Los cambios del lenguaje no generan cambios sociales, pero los cambios sociales sí pueden generar cambios en el lenguaje
La Palabra es el molde en el que vaciamos las ideas que salen de la boca y de las manos de los humanos de distinta condición: Rubén Dario, Víctor Hugo, el obrero, el embolador; García Márquez, Vargas Vila; la señora de la tienda, la secretaria; Ramón del Valle Inclán, D`Annuncio; el vendedor de comistrajos, la puta esquinera; Maeterlink, Fernando Vallejo, el ladrón, el político, el corrupto –que son el mismo-; el niño, del anciano y hasta del lenguaje mímico y de señas utilizado por los sordomudos.
Además de ser la herramienta para la exquisitez de la métrica, de la elocuencia, del temperamento, de la crítica y hasta para describir la impotencia y la mediocridad, la Palabra también es rebelde, es superior a las normas que pretenden definirla y gobernarla. Me propusieron un debate sobre este aspecto.
En el día del Idioma Español es oportuno y conveniente referirnos al uso afectado del Idioma por parte de personas influenciadas por supuestas "autoridades" que ocupan posiciones sociales o políticas "destacadas": el esnob, que ha desembocado en las llamadas disidencias lingüísticas, como una salida para huirle al sexismo, por la creencia de que si no se modifican algunas expresiones se puede caer en la discriminación.
El género gramatical no tiene nada qué ver con el sexo y el uso genérico del masculino para designar los dos sexos es una expresión elaborada por los hablantes y en consecuencia no tiene sentido forzar las estructuras lingüísticas por creer que la sola utilización de las formas puede cambiar la exclusión social de las mujeres y de las personas agrupadas en los colectivos LGBTI.
La tristemente célebre providencia judicial que conminó a la administración del Distrito Especial de Bogotá, hace tres años, a utilizar el "todos y todas" acentuó la utilización de formas incorrectas para estar a la moda, más que una contribución a la igualdad. El lenguaje no se regula en las academias y mucho menos en los juzgados. El lenguaje lo regulan los hablantes. El monumento a los colonos, en Florencia, Caquetá, será siempre "los muñecos" y los habitantes de este departamento serán siempre caqueteños porque es el uso y no las normas las que regulan el lenguaje. En Neiva, el puente sobre la quebrada Rioloro, en la carrera 7 con avenida circunvalar, será siempre "puente torcido" y en Armenia, Quindío, a la avenida "Los Camellos" no le podrán imponer otro nombre aunque hayan retirado el monumento del enorme mamífero artiodáctilo en el cruce de la citada avenida con la carrera 19. Lo mismo sucede con los apodos, hasta el punto de que muchas personas no son reconocidas sino por su remoquete.
Por qué tenemos que pasar al género femenino los nombres de algunas profesiones???
¿Me tocará imponerme un apodo y declarar en lo sucesivo que soy un periodisto, porque periodistas son solo las colegas??
Jorge fue víctima de la guerra...sujeto masculino, adjetivo femenino
Mónica es un alud...sujeto femenino, adjetivo masculino.
Francia Márquez es un símbolo de la lucha contra la discriminación...sujeto femenino, adjetivo masculino.
Además, por economía del lenguaje, porque en aras de la no discriminación tendríamos que utilizar frases largas. El abuso sexual es un delito frecuente y entonces un titular para mencionarlo, sin discriminar al género, sería más o menos así:
Un violador y una violadora de niños y de niñas fue capturado por policíos y policías...sencillo, violador fue capturado por la policía.
En estos angustiosos momentos derivados del impacto cruel de la pandemia, no hemos escuchado críticas ni peticiones para el uso del "lenguaje inclusivo" por el uso cotidiano de los términos contagiados y muertos. Sería demasiado penoso escuchar la lectura de boletines en los que se dijera, por ejemplo: "hoy hubo 500 nuevos contagiados y 400 contagiadas; y 150 muertos y 140 muertas".
El uso correcto del idioma no es discriminatorio y, además, las prácticas discriminatorias no se acabarán con el uso que proponen personas como el juez de la tutela. Es más productiva la lucha contra las condiciones que generan la exclusión y la discriminación, que el debate por el uso del llamado "lenguaje inclusivo" pero -por la influencia de los grandes Medios de comunicación- las prioridades se han modificado de tal manera que son más importantes los jugadores de la Selección Colombia, que los líderes sociales que acompañan a las comunidades en sus dolores cotidianos.
Las condiciones de igualdad no se garantizan por el uso de formas idiomáticas sino por la actitud de la gente, principalmente de los dueños del poder. Es evidente que sí existen expresiones verbales sexistas pero los ingredientes semánticos, morfológicos, sintácticos que no hagan relación explícita entre género y sexo, no son sexistas.
El entorno natural de esta discusión es el campo político puesto que, exclusivamente, el cambio social puede generar un cambio en el lenguaje...y no al revés. Porque el lenguaje es una expresión del pensamiento y de las costumbres de la sociedad. Tenemos que cambiar primero las condiciones de desigualdad, exclusión y discriminación de las mujeres y eliminar los estereotipos y paradigmas impuestos por una sociedad machista, reproducidos de manera constante por los modelos educativos. Es el prototipo social el que impone la desigualdad, no el lenguaje.
Esos "latiguillos" gramaticales son producto de las peripecias mentales de algunos académicos que se creen depositarios de la gran lira semántica pero olvidan que las causas del irrespeto y la violencia contra las mujeres y grupos minoritarios no están en el uso del lenguaje sino en la naturaleza excluyente de las clases dominantes.
Un hombre y una mujer que cometan delitos contra el uso correcto del idioma serán apóstatas de la ortografía, de la semántica, de la fonética, del estilo, de la sintaxis. Yquienes no luchen para romper las actuales relaciones de exclusión e injusticia contra todos los colombianos, serán traidores antes que impostores de nuevas formas de comunicación que no corresponden con el modelo social.
Esos "latiguillos" gramaticales son producto de las peripecias mentales de algunos académicos que se creen depositarios de la gran lira semántica pero olvidan que las causas del irrespeto y la violencia contra las mujeres y grupos minoritarios no están en el uso del lenguaje sino en la naturaleza excluyente de las clases dominantes.
Un hombre y una mujer que cometan delitos contra el uso correcto del idioma serán apóstatas de la ortografía, de la semántica, de la fonética, del estilo, de la sintaxis. Yquienes no luchen para romper las actuales relaciones de exclusión e injusticia contra todos los colombianos, serán traidores antes que impostores de nuevas formas de comunicación que no corresponden con el modelo social.