En su obra Casa Vieja, un poema en prosa y en verso, que resume su vida y sus percepciones, Misael escribió:
De mi pueblo yo me vine
porque me quedó pequeño
como fue ya hace tiempo
ya soy boyacocaqueteño.
Sumido en la dura perplejidad de no saber cuál es más desalentadora, si la opresión de la llamada clase dirigente o la indiferencia de los oprimidos, bajo la guía rigurosa de su hermano y un grupo de muchachos abrazados a la utopía de la justicia de un país para todos, metido en la lectura y en la práctica social, el joven Misael se transformó en uno de los más fervientes trabajadores de la organización y capacitación social, fundamentales para construir una resistencia al despotismo y al olvido oficial de las regiones apartadas del país.
En una zona convulsionada y bajo la terrible vigencia del llamado Estatuto de Seguridad, pero con un proceso de lucha en crecimiento, sin perder sus condiciones de hombre emotivo y sensitivo con la Naturaleza, Misael también pulió su vena artística. En las reuniones, asambleas, en las protestas y en las recochas grupales, mostró sus producciones literarias que pronto le merecieron un reconocimiento colectivo. El libro citado, Casa Vieja es un estandarte de la creatividad y la imaginación. Personalmente, creo que ha sido insuficientemente analizado por los críticos literarios del departamento. Es un jardín de belleza y de insolencia, desde el corazón de la inconformidad.
En Misael se funden el pensador, el poeta y el activista social, en una armonía perfecta, su capacidad de réplica es instantánea, son fogonazos, chispas incendiarias o reflexiones y análisis. Su talento siempre encontró en los contornos ingredientes para reforzar sus creaciones, lo que llaman ondas vibratorias que circundan a las personas. Porque hizo de un colectivo excepcional que, del mismo modo, no ha sido evaluado con rigor y del cual no existen relatos escritos a pesar de la inocultable influencia ejercida en el proceso de lucha, en la historia del Caquetá.
Su vida cotidiana es simple pero al mismo tiempo elocuente y su gracia misteriosa, con el ritmo, que es la flecha del poeta, es un don especial imaginativo y sensitivo a la vez. Porque si una persona no es sensitiva y solidaria no pasa de ser un simple creador de ritmos verbales como es la costumbre. Construcciones gramaticales para adornar, sin producir imágenes vitales que muestren la realidad, agiten los sueños pero que también dejen la huella, el compromiso del autor con lo que define, escribe o canta.
Estas palabras escritas desde el corazón tienen el propósito de mostrar el perfil de un hombre ejemplar que se pulió, siguió el camino aprendido de la simplicidad, la unidad y la organización, como elementos fundamentales para remover ideas y llevarlas a costas ideológicas muy lejanas a partir de acciones correspondientes con el discurso. Me parece que en el caso de Misael es más elocuente su ejemplo, su responsabilidad absoluta que la ha dado a todos sus actos una significación ética, que nunca se dejó pervertir por el fanatismo, el sectarismo, el radicalismo y todos los ismos afines a la izquierda, tan nocivos en los proceso de lucha. Nos enseñó -y nos regañó- a quienes en ocasiones miramos la realidad a partir de prevenciones políticas o religiosas.
Ah, pero me olvidaba que su repentismo, además de sacar sonrisas, también hace pensar y hoy renuevo la invitación para que releamos a Casa Vieja , como dije, subvalorado por la falta de una crítica rigurosa por parte de los académicos especialiazados en esos temas.
Llegué donde don José
con mi vieja la María
su señora cómo yama
le dije yama María
Donde Luis me fui a comer
con mi amiga la Leonor
él me dijo cómo yama
yo le dije sí señor
-Hermano, ¿por qué le gusta tanto la soledad?
-Porque en la soledad está la Libertad: ni se gobierna, ni se obedece, Catañito
Como la serenidad se adquiere cuando la fuerza declina, tanto Misael como sus familiares y amigos históricos, de alguna manera, ya fatigados por mirar las luchas pasadas, vemos cómo nuestros descendientes se mueven por caminos nuevos, menos escabrosos que los nuestros, elaboran y pulen sus sueños a partir de una realidad política que ayudamos a construir. Porque, orgullosamente, tenemos que mostrar la Constitución del 91 como uno de los sueños por los que pusimos nuestras energías y nuestros muertos.
Entre las sombras de nuestros laureles marchitos por el tiempo reverdecen las luchas y se abren las semillas fecundadas por la movilización popular de los años setentas en Caquetá, en la que los pensamientos y acciones de Misasel Perilla Vaca avivaron la hoguera del inconformismo.
Ese día lloré como un niño, nunca se lo dije
Pero como dice Vito Corleone en El Padrino, al enemigo hay que tenerlo cerca para dominarlo, me abracé a mi dolor y lo vencí…Días después, Misael me vio victorioso y desde entonces renovamos la lucha que compartimos en nuestra juventud. El vicio en general es una manifestación imperiosa, es un mandato del instinto y de esa manera es como debemos administrarlo.
Los estereotipos negativos hacia la vejez y la muerte, que nos han vendido desde siempre, pueden generar fobias, como asociar la ancianidad con la enfermedad y con la muerte inminente. Setenta años no son nada y aunque vivamos cuadrando caja con los recuerdos, pienso que el mayor logro de nuestra vejez es estar vivos en un país particularmente violento, inequitativo, dominado y desgobernado por unos pocos clanes corruptos, infames y criminales.
No olvidemos que el genio no envejece y la palabra es eterna, llavecitas.