La docencia es la pasión de las personas que tienen vocación por la enseñanza, por el despertar de nuevas sensaciones, por las visiones del futuro y que, de a poco, se trasforman en telares de sueños, en arquitectas de grandes proyectos de vida.
También son gregarias de los padres de familia, de la comunidad en sus luchas cotidianas por la sobrevivencia, y terapéutas de todas las dolencias, físicas y emocionales.
Pero, cualquiera que sea la perspectiva desde la cual se mire la práctica educativa, siempre se debe partir del concepto objetivo según el cual este proceso es el conjunto de acciones dirigidas a formar, para transformar.
Los cambios de normas, la evolución de las formas de enseñar y de aprender; los conflictos generacionales, los nuevos contenidos curriculares, las tensiones con los padres de familia y con las autoridades locales en una región considerada como escenariio importante del conflicto y de producción cocalera, son los principales ingredientes del paisaje que caracteriza el proceso educativo en la llamada "Otra Colombia".
La profe Inés llegó a Solano en 1994, "guiada por Dios y empujada por una ambición personal" -como ella lo repite constantemente- en medio de una gran expectativa, como asomándose por una ventana para apreciar el paisaje de la Amazonia caqueteña.
Los problemas de métodología y de disciplina; las deficiencias del sistema educativo; las clases, las salidas, las evaluaciones; las súplicas y reclamos por el pago oportuno de salarios; el trato con los alumnos y con los colegas; las decisiones personales y las reuniones de claustro fueron sus principales actividades institucionales en desarrollo de la misión clásica como docente de aula.
Muy pronto, la profe Inés se salió de la maqueta dentro de la cual se mueve la mayoria de maestros y saltó al espacio social para ampliar su observación de la comunidad, alentar, guiar e inducir procesos oganizativos, al tiempo que proyectaba su asentamiento y el de su familia en el lejano y olvidado municipio de Solano, Caquetá.
Con la convicción heredada de su padre, el viejo "Varguitas" -personaje muy querido en la región de Betania, municipio de San Vicente del Caguán- según la cual "en la vida no hay que hacer una sola cosa sino que tenemos que armonizar muchos detalles", la profe no solo acompañó a los niños, encauzó su energía, estimuló su creatividad e imaginación en la escuela, sino que también sembró semillas de afecto, solidaridad, equidad y responsabilidad entre la comunidad.
La formación como maestra en la Normal de Florencia marcó su vida y fue allí en donde comenzó la construcción de su proyecto de vida. Recuerda con gratitud y menciona con frecuencia a la monja Giovanna Alberta Gutiérrez, estimada por varias generaciones de caqueteños que ganaron sonados reconocimientos en la docencia y otras actividades.
El Pregrado y la Especialización vigorizaron sus conocimientos, fotalecieron su credibilidad académica, mientras su característica sensibilidad fue la inspiración y el modelo que contagió a muchos estudiantes, convertidos en destacados profesionales, que le expresaron su gratitud y reconocimiento a través de numerosos mensajes recibidos con motivo de su retiro.
Después de 30 años de labores, se puede afirmar que en Solano existen muy pocas personas que no hayan tenido una relación directa o indirecta con la profe Inés porque, además de la docencia, se hizo reconocer, inicialmente, por su actividad como peluquera en momentos en que este tipo de profesionales no había llegado a la población y por la producción de exquisitos biscochos de achira, muy famosos. Pero, más que sus actividades productivas, la profe Inés se ganó el aprecio y admiración de la comunidad, por el ejercicio de lo que María Montessori y otros investigadores denominan como "Pedagogías Activas": No basta con las lecciones, con las asignaturas, con los conocimientos que queremos y debemos transmitir a nuestros peques. Hace falta algo más, algo que forma parte del ser y que impregna cada palabra y cada acción.-"En algún momento todas las personas necesitaremos de los otros y además me siento muy feliz al estar conectada con la gente", declara cuando se le habla de su interés exagerado por los otros. Su preocupación por el bienestar de la gente, la empujó a la exploración de distintas formas de calmar las necesidades y dolores, se apoyó en la sabiduría ancestral, en los saberes de la medicina tradicional con las plantas y en frecuentes consultas con profesionales de la salud. Prácticamente, se convirtió en cosultora para atenuar y aliviar las penas del alma y del cuerpo.
Durante la pandemia, su activismo se multiplicó y, a pesar de las restricciones, se movió por todo el pueblo y algunas veredas para atender llamados de urgencia. Muchas personas creen que "la Profe Inés nos salvó la vida".Sus hijos Liliana Rocío, Miguel Ángel y Oscar Fernando, son herederos y cultores de la solidaridad, el entusiasmo, la tolerancia y la justicia. En su ejercicio profesional y personal actúan en correspondencia con esos valores. Y recuerdan con cariño y nostalgia sus comienzos en la IE Campo Elías Marulanda. Una sensibilidad que encuentra eco en sensibilidades idénticas; son semillas alegremente germinadas, transformadas en apóstoles de la alegría, la lucha, la verdad y la equidad.
Para algunos docentes, el éxito de la Profe Inés se sustenta principalmente en su particular forma de comunicarse con los demás: claridad, firmeza y capacidad de escuchar. Y la sabiduría para interpretar los silencios, principalmente de los jóvenes en la época del auge de las redes sociales y la deshumanización de las relaciones humanas. Sus compañeros más allegados escucharon muchas veces una frase de la Profe, según la cual, "el insulto tiene poderes enaltecedores", para referirse a las conductas agresivas de la gente.
Por encima de ideologías políticas y credos religiosos, la Profe siempre estuvo dispuesta para realizar actividades en favor de los más necesitados y reaccionó con vehemencia ante las injusticias y la violación de los derechos de sus estudiantes. Propuso y desarrolló el proyecto Flash, periódico escolar que no recibió el apoyo necesario por parte de las directivas del plantel pero que durante algunos años fue el vocero de la comunidad educativa.
La profe Inés deja un modelo, por no decir un paradigma, que debe ser tenido en cuenta por sus colegas en la perspectiva de secundar procesos de renovación para facilitar, a partir de la educación, el estímulo del pensamiento y el trabajo por la reconquista de la palabra y el diálogo como herramientas de construcción de la convivencia.
La IE Campo Elías Marulanda debe ser forjadora de hombres nuevos, precursores del cambio que necesita la región, cobijada por la politiquería y asfixiada por la corrupción y la incapacidad de sus "dirigentes". En su jurisdicción se encuentran dos joyas de la topografía, la historia universal, tesoros ancestrales, como son las serranías de Araracuara y Chiribiquete, pero es la zona del departamento del Caquetá con el mayor números de necesidades insatisfechas.
Finalmente, confieso que mi emoción verbal, provocada por la finalización del ciclo docente de la Profe Inés, está represada y tuve dificultades para dibujar su perfil. Porque hay momentos en la vida cuando uno no puede decir nada pero lo siente todo, porque mientras más grandes son la belleza y la alegría, más grande es la impotencia para describirlas.
¡Los maestros pueden ser la vanguardia de la vida...o de la muerte de los pueblos!!!!