Cuando el sol apenas se ocultaba y la sombra brutal envolvía la noche, apareció la Superluna, que anoche estuvo 25 mil kilómetros más cerca de la tierra. Un espectáculo solemne y encantador.
De conformidad con los astrónomos, por su órbita elíptica, la luna estuvo en el punto más cercano a la tierra, unos 25 mil kilómetros menos y en consecuencia la vimos más grande, principalmente cuando se iniciaba la noche y a la madrugada, cuando se ocultaba.
El rayo fulminante de la luna llena que hoy nos miró desde un punto más cercano, se metió entre las melenas de las nubes, imponiendo su brillo sereno pero soberbio. Imperturbable, la superluna iluminó la faz de la tierra, como un tropel apocalíptico con la velocidad de sus rayos azules. Porque la naturaleza la hizo así, inquebrantable ante los rayos del sol... y puntual, a pesar del paso de los siglos. Con la soledad poderosa de su vuelo recorrió los campos de crueldad, demagogia y de barbarie comunes en nuestro país y se regocijó con la mirada de los niños inocentes que admiraron su ascenso lento pero imparable.
Además del cambio en el color, este evento fue especial porque el diámetro de la Luna se vio un 14 por ciento mayor, lo que se conoce popularmente como superluna. Esto se debe a que nuestro satélite estuvo en su perigeo, es decir que en su órbita alrededor de la Tierra se encontró en su punto más cercano al planeta (357,877 kilómetros).
Los avaros, los corruptos, los politiqueros, los violentos y los gobernantes, todos esclavos de sus vicios, y acosados por sus pecados, también disfrutaron con la belleza indiferente de la superluna que se diseminó por el horizonte y proyectó imágenes extrañas sobre el paisaje siniestro de sus vidas.
Con la "Chiqui" Rocìo y Manuel, mi yerno, abstraídos por este gesto solemne del satélite gigante, le pedimos en silencio que, con sus fulgores, dispersara a cuatro vientos la ceniza de la desolación que se percibe en Colombia y sembrara la esperanza en valles y montañas porque es evidente que de la mano ambiciosa de los poderosos y ante el conformismo e indiferencia de los humildes, se cocinan nuevas catástrofes. Un nuevo "Frente Nacional" se incuba bajo las alas de las élites dominantes y entonces una nueva noche sin fronteras caerá sobre las masas de colombianos que le negaron una oportunidad a la Paz. De lo poco que se ha construido, nada sobrevivirá porque el pueblo sin memoria irá hacia el olvido.
Porque la muerte de la víctimas de la violencia es un anticipo de nuestra propia muerte, porque morimos con ellas. Y el tiempo se lleva los cadáveres de nuestros recuerdos. El único aliento es la premisa según la cual los muertos son aquellos que no luchan y que mientras exista una sola persona dispuesta a morir por una causa justa, habrá esperanza.
Las nubes, ensangrentadas por el paso de los rayos del sol moribundo de la vìspera, quedaron grises y azulosas con la luz de la superluna que se alzó en el horizonte en busca del sol que se ocultaba y su fuerza les arrancó lágrimas que, como rocío, cayeron sobre nosotros. Fue un soplo de energías que perturbó positivamente el comienzo de la noche de luna llena de este domingo 16 de octubre.
Emocionados, hicimos las fotos y nos tomamos un jugo de arazà con pan caliente, aunque pedì chicharrón con arepa que, desde luego, me negaron porque "ya no tienes vesìcula biliar, papito". Todo por culpa del cirujano terrorista.
Los hijos del silencio son los hijos del olvido, pensé mirando la Superluna que a las 12 de la noche, dominante y voluptuosa, me iluminó el alma y me mostró que es mas grato lo que se sueña que lo que se vive.