miércoles, 23 de agosto de 2017

¡Hasta luego, "policía" Guillermo de Castro!!!


Cordial, como siempre, me acompañó hace un año en un trabajo de campo para recoger la actualidad de Campoalegre de cara al posconflicto, en desarrollo de una serie de crónicas sobre los municipios huilenses más afectados por la violencia guerrillera, que fueron publicadas en el Diario del Huila.
En la sala de su modesto apartamento, parado frente a un espejo de medio cuerpo, me dijo en tono tranquilo:
-Catañito, ahora si me siento atrapado por las garras de su famosa parca...me estoy muriendo. 
Enseguida se me acercó, se empinó enérgico y frente a la imagen de los dos se irguió aún más y entonces vi a ese león combativo que siempre fue Guillermo de Castro en el ejercicio del periodismo.
-A ti no te vencerá el dolor, como nadie te ha vencido porque eres un personaje irreductible, le dije sin dimensionar la gravedad de su tenebrosa sentencia, que más parecía una de las  tantas premoniciones de su habitual charlatanería.
Puso su mano izquierda sobre mi cabeza, me miró fijamente durante unos 15 segundos y de sus ojos brotaron dos lagrimones, como piedras brillantes, que se disolvieron en su boca. Su dolor, ahora era mi dolor, que ya gritaba en mi corazón y el "policía" advirtió que su gesto de sinceridad había tocado mi sensibilidad.
Fue directo al escritorio y después de mostrarme sus libros publicados y los originales de otro, me ordenó:
-Tómeme una foto, llavecita.
Me regaló un ejemplar de todas sus publicaciones y las copias de su último trabajo que, según sus propias palabras, "será el último pero con él condecoraré a la muerte".
Meses después, me habló por celular durante varios minutos y por el tono de su voz y por los gritos desgarradores de su alma, me convencí de que ya no solo estaba atrapado por la parca, sino que también le había tendido su mano...que la condecoración deseada se la había quedado engavetada en su escritorio.
Con sus denuncias vehementes en el noticiero "Alerta", por la recién nacida Radio Reloj -que sustituyó a la Voz del Huila- recogió los gritos de impotencia de los sectores populares y con firmeza agresiva respondió a la amenazas reiteradas con las que pretendieron intimidarlo.
Muchas veces me lo encontré en los senderos que nos puso a los dos el calvario de la indisciplina y el desorden, pero siempre mantuvo su temperamento de apóstol apasionado y su genial capacidad para reírse de la vida. Fue uno de los mejores caricaturistas de la cotidianidad, especialmente de la de los Medios, los periodistas, locutores y controles de radio.
Me cuentan desde Neiva algunos colegas, que pese a la inmensidad de su pena, hasta hace menos de dos meses, "el policía" encendía la risa en cafeterías y en las afueras del palacio de gobierno departamental, burlándose de sí mismo con tétrica serenidad.
Los senderos de la confusión y la perturbación del orden y las doctrinas personales, lo llevaron hasta las calles de la "caliente" y peligrosa calle de El Cartucho, en Bogotá, en donde durante algunos meses se castigó de manera cruel,hasta asomarse a la fuerza irresistible del abismo. Pero la resistencia de su alma convirtió esa oscura expedición en un apasionante placer de su espíritu conquistador y contemplativo.
Se va un alma compleja y contradictoria, llena de especial luminosidad y discontinuidad, pero singularmente rica en energías contestatarias, muy escasas en el periodismo huilense. Un hombre de excesos y excepciones, a la vez, incomprendido por algunas "figuras" del periodismo "preciosista", estéril y genuflexo que adquirió cierta estatura en la provincia colombiana.

