuosidad, imponencia y zalamería como este cambio de guardia en la tumba del Soldado Desonocido y a pesar de que me impactó por su rigor, representa un contraste para mi condicion de hombre desabrochado, informal, irreverente y contestatario.
Limpio, silencioso, ordenado, cuyas tumbas blancas grisáceas tienen la apariencia de haber sido lavadas para las visitas cotidianas, el cementerio de Arlington le debe la fama de cementario mayor del planeta además, de su extensión y por el número de lápidas, a las numerosas películas que le han dado un manejo protagónico. 
Terminada la imponente ceremonia, el militar retirado me habló un poco de la historia del cementerio y su versión indica que un militar casado con la propietaria del terreno, desertó de las tropas de la Unión y se adhirió al ejército confederado. En represalia, el ejército de la Unión puso en esa propiedad los restos de 75 militares muertos en el trágico año de 1864.
Los descendientes de los propietarios del terreno intentaron recuperarlos y entablaron una acción legal que concluyó con un mandato que reconoció a los demandantes y obligó al nuevo gobierno a devolver las tierras. 
Para el momento de la decisión, ya el número de militares enterrados superaba los 9 mil y en consecuencia el Congreso aprobó la compra de los terrenos por U$ 150 mil, según mi relator.
De conformidad con las estadísticas, 5 millones de personas visitan anualmente el emblematico cementerio, la entrada es libre. Las tumbas del Soldado Desconocido y del expresidente Jhon Kennedy son las más reconocidas.
Sus lápidas pulcras y sencillas, del mismo color y tamaño, con excepción de las de los altos oficiales, no tienen símbolos de superstición o hechicería, como cruces y otros amuletos, visibles en los cementerios corrientes, y para los americanos su única significación es el valor histórico que tienen y que ponen como ejemplo de obligatorio cumplimiento a las nuevas generaciones.  
-"Para que estén exentos de toda esclavitud", remató mi colaborador.
Remascando el tema de la guerra y pensando en mi querida patria que podría tener un cementerio más grande que este por causa de la violencia fratricida que no parece tener fin a pesar de la firma de un acuerdo con el grupo guerrillero más antiguo del mundo, me fui a pie y muy despacio al "Memorial Lincoln", y dentro del edificio que tiene forma de  histórico templo griego, contemplé la escultura gigante de este expresidente gringo, con inscripciones igualmente monumentales que hacen referencia a algunos de sus discursos.
Mientras mi hermana me tomó una foto con la escultura en el fondo, entre cientos de personas apretujadas, pensé que las ruinas de los hombres y de las cosas son los mejores interlocutores para un diálogo con nosotros mismos.
Y sentí impulsos de volver a la simétrica soledad del cementerio de Arlington y a su anfiteatro para confrontar mi alma de hombre solitario.