Nunca buscó el aplauso y desde siempre habló, en charlas de cafetería y en foros, de la pereza sublime que hizo famoso el personaje "Celio" y de la  envidia lívida que como sombra de rencor pasan  por muchos huilenses, la suficientemente mencionada antropofagia política, cultural, económica y periodística de los opitas.
¡Hasta luego, "policía" Guillermo de Castro!!
Siempre te recordaré como el periodista más apasionado por la sinceridad que tuve cerca, en la cabina de la Radio Reloj, a la cual llegué empujado por un gerente regional de Caracol, quien me sacó de la emisora básica, temeroso porque le descubrí su odio a la verdad.
En los últimos días, con los brazos abiertos a la desesperanza, el "policía" reclamó en vano la solidaridad de sus colegas, que apenas lo saludaron con las manitos frías de "todo bien" en las redes sociales, en una evidente actitud de fastidio y rechazo, similar a la que la sociedad adopta con los leprosos porque ni en la antesala de su muerte le perdonaron sus grafismos satíricos, amargos y hasta perversos con los que "bautizó" a muchas "personalidades" de la vida política, social, cultural y de los Medios del departamento del Huila.

Otro nombre que se agrega a la lista de los amigos muertos, que ya es más larga que la de los amigos vivos. Ya la vida es una avenida llena de tumbas y nos movemos en busca de la nuestra.
¡Hasta luego, "policía"!!, me alegró que te hayas separado de la línea que siguen los periodistas de tu querido Huila, al servicio del gobierno y los politiqueros de turno. ¡Tu cuerpo enjuto se disolverá ya mismo pero tu palabra entró en la inmortalidad, erguida y orgullosa,  como tu silueta levantada sobre los talones aquella mañana cuando te vi por última vez, llavecita!!


viernes, 11 de agosto de 2017

Con mi cometa en la cima de la vida



Sentados sobre un tronco tan viejo como nosotros, arrullados por el viento fuerte que sopla en "El Balcón del Quindío", adelante de Circasia, en la via a Pereira, el "Paisa" "Eusajo" interrumpió una de sus peroratas habituales y poniéndome una mano sobre el hombro me dijo:
-Elevemos una cometa
Como respuesta automática, una zozobra placentera envolvió mi alma de niño y me trasladó a los potreros del entonces barrio "El Jazmín", de Armenia, en donde, emocionado, me colgué del cielo muchas veces con el hilo de una cometa elaborada con mis hermanos, casi a escondidas de papa Jesusma y mamá Alilcia.
También lloré muchas veces porque la cometa de papel periódico, pegado con engrudo de yuca, no subió a pesar de los vientos fuertes de agosto que comenzaban en julio.
Sin el afán de las luchas cotidianas, en la tranquilidad del ocaso de la vida y convencidos de que los cuadros simples producen efectos admirables, llegamos al potrero en donde más de 400 cometas se movieron frenéticamente, en busca de los rayos de esperanza que cambien el paisaje de tristeza de este país jodido por la corrupción y la politiquería, que son lo mismo.
La sucesión de las cosas nos pone muy lejos de la infancia y aunque hagamos esfuerzos, no podemos resucitar las emocionantes sensaciones que vivimos en la escuela. Pero con el recuerdo, las reconstruimos a medias y gozamos con esa evocación.
En el centro de ese potrero, desde donde se ven los rayos del sol reflejados en los techos de las casas y en la torre de la iglesia de Salento, el municipio mas antiguo del Quindío, con la magia de los pájaros y mariposas de verdad y con los de papel y plástico, sintiendo, los efectos del aumento de la temperatura, escuchando el rumor de voces alegres, confirmamos que detrás de una simplicidad aparente se esconden muchas historias, dramas, ilusiones y frustraciones. No solo por la decoración perfecta de la naturaleza en donde todo tiene vida propia, mucha luz y colorido excepcional, sino porque todo lo que vemos tiene trascendencia.
Los niños gritan; unos ríen, otros lloran porque se le reventó el hilo, se le fue la cometa o porque no llega el viento. Las mamas desenrollan las madejas de hilo o envuelven la piola regada sobre el pasto; los jóvenes "madrean" y "chimbean" por todo y los viejos le ponemos ojos a las cometas para ver desde lo alto nuestros sueños perdidos. Todas esas almas elevadas se tornan tempestuosas de euforia como el viento que las empuja.

Recordé una frase que le escuché al periodista Juan José Hoyos en una charla cuando trabajamos en "El Tiempo", según la cual, la fuerza de la descripción proviene de la intensidad de la contemplación, y entonces observé ese escenario cargado de emociones, con sus protagonistas reales, activos, sumidos en la recreación, a solo un hilo de distancia de sus problemas pero a cientos de kilómetros de sus amarguras.
¿Donde encontrarán placer aquellos que no le dan trascendencia a las cosas simples, que luchan por cosas que no necesitan, que solo tienen tiempo para sufrir, que van por la vida a toda velocidad?
Elaboré una representación de lo que vi y sentí que este país cambiará cuando le sobrepongamos este tipo de escenografías que hacen florecer el alma, a esos paisajes interiores de duelo y resentimiento que persisten entre muchos colombianos.
De rodillas, tirando el hilo de manera compulsiva pues el viento se iba y las cometas caían casi en picada, incluida la mía de 2 metros, la mayoría de concurrentes sintieron que pegarse del hilo es un bálsamo para sanar el corazón, que es un placer que ilumina hasta lo mas profundo de toda la familia.
-Mirando la cometa, sintiendo el hilo que me quema los dedos, siento la libertad y quiero que mi cometa en forma de águila se vaya bien lejos, con un mensaje de esperanza que le enrollé en el arco, me dijo un ejecutivo de ventas, con su mirada luminosa perdida en el espacio. Estas esperanzas, las escribíamos en un papel, las poniamos en el hilo de la cometa y les decíamos "telegramas"...la cometa los recibía y tomaba sus decisiones.
El azul del firmamento, el blanco grisáceo de las nubes y el oro de la tarde, adornados con los multicolores de las cometas, formaron un tapete que durante varias horas decoró el paisaje en ese sector de Salento y cuando las aves de papel llegaron al limite o se agotó la cuerda, se escucharon los llantos de muchos niños y las voces de consuelo de sus mamás.
Una cometa que se desploma atraviesa el corazón de un niño, pero aquella que se eleva estimula la virtud de la elegancia, de la paciencia, de la destreza, del triunfo. La envidiable candidez de una niña de 10 años me sedujo hasta el punto de soltar el hilo de mi cometa para disfrutar su mirada extendida a lo largo de la cuerda hasta la nube que se tragaba su "paloma". Levantó sus brazos y lanzó un grito de victoria.
Algunas cometas son ingratas porque se desprenden de sus dueños, humecidas, unas; rotas, otras y algunas enfurecidas, contagiadas por la cólera del viento. Una cometa que vuelve aviva el orgullo y sus dueños sienten un aire de desprecio por quienes fracasaron en el potrero. Pero algunos, principalmente los niños, sienten que el triunfo sobre sus compañeros también les produce pena.
Algunos niños no elevaron cometas sino que persiguieron mariposas frágiles como ellos en busca de sus nidos pues corriendo y levantando sus brazos también sienten la libertad que inspira un campo verde rodeado de árboles, flores y pájaros.
-En dónde se refugiarán las cometas rebeldes que no vuelven y aquellas degolladas por el viento?

Unas van al bosque de niebla, arriba del valle de Cocora; otras caerán entre frailejones, algunas en el paramillo del Quindio o en las rocas de Peñas Blancas y asustarán a los polluelos de águilas reales. Todas ellas, solitarias, lucharán contra los huracanes de cosas hostiles que se levantan desde el corazón de los "dirigentes" de nuestro Estado mentiroso,injusto y antipopular.
De todas maneras, para muchos, la desaparición de sus cometas le hace perder el encanto a la victoria, pero los niños aprenden que somos impotentes ante la fatalidad. Pero también, que sobre la fatalidad se puede construir la esperanza.
-¿Por qué nos atrae el vértigo del espacio infinito?, le pregunté a "Eusajo" cuando bajé mi cometa presionado por los administradores de la finca que hicieron evacuar el potrero
-Porque ya estamos a punto de fundirnos con él, querido periodista, me dijo, en medio de una carcajada nerviosa. Porque estamos en la cima de la vida, donde comienza el descenso hacia el hueco eterno